II. I. Primer trabajo.

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I
Un mes después.

esta será su primera misión, muy fácil, complétenla y lograrán llegar a la siguiente prueba con vida— comenzó el hombre con barba pero sin pelo.

—tienen media hora— finalizó la mujer con pelo pero sin barba.

Ambos huérfanos rápidamente corrieron para ponerse en posición e idear un plan —solo es robarle a un explorador, tarea fácil— susurró Carol sarcásticamente.

—creo que ya se a quien— susurró Cole en respuesta.

—...¡rápido zampabollos, no tengo todo el día!— grito una voz conocida.

—maldita sea, ¿aún está viva?— preguntó Carol en un suspiro pesado —tu la distraes y yo le robo, o al revés si quieres—

—hay que hacer doble robo, así confiarán más rápido en nosotros y más rápido finalizaríamos el plan— susurró Cole —yo a Carmelita y tu al chico que los protege, parece de tu edad—

—no se coquetear idiota— respondió Carol.

—por supuesto que si, lo has hecho con Klaus y Quigley— replicó Cole —ahora cállate y hazlo, se que puedes, ve esto como un papel, sólo actúa—

Carol suspiró cansada, salió de su escondite y llamo la atención del chico —disculpa, te vi de lejos y no pude evitar hablarte— dijo Carol nerviosa. El chico la miro y tomó sus mejillas para observar su rostro.

—eres linda, ¿como te llamas?— pregunto soltando su rostro sin cuidado alguno —tengo mucho dinero— ella por muy disgustada que este le sonrió. Siguió hablando con el, o más bien escuchándolo alardear sobre todo su dinero, le mostró cosas realmente valiosas solo para "impresionarla".

Por otro lado Cole había atacado directamente, sabía como aprovechar la atracción de Carmelita hacia el. Le sorprendía que aún siguiera viva, Esme había muerto en el incendio pero ella no.

—Carmelita Polainas, un gusto volver a verte— dijo Cole sonriente —que lindo diamante, al igual que la portadora—

Carmelita rio nerviosa, se le salió un sonido de cerdito. Se tapó la cara y Cole aprovechó para quitarle el diamante y abrazarla. Los demás exploradores ni estaban poniendo atención, sólo se distrajeron en otras cosas.

Los hermanos se miraron y asintieron, ya tenían las cosas. Cole se separo de Carmelita, le dio un asentimiento y se fue.

Carol logró quitarle unas dos o tres cosas y sólo se despidió regresando por donde llegó.

Cuando los perdieron de vista sacaron las cosas que les quitaron —me siento mal— susurró Carol viendo lo que había en sus manos.

—yo también— respondió Cole. Juntos caminaron de vuelta con sus tutores.

Les lanzaron las joyas. Ellos las recogieron del piso —excelente trabajo, considérenlo como una paga— dijo la mujer volviendo a lanzarlas.

Ese mismo día se disfrazaron de una pareja y cambiaron las joyas por dinero. Se quedaron con poco y lo demás se los mandaron a los Baudelaire por medio de una carta que les dejarían en un cuervo. No sabían si realmente llegaría, pero tampoco les importaba mucho, el dinero no era de ellos.

𝑨𝒍𝒈𝒐 𝒆𝒔 𝒎𝒆𝒋𝒐𝒓 𝒒𝒖𝒆 𝒏𝒂𝒅𝒂|| 𝑲𝒍𝒂𝒖𝒔 𝑩𝒂𝒖𝒅𝒆𝒍𝒂𝒊𝒓𝒆 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora