Capítulo 4

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·Sonrisas fuertes·

—Bien... tendrán que bajar desde aquí a donde está Nezuko, tienen que llegar antes del amanecer —dijo Urokodaki, su voz resonando con autoridad y urgencia, mientras señalaba hacia el oscuro bosque que se extendía ante ellos.

¿Antes del amanecer? —Mey dudosa de preguntar, aguanto su respiración para reunir valor. Su voz salió baja a consecuencia.

En la noche reinaba todo lo relacionado con el frío. Temperatura, colores, sensaciones.

El frío ayudo a que la neblina llegará y al momento de retirarse no dejo rastro del único adulto entre ellos. Ahora estaban completamente solos.

—No debe de ser muy difícil, aún recuerdo el aroma de él —Tanjiro olfateo levemente, llegando a él un toque de sal.

—Oh, olvidaba que puedes recordar el aroma de cada persona, ¿Cuál es el olor de Urokodaki? —la castaña ladeo su cabeza, acercándose a su vez al pelirrojo.

—Es complicado de describir. Salado y fresco, tenue pero fuerte —sus ojos se conectaron en seguida—, así describía el mar papá.

—Una manera curiosa de describirlo, recuerdo que de niños decías que mi olor era ¿Canela?

—Canela y manzana —corrigió.

—¡Eso!

—Seguiremos hablando cuando estemos con Nezuko, regresemos o moriremos de frío —de la boca del chico salió un leve humo, la temperatura cada vez era más baja.

Primero era la manera de encontrar el camino de vuelta por el olor de Urokodaki. Una vez localizado el rastro pudieron ponerse en marcha.

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No podía ser tan sencillo.

Para poder llegar a la meta el camino normalmente está lleno de piedras que te dificulta llegar a ella. Si se traba se una prueba por parte del ex cazador debía de tener algo de dificultad, ¿No?

Antes de darse cuenta, un ruido de una rama tronando retumbó por el lugar.

Algunos bambús se doblaron de forma sobrenatural, golpeando todo lo que se cruzaba por su espacio.

—¡Tanjiro, cuidado! —uno de los tantos palos, golpeó su mejilla, el sangrado nasal no se hizo esperar.

¡Mey! —más que preocupación era en miedo.

Jamás presencio violencia en su vida hasta hace poco, por eso es extraño que viera ese tipo de escenas.

—N-No te preocupes, por lo que veo todo está lleno de trampas, si seguimos cayendo en ellas, no llegaremos antes del amanecer. Tenía esperanzas de que lo dejara fácil

—Debe de haber cientos de ellas...

—Tal vez, pero hay manera de encontrarlas y ¡La clave somos nosotros! —Mey limpió con su mano el rastro de líquido carmesí.

¿Eh? —abrió sus rubíes en cuanto sintió unos dedos fríos sobre su nariz.

—Tú nos llevas hacía Urokodaki, yo avisaré si hay alguna trampa. Está oscuro y es algo difícil ver alrededor, aunque puedo diferenciar la mayoría de las cosas.

Hagámoslo —sonrió.

Corrían lo que sus piernas les permitían, ignorando que en ese monte faltaba el oxígeno.

Juntos Hasta El Final [Tanjiro y Tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora