Juntos Hasta El Final [Tanjiro y Tú]

Capítulo 26

·Siguiendo algunas pistas·

En el corazón de la bulliciosa sede de los Cazadores de Demonios, donde los pasillos resonaban con el eco de los entrenamientos y los murmullos de los compañeros, se encontraba una sala iluminada por la cálida luz del sol de la mañana.

En medio de esta escena, Mey, se hallaba rodeada por sus compañeros de equipo, cada uno con su propia postura y expresión que reflejaba la tensión del momento.

—Ya les dije que iré —la voz decidida de Mey resonó en la habitación, su mirada fija y su postura firme indicaban que no iba a retroceder.

—Pero ahora eres una pilar, tú debes permanecer en la sede —Zenitsu, con su característico nerviosismo, se ataba el largo cabello en una coleta alta, sus gestos agitados reflejaban su preocupación por la seguridad de Mey.

—Concuerdo con el llorón. Debes atender tus responsabilidades —agregó Inosuke, con su habitual franqueza y directitud, su voz ronca resonando en la habitación.

—¡Ya deja de llamarme así, cabeza de jabalí! —Zenitsu replicó con exasperación, lanzando una mirada de reprobación a su compañero.

—Ya hablé con Oyakata-sama, dijo que no había problema, además hay más pilares aquí —Mey respondió con calma, presentando su argumento con confianza y seguridad en sí misma.

—Es cierto —asintió Inosuke, ofreciendo su apoyo a Mey en su decisión.

—¿Por qué nunca podemos ganar una discusión con ella!? —exclamó Zenitsu, frustrado por la determinación implacable de Mey.

—No lo sé —respondió Inosuke encogiéndose de hombros, resignado a aceptar la derrota en el debate.

—¡Cauw. Rápido, rápido, vayan a la aldea Shikon, un demonio fue visto ahí! —la voz del mensajero resonó desde la entrada, interrumpiendo la conversación con su urgencia.

—Chicos vamos, recuerden que al cuarto llamado el cuervo se va. —ordenó Mey, ya lista para la acción.

—¡Sí! —respondieron al unísono los cazadores, preparados para enfrentar cualquier desafío que se les presentara.

Con la velocidad del viento, los tres cazadores partieron a la ubicación de su misión.

El sol se deslizaba suavemente hacia el horizonte, pintando el cielo con una paleta de tonos cálidos que se mezclaban con la brisa fresca de la tarde.

Tras un viaje agotador, los cazadores de demonios finalmente alcanzaron la aldea Shikon, donde la vida cotidiana parecía transcurrir con calma, ajena al peligro que acechaba en las sombras.

—Uff, creí que nunca llegaríamos —suspiró Zenitsu con alivio, sus manos temblorosas sosteniendo una pequeña cantimplora de agua que había sido su fiel compañera durante el viaje.

Inosuke, con su habitual franqueza, se estiró y flexionó sus músculos.

—Los pies me están matando —murmuró entre dientes, sus ojos fijos en el suelo mientras evaluaba el estado de sus extremidades.

Mey, con su cabello castaño ondeando suavemente en la brisa, ofreció una sonrisa tranquilizadora al ver la fatiga de sus compañeros.

—Estoy de acuerdo, pero ya llegamos... podrán descansar un par de horas —dijo con amabilidad, tratando de infundir un poco de esperanza en el ambiente cargado de agotamiento.

Un hombre local, con un gesto de hospitalidad, les ofreció un refugio temporal y, al mismo tiempo, compartió su preocupación por la presencia del demonio en la zona.