IX. La villa vil.

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II

Cole... tenemos que salvar a Sniket— dijo Carol mirando discretamente a su hermano.

Veían como el Conde Olaf hablaba con Sniket, un miembro de una organización secreta. Al lado de la celda estaba Olivia, la bibliotecaria, se llevaron una grata sorpresa al saber que eran tocayas.

Apenas y los dejaban hablar con ellos. Ya habían terminado su trabajo, se supone que ya tenían que dejarlos ir.

—Conde Olaf— dijo Carol parándose. El Conde la miro —¿porque no los deja libres?, fingir su muerte no es muy conveniente, no puede vivir disfrazado toda su vida— dijo inocentemente acercándose a el.

—mira niña genio...— avanzó hasta quedar a la altura de su cara. Cole enojado se paró enfrente de ella para protegerla empujando al Conde —se los dire a los dos... ¡son mis malditos planes y ustedes no se interpondrán en mi camino!— les grito en la cara, después se calmó y empezó a caminar al rededor de ellos— ya los soporte mucho tiempo, me cortaron la mejilla solo para tener mi sangre pero ¿saben que?, ansío más de ustedes... quiero que se vuelvan como yo, ¡sigan mis pasos!— ofreció abrazándolos por la espalda.

Cole y Carol se separaron del Conde Olaf violentamente —¡jamás!, eres una persona despreciable, lo único que lograrás será morir solo— escupió Carol con veneno en sus palabras —¡y que si somos agresivos!, jamás seremos como tu—

—no nos vuelvas a insistir, no te nos acerques y mucho menos toques a mi hermana...— dijo Cole agarrando al Conde de su traje, su tono de voz era agresivo y firme.

—les falta mucho que aprender— les dijo el Conde sonriendo. Golpeó a Cole en el ojo y en un arranque de furia Carol se abalanzó al Conde, y el sin dudarlo le pegó en su labio tirándola al suelo —ya pueden irse— les sonrió.

Sniket y Olivia estaban sorprendidos por eso, los Rizzo fueron valientes en enfrentarlo aun sabiendo las consecuencias. De repente bajo Esme y se puso a habla con Olivia. El Conde subió satisfecho.

Veían como Olivia hablaba seriamente con Esme, y de alguna manera la convenció de dejar ir a los Rizzo y darles las llaves de la celda. Solo alcanzaron a oír algo de una azucarera.

Esme se las dio y subió con el Conde viendo fijamente a los Rizzo.

Cuando dejo de mirarlos corrieron con Olivia para dejarla salir.

Ayudaron a Sniket y los cuatro salieron —¡niños Rizzo!, los extrañé mucho, lamento lo del Conde— dijo Olivia viéndolos. Ellos le sonrieron tristes.

—agradezco su cooperación, váyanse con los Baudelaire, protéjanlos, saquen a los Quagmire cuando sea necesario... y siempre sean valientes, no dejen que la oscuridad y el enojo los consuma— dijo Jacques Sniket mirándolos orgullosamente. En el tiempo que estuvieron encerrados o cerca de los Rizzo se dio cuenta que ellos sabían más de lo que pensaba, ademas, la valentía que mostraron hace unos momentos no se veía seguido.

Fueron a la fuente en forma de cuervo y en el pico gritaron —¡vendremos por ustedes, solo esperen a mañana!— escucharon ligeramente unos golpes. Eso significaba que estaban bien.

Se miraron y corrieron lo más rápido que pudieron hacia la casa de Héctor.

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𝑨𝒍𝒈𝒐 𝒆𝒔 𝒎𝒆𝒋𝒐𝒓 𝒒𝒖𝒆 𝒏𝒂𝒅𝒂|| 𝑲𝒍𝒂𝒖𝒔 𝑩𝒂𝒖𝒅𝒆𝒍𝒂𝒊𝒓𝒆 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora