Epílogo

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•Aves del mismo plumaje•

En el instante que sus ojos se cerraron, sintieron como sus cuerpos se hacían menos pesados. Igual a la sensación de estar hundiéndose en una gran masa de agua.

Abrieron sus ojos, lo suficiente para ver la oscuridad rodear su cuerpo. En el fondo de ese océano se visualizo una luz.

Tenue, casi invisible.

No sé movieron, dejaron que su propio peso los hiciera hundirse. No tenían prisa, pero tampoco tardaron del todo en estar frente a la luz. Ni siquiera notaron que ambos estaban juntos al otro.

Al acercarse cada vez más, la brillante sensación los hizo cerrar los ojos. El calor les dió un abrazo tan reconfortante, que parecía ser una ilusión sentir tanta paz.

Los rayos del sol que atravesaban las hojas de las ramas de los árboles hizo que el pelirrojo abriera levemente sus ojos.

Tuvo que esperar a que su vista se acostumbrara a lo iluminado del lugar. Cuando giro a su derecha noto al amor de su vida profundamente dormida, sintió una oleada de alivio y amor.

Sentía su corazón latir con fuerza mientras observaba cada detalle de su amada, desde los mechones de cabello que reposaban delicadamente sobre su piel hasta la calidez reconfortante que emanaba de ella.

Era un momento tan íntimo que parecía suspendido en el tiempo, como si el universo mismo hubiera conspirado para permitirles estar juntos en ese instante preciso.

La suavidad de la luz matinal que filtraba a través de las hojas parecía acunarlos en un santuario privado. El pelirrojo se sentía abrumado por la sensación de paz que Mey le transmitía, pero también preocupado por el detalle del aroma desconocido que notó en ella.

Temía que algo hubiera cambiado entre ellos, algo que aún no entendía del todo.

Cuando Mey comenzó a despertar, el pelirrojo se aferró a su mano con ternura, como si temiera que ella pudiera desvanecerse si no la tocaba. Sus ojos rojizos brillaban con emoción contenida mientras esperaba a que ella abriera los suyos.

La incertidumbre sobre lo que diría o cómo reaccionaría en ese momento llenaba su mente, pero sabía que no importaba qué pasara, estar juntos al amanecer era todo lo que realmente necesitaban.

Tanjiro y Mey intercambiaron miradas cargadas de entendimiento y complicidad. A medida que la realidad se desvanecía lentamente, el peso de la verdad se hacía más evidente.

Estaban en el más allá.

No había dolor ni temor, solo una profunda sensación de paz que los envolvía como una manta reconfortante.

—Estamos muertos, ¿verdad? —murmuró Mey, rompiendo el silencio que había caído sobre ellos.

El pelirrojo asintió con solemnidad, tomando su mano con más firmeza como si quisiera asegurarse de que estaban juntos en este viaje desconocido.

Sí, lo estamos. Pero estamos juntos, y eso es lo que importa —respondió, su voz resonando con una calma que desafiaba toda lógica terrenal.

Mey asintió lentamente, procesando la realidad de su situación. Las preocupaciones del mundo anterior parecían desvanecerse lentamente mientras abrazaba la certeza de que su amor perduraría más allá de la vida misma.

—¿Crees que podamos quedarnos juntos aquí para siempre? —preguntó Mey con esperanza en sus ojos.

El pelirrojo sonrió, una sonrisa llena de promesas y amor eterno.

Juntos Hasta El Final [Tanjiro y Tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora