ℂ𝕒𝕡𝕚𝕥𝕦𝕝𝕠 𝟙𝟘

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Maratón 3/4

Juliana

Estaba recostada sobre la cama con la luz apagada pensando en lo que casi sucedió horas atrás en la casa de Val, no tenía idea de por qué me acerque a ella de esa manera, y lo más sorprendente es que ella no se movía, ¿quería que sucediera también? O tal vez solo fue una confusión por lo íntimo del momento, menos mal que había llegado su padre, mire el mueble y sobre este estaba la radio, ya estaba cargada, me levante y lo tome, lo lleve a la cama y lo encendí, lo tomé con una mano, apreté el largo y angosto botón que tenía a un costado.

-Ho-hola —hable con timidez —. Hola, ¿hay alguien ahí? —pregunté, solté el botón para ver si respondían, nada. —¿Hay alguien? —pregunté nuevamente, pero nada, deje de inténtelo y lo coloque sobre la cómoda, me metí bajo las sábanas y cuando estaba a punto de dormirme...

—¿Hola? ¿Hola?  —decía una voz femenina  por el altavoz, yo me sobre salte, me senté y tome el radio.

—Hola, ¿quien es?

—¿Quién eres tú? —preguntó.

—No se vale, yo pregunté primero —le dije.

—Eres una extraña, no te diré quien soy.

—Para mi también eres una extraña, pero de todas maneras te diré mi nombre, soy Juliana —le dije —. Ahora te toca a ti —silencio. —¿Hola? ¿Sigues ahí?

¿Juls? —preguntó con duda.

—Si, soy Jul...espera la única persona que me dice así es...¿Val, eres tu?

—Si, lo soy —contestó.

—¿También tienes un radio? —le pregunté.

—Si, lo tengo hace tiempo.

—Yo encontré este dentro de un baúl donde estaban mis cosas que dejé cuando me fui a los 6 años —dije —. Tenía una marca en el número 5.

—¿De verdad? El mio también tiene una marca en el mismo número, es raro, ¿verdad?

—Si, muy raro —conteste.

—Ahora podemos también comunicarnos por aquí si quieres.

—Me parece genial —le dije.

—Bueno Juls, buenas noches —me dijo.

—Buenas noche, Val, descansa.

—Tú también —dijo eso último y sonreí, apague la radio y me dedique a dormir.

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Decidí levantarme el domingo temprano, mis tíos ya tomaban desayuno y estaban arreglados para ir a misa, yo me serví solo cereal con leche y me senté frente a ellos.

—Tía —le hable, ella me miró.

—Dime.

—¿Tú sabes de donde salio esa radio que encontré en mi habitación? —pregunté.

—Bueno, si mal no recuerdo tu le pediste a su padre que comprara dos —contestó —. Al principio no quería, pero como se dio cuenta que la necesitabas con urgencia te la compro

—¿Y tú sabias por que la necesitaba con tanta urgencia?

—Cuando la tenias me dijiste que una era para ti y la otra para Valentina —contestó, yo me quedé boquiabierta.

La hija del Pastor [Terminada] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora