XIII. Tratos y promesas.

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(Prepárense)
XIII

Habían pasado cinco días desde la dramática despedida de Carol y Cole.

Con los Baudelaire las cosas iban de mal en peor. Lógicamente se habían enojado con los piratas por dos cosas. No confiar en sus amigos y dormirlos dejándolos tirados.

Tenían entendido de que los Quagmire no sabían nada del plan, así que ellos eran los mensajeros. Estaban en un conflicto.

Los Baudelaire querían buscar a sus compañeros de vida, mientras que los piratas se negaban, sabían que cerca estarían sus peores enemigos pero eso no parecía importarles a los Baudelaire.

Los tres estaban afectados, muy afectados. Cada uno lo demostraba de forma diferente. Por ejemplo, Sunny no para de hacer platillos que se le ocurrieran. Violet inventaba cosas de cualquier tipo, muy al estilo de Cole. Y Klaus, quien solo iba y venía de la biblioteca, agarraba miles de hojas y un par de lápices, se aislaba en cualquier lugar escribiendo cosas, los demás no tenían idea de que tanto escribía. Cuando no le gustaba solo quemaba la hoja y lo volvía a intentar. También escribía referencias a libros, al azar.

—¿estás consciente de lo complicada que es esta misión?— preguntó Cole a Carol —se que extrañas a los Baudelaire, si quieres puedes regresar, no ten...—

—estamos en esto juntos, no te abandonaré— interrumpió Carol tomando su mano —somos hermanos, jamás te dejare solo— se sonrieron y siguieron hablando de otra cosa contemplando las cenizas.

Ya estaban en su antigua casa, o lo que quedaba. Habían llegado por el desvencijado tranvía, encontraron unas monedas y con eso pagaron su pasaje.

—van a jugar con nuestras mentes, hay que ser fuertes— dijo Cole, Carol asintió de acuerdo —pueden estar espiándonos, ya no digamos nada— asintieron y pensaron en el tiempo que tenían.

Solo tenían que esperar una dos días. Dos días y su plan comenzaría. Unos últimos días tranquilos. O tal vez no.

Ambos se levantaron del suelo al ver algo blanco. Se acercaron viendo otra carta parecida a las que los metió en problemas.

Con cansancio la abrieron y la leyeron. Con cada palabra que leían se enojaban con sus enemigos, estaban siendo muy confusos y pedían muchas cosas.

—genial, ahora tenemos que ir a las bodegas del centro de la ciudad— exclamó Cole cruzándose de brazos.

—¿porque no se ponen de acuerdo?, malditos— susurro Carol recogiendo las cosas.

Habían ido ahí como estupidos solo para tener que ir a un lugar una parada más lejos —Carol— llamo Cole —podemos ir por los túneles secretos—

Les pareció una buena idea y abrieron la puerta secreta para ir a unos túneles también secretos.

Caminaron un rato viendo los carteles con los apellidos de cada voluntario. Eran sus casas. Llegaron a uno en donde tenía el apellido Black.

—bodegas Black, abandonadas por falta de dinero y el propietario se llamaba White, ¿irónico no?— comentó Carol con gracia. Cole soltó una risita y juntos subieron para abrir la puerta. Pasaron y vieron el lugar. Era perfecto para villanos.

Buscaron un lugar digno de esconderse, la gente acostumbraba llevar ahí materiales y cosas que ya no servían. Así que aún era una bodega en uso.

Cole vio con maravilla todas las cosas que había, podía inventar miles de cosas. Solo que no tenia a Violet, y sin ella no era tan divertido.

Armaron una pequeña "casa" con unas mantas que encontraron, porque si, siempre dejan mantas ahí.

𝑨𝒍𝒈𝒐 𝒆𝒔 𝒎𝒆𝒋𝒐𝒓 𝒒𝒖𝒆 𝒏𝒂𝒅𝒂|| 𝑲𝒍𝒂𝒖𝒔 𝑩𝒂𝒖𝒅𝒆𝒍𝒂𝒊𝒓𝒆 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora