"Ya no siento mi cuerpo.
Estoy mareado.
Me siento débil.
Hay mucha sangre en mi mano y sigue saliendo, pero no puedo detenerla."
Víctor salió de la habitación sin importarle absolutamente nada y solo entonces Harrison comprendió que realmente se había ido, su padre ya no existía.
-Debo sacarla...-su voz ahogada y apenas audible sonó por la habitación.
Debía sacar la cuchilla, pero no sabía que sucedería si lo hacía.
"Me cago en la puta"
Con impulso, la sostuvo firmemente con ambas manos y la sacó sin rodeos haciendo que de su garganta brotará un grito o más bien, un aullido completamente ahogado.
Lágrimas de dolor bajaban por sus mejillas; era un dolor que nunca imaginó sentir ni mucho menos uno que esperaba sentir directamente de la mano de su padre.
"Ali...Lo siento."
Con toda la fuerza de sus brazos, se levantó sosteniéndose de la cama y caminó encorvado hasta la puerta, la cual comprobó como sospechaba, que estaba cerrada con llave.
Se apoyó unos segundos en ella antes de pensar en otra salida, pero el dolor y el miedo estaban nublado su juicio ante la idea de no poder salir de aquí o más bien, de que su padre volviera y acabara con él definitivamente.
Pero como llama ardiente o iluminación divina, una silla mal puesta frente a la ventana le iluminó la mente y comprendió que ahí estaba su salida.
Sin pensarlo dos veces y sujetándose la herida sangrante, se acercó a la ventana para comprobar la altura.
"No es tan alta."
Pero romper la ventana y saltar sería un suicido, por lo que, a paso lento por la herida, se acercó al armario donde habían más de una sábana y comenzó a amarrarlas entre ellas para poder bajar.
El dolor aumentaba poco a poco mientras no se sujetaba la herida, pero o amarraba las sábanas para poder irse o se quedaba aquí a morir a manos de su padre y esa opción realmente no era una opción.
Su teléfono empezó a sonar en media operación de amarrar y al sacarlo comprobó que era Alissa.
"Si te contesto ahora, vendrás a mi..."
Lo guardó en su bolsillo y siguió en lo que estaba, pero la sola idea de que en menos de media hora ella también estaría en la mansión, lo atropelló como roca.
"¡Demonios!"
Sacó el teléfono con la mano ensangrentada y le marcó.
-Harrison..-su voz alegre le regaló un sentimiento de confort que sinceramente no esperaba.
-Ali..-algo se activó en ella en cuanto lo escuchó.
-Algo salió mal, ¿cierto?.-la felicidad se comenzó a caer a grandes pedazos de su ser.
-No..-intentó con todas sus fuerzas sonar normal.-solo estoy agitado por el alcohol..-no la terminó de convencer esa absurda mentira, pero tampoco quería preguntar mucho.
-Estaba por salir hacia la....
-No vengas...-la detuvo en seco. -por lo que más quieras, no vengas.
-Harrison, dime que sucede o te juro que iré a la mansión ya...-ya estaba llegando al punto de miedo ante lo que no sabía sobre la situación actual.
-Te amo...-esa sola palabra tan cargada de sentimientos mostraba no solo amor, también terror de no volver a decirla frente a frente y tristeza de haber sido tan ingenuo de creer lo que estaba más que claro frente a sus ojos.
Su sangre no dejaba de salir con violencia de la herida y eso solo lo estaba poniendo más nervioso ante la sola idea de que todo lo que tenía planeado para ambos, no sería posible.
-Vuelve...-dijo ella en un susurro muy ahogado.-vuelve a mí y dímelo de frente.-con su otra mano sostenía su herida con fuerza para que se detuviera el sangrado, pero ni toda la fuerza podría detener una herida tan profunda; ya sea por impulso o las últimas fuerzas que se presentan cuando se acerca el fin, logró levantarse del suelo con mucha dificultad para acercarse a la ventana nuevamente y sin dudarlo lanzar la silla contra ella.
Guardó el teléfono en su bolsillo después de haber colgado sin darle una respuesta a la súplica de ella y tiró la cuerda de sábanas por la ventana.
Varios pedazos de ventana aún quedaban ahí pegados, pero esta era su única salida y si se ponía a dudar mucho, simplemente moriría como una rata encerrada.
Había amarrado la otra punta de las sábanas a la perilla de la puerta de entrada de la habitación y al estar cerrada, le sería más fácil salir porque sabía que la cena estaba a punto de empezar y a su padre no se le ocurriría pasar por esta habitación a echarle una última ojeada pero como siempre, no era cierto, porque en cuanto bajó dos pasos, la puerta empezó a moverse y él a descender con violencia, pero en un instante se detuvo y volvió a solo dos pasos de la ventana.
"¿Eso que mierda ha sido?"
Alzó sus ojos hacia la ventana en espera de que quien haya entrado no hubiera sido su padre, pero claro está que el mundo no es una máquina de deseos.
Las sábanas estaban siendo jaladas de vuelta a la habitación y estaba claro que solo tenía dos opciones: o saltaba desde esa altura y caía en los arbustos o dejaba que su padre y quien sea que le estaba ayudado, lo mataran.
Debía elegir ya, seguían jalando y volverían a meterlo en la habitación, así que sin pensarlo más se soltó de ellas y cayó en los arbustos.
"Volveré a ti..."
Se levantó despacio y comenzó a caminar pegado a la pared de ladrillo de la casa; con su herida sangrando sin parar, le estaba constando poder salir de ese infierno rápidamente.
-Señor...-buscó al dueño de la voz con la mirada entre toda la oscuridad, pero no lo lograba.
-Aléjese. -le advirtió Harrison con mucho odio al extraño hombre oculto en la sombra.
-Señor Gray, soy yo...-era el jardinero que conocía a Harrison desde que era solamente un joven.
-Bob...-dijo el joven entre suspiros ahogados.
-¡¡Padre santo!!.-tiró sus herramientas de jardinería al suelo y corrió desde las sombras hacia Harrison para tomarlo del brazo con el que se sujetaba de la pared y ayudarlo a caminar.-¿fue su padre?.-su rostro estaba aún más pálido de lo normal por la pérdida de sangre y apenas lograba mantenerse en pie, pero asintió ligeramente en respuesta.-no tiene límites ese hombre, es un desalmado..-Bob es uno de los pocos que mantuvieron su idea sobre que Víctor Gray debía ser encarcelado por todas las atrocidades que hacía y entre esas estaba hacerle daño a su propio hijo. Hoy había intentado matarlo, eso era algo que ni Bob ni nadie más sabía y estaba seguro de que su padre haría todo lo posible para que nadie lo supiera. -¿dónde está su auto, señor Gray?.-con un dedo señaló el Camaro 69 ss negro estacionado a unos pasos de ellos.
Cuando lo hubo montado en el asiento del conductor, Harrison lo alejó para hablarle.
-Debes irte ahora...-su voz sonaba ahogada y completamente pesada.
-¿Cómo planea que lo deje ir así? Apenas logra caminar...-la alarma en su voz era más que evidente, pero si involucraba a alguien más, posiblemente su padre lo mataría.
-Yo puedo hacerlo, no se preocupe...-dijo cerrando la puerta para encender el auto y empezar a conducir.
"Debo llegar al hospital.
Debo llegar..."
Las lágrimas empezaron a descender nuevamente por sus mejillas como recordatorio de lo que en este día se vivió, de lo que en este día se sintió y de lo que en este día pudo haber sucedido.
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Siempre mía, princesa 👑
RomanceTERCER LIBRO DE: Serás mía, princesa👑 -Cuatro.-se le corta la respiración.-te esperé cuatro años... -Jamas te pedí que lo hicieras.