Capítulo 31

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•Muchas veces la necesidad es más fuerte•


La chica, entre risas contenidas y suspiros, se dejaba llevar por la dulzura de las cosquillas, una sensación que despertaba en ella recuerdos de tiempos más simples y despreocupados.

Sin embargo, en medio de esa ligereza, algo comenzaba a cambiar sutilmente en el ambiente.

Los instintos del demonio se alzaban como una sombra detrás de la aparente normalidad.

Tanjiro no podía evitar sentirse atraído por el dulce aroma que emanaba de la piel de Mey, un aroma que desencadenaba un hambre primitiva en lo más profundo de su ser. En ese momento, La pilar se convertía en algo más que una compañera de viaje; se transformaba en una tentación irresistible, una fuente de poder y sustento en un mundo donde la oscuridad acechaba en cada esquina.

Dentro de su mente se repetía la misma orden una y otra vez.

—Muérdela, cómetela...mátala...lo estás deseando.

Las pupilas de Tanjiro se agudizaron, sus iris rojizos se intensificaron, resplandeciendo con una luz casi hipnótica, especialmente acentuada en la penumbra de la habitación, donde solo una lámpara de aceite arrojaba titilantes destellos luminosos.

La piel de Mey, a pesar de las cicatrices que atestiguaban las batallas libradas contra los demonios, seguía irradiando una delicadeza inesperada, por lo que el filo de las garras no tardo en encagarse en ella.

La mirada del chico se encontraba pérdida, atrapada en un torbellino de emociones contradictorias.

Por un lado, Tanjiro luchaba con todas sus fuerzas para contener los instintos demoníacos que lo empujaban hacia adelante, hacia un acto que sabía que estaba mal.

Pero por otro lado, una fuerza más oscura y primitiva lo incitaba a ceder ante el impulso de lastimar a Mey, alimentando su deseo con cada latido de su corazón.

A pesar de sus esfuerzos por resistirse, Tanjiro sentía cómo sus manos se aferraban con más fuerza a la piel de Mey, dejando marcas de sus uñas que amenazaban con convertirse en heridas más profundas.

La lucha interna del Kamado se reflejaba en sus ojos, donde el dolor y la angustia se mezclaban con la determinación de resistir la tentación de hacerle daño a la persona que tenía frente a él.

Comenzaba a perder el control, no obstante una voz logro sacarlo del trance.

—M-Me estás...

El demonio abrió los ojos por sorpresa. Se había dado cuanta de lo que estaba apunto hacer.

Estaba a centímetros de morder con fuerza su yugular. El Kamado dirigió su vista a los ojos de la pilar y al encontrarse con ellos vio algo que le rompió el corazón.

Mey reflejaba confusión en sus ojos.

Y ni hablar de su olor, era miedo puro.

El chico se aparto de ello, se empezo a poner nervioso y a la vez preocupado.

—¡D-Disculpa! No sé... qué me pasó —Tanjiro se separo lo suficiente como para limpiarse la sangre de la castaña de sus manos.

—He tenido heridas peores, solo voy a vendarme y regreso—respondió Mey, con un tono de voz preocupado y compasivo, mientras observaba la herida causada por Tanjiro.

—Eso no quita la gravedad de lo que te hice...disculpame —insistió Tanjiro, sintiendo el peso de la disculpa en sus palabras.

Mey examinó la herida con detenimiento, preocupada por su bienestar y por las posibles consecuencias de la situación.

Juntos Hasta El Final [Tanjiro y Tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora