VIII. La villa vil.

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I

Para Beatrice:
Cuando estábamos juntos, me sentía morir.
Ahora, tú lo estás.

El camino pareció eterno, tanto que sintieron como crecían. Se quedaron en la misma posición todo el camino. Carol y Klaus abrazándose, Violet y Cole tomados de la mano. Y Sunny era la única que se movía. Se sentaba en las piernas de todos y empezaba a hablar de algo.

Al llegar solo vieron todo color gris —creo que por fin combinamos con el entorno— comentó Carol hacia su hermano. Cole rio fuertemente llamando la atención de sus amigos.

El señor Poe les dio un par de indicaciones, al parecer había un consejo de ancianos en la aldea.

Entraron por las puertas y todos fijaron sus vistas en ellos. En el camino lograron hacer una parada para cambiarse. Violet, Carol y Sunny tenían hermosos vestidos. Violet uno azul, Sunny uno de cuadritos y Carol uno negro con blanco. Cole y Klaus tenían trajes casuales. Muy bonitos.

—les pedimos que suban al estrado para que los ancianos los puedan ver bien— dijo uno de ellos. Tenían cuervos disecados en sus sombreros. Eran tres ancianos. Dos mujeres y un hombre.

Se subieron y Violet dejó a Sunny en el suelo —hola soy Vio...— empezó Violet.

—¡silencio!, la regla 902 dice que nadie puede hablar en la plataforma— dijo una anciana golpeando con su martillo.

Los Baudelaire se espantaron un poco al contrario de sus amigos que se pusieron alerta enseguida.

—sabemos toda la tragedia por la que han pasado pero les aseguramos que termina aquí— dijo la última.

—establecimos una regla, la 9833 que dice que ningún villano será permitidos en los límites de la ciudad— dijo el anciano.

—ahora, como tutores les podemos dar tareas y como ahora todos somos sus tutores tendrán que hacer la tarea de todos— dijo la otra anciana. (¿?)

El pueblo comenzó a hacer preguntas pero solo una les hacia vueltas en la cabeza ¿con quien vivirán ahora?.

—¡vivirán con Héctor!— declaró una de ellas.

El tal Héctor de paro y ni siquiera pudo decir algo ya que se desmayo. El consejo de ancianos tomó eso como una respuesta positiva.

—¡ahora un anuncio de la policía!— dijo el anciano.

Por la puerta dentro la oficial de policía —maldita sea, si Esme está aquí también el Conde y con ellos los Quagmire— susurró Carol molesta.

Sus amigos y hermano la miraron completamente de acuerdo.

—¡soy la nueva oficial de policía, Luciana!—se presentó con un acento extraño. Esme habló un poco más sobre dar protección y estilo al pueblo de repente todos los secuaces del Conde Olaf hablaron maravillas de la nueva oficial y todos le aplaudieron. Se agacho hacia ellos susurrando —hay ojos en todas partes— se volvió a parar bien —¡ahora vayan a su nueva casa!— grito con los brazos abiertos —pero antes... queremos dos huérfanos que nos ayuden con las cosas policíacas... los quiero a ellos— señaló a los Rizzo quienes confundidos fueron hacia ella —me los llevaré si no hay problema— el consejo asintió.

𝑨𝒍𝒈𝒐 𝒆𝒔 𝒎𝒆𝒋𝒐𝒓 𝒒𝒖𝒆 𝒏𝒂𝒅𝒂|| 𝑲𝒍𝒂𝒖𝒔 𝑩𝒂𝒖𝒅𝒆𝒍𝒂𝒊𝒓𝒆 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora