Capítulo 1

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·Lágrimas heladas·

El bosque suele ser un peligro constante para quienes habitan en el. En las épocas lluviosas se debe de tener mayor precaución por los accidentes que pueden ocurrir.

Por esa razón Kie Kamado caminaba con delicadeza, haciendo que muy pocas ramas crujieran, y que el único sonido que se pudiera apreciar fueran los cantos de las pocas aves que se encontraban merodeando el lugar.

Kie regresaba a su hogar, observó su cesta admirando las frutas frescas junto con las plantas medicinales para su pareja. La salud de Tanjuro estaba empeorando, por lo que en esos momentos ella era el pilar de su hogar.

Camino a través de los pinos que dejaban rastros de gotas heladas, esquivo unos cuantos charcos y algo de lodo. A lo lejos, a mano izquierda, visualizo la pequeña cabaña en la que habitaba su única amiga.

Hanako.

Ladeó su cabeza con confusión, se supone que en las épocas de lluvia las chimeneas o fogatas están encendidas en busca de calor, pero lo que sus ojos le mostraban era que no existían rastros de humo. No le tomó tanta importancia, aunque no hacía mal asegurarse de que estuviera a salvo, más cuando Hanako tenía una niña.

Sus pasos eran más acelerados, tardó unos minutos en llegar. Se arrepintió al instante. ¿Por qué la puerta estaba rota?, dudo un poco en acercarse, pero lo hizo.

¡Hanako! —bajó su cesta al pasto, subió a paso lento los escalones sintiendo su pulso hasta en las manos—, Hana...ko.

Llevó sus manos a su boca, sus ojos se abrieron con sorpresa a la vez de que gruesas lágrimas salían de sus moras. Inhaló y exhaló, brincó los charcos de sangre con dificultad, buscando al mismo tiempo alguna señal de vida en lo que fue el hogar de aquella mujer.

Cuando dio con el cuerpo de su amiga, la removió con desespero. Sabía que ya era muy tarde, el frio de Hanako lo confirmaba.

Muy en el fondo, Kie tenía fe de que abriera los ojos.

—S-Solo...por favor, despierta.

Nada, ni un sonido, ni un movimiento. Observó el cuello de Hanako, había marcas moradas rodeando esa zona, no fue difícil deducir que esa fue su causa de muerte.

Estrangulación.

Dejó el cuerpo en el mismo lugar, giro sus ojos para darse cuenta de que no muy lejos de ellas se encontraba otro cuerpo.

Un joven, probablemente rodeando los 20 años, cabello negro con puntas naranjas, sus ojos entreabiertos le daban la oportunidad de apreciar lo que fue su color. Naranja con degradados. En su pecho un gran agujero, su muerte fue rápida.

N-Nos vimos hace unos días...se supone que íbamos a presentar a nuestros niños...

Y segundos después, su cerebro hizo clic.

Mey...¡MEY! —se colocó de pie, teniendo como destino las habitaciones del fondo. Debía encontrar a la hija de Hanako.

Al llegar notó todo en orden, todo pulcro y limpio. Tal vez se la llevaron. ¡No era momento de pensar de manera negativa!, pudo esconderse. Revisó por todos lados, camas y canastas.

La pequeña yacía dormida dentro de un armario, estaba arropada con algunas prendas del mismo mueble. Respiraba y no parecía tener heridas. Sin pensarlo la tomó en brazos para colocarle una bufanda que encontró en toda esa ropa.

Antes de llegar a su hogar se dio a la tarea de deshacerse de la única prenda ensangrentada, además de avisar a los líderes del pequeño pueblo. Total, no creía que existiera problema si tomaba custodia de la pequeña.

Juntos Hasta El Final [Tanjiro y Tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora