Over again [H.S]

Capítulo 3: White eskimo.

Moví mi pierna con nerviosismo mientras esperaba que Harry apareciera. Por primera vez, nos veríamos en otro lugar que no fuera la panadería. Habíamos decidido que nos juntaríamos fuera de su instituto, por es razón, me encontraba sentada en la acera esperando por él. Quizá había llegado muy temprano, ya que aún no veía a los alumnos salir del lugar. Mi instituto era muy diferente al de Harry, más pequeño y menos llamativo que el de él; además, el mío quedaba a las afueras de Holmes Chapel.

Mamá me había dado el permiso de salir un poco más temprano de ahí, ya que le había explicado la situación de que deseaba ir a ver a Harry; mi nuevo amigo del pueblo. ¡Qué bien sonaba!

Saqué el móvil que tenía guardado y miré la hora de este para verificar que no me hubiera equivocado. Pero con un suspiro, lo volví a guardar. Llevaba al menos media hora esperando fuera del lugar.

Me levanté de la acera sacudiendo mi ropa y miré hacia ambos lados buscando alguna señal de que Harry fuera aparecer. Y en cuanto iba a marcharme, lo vi corriendo desde dentro del instituto, llegando hasta donde me encontraba.

Soltó una respiración pesada y me miró con culpa.

—Leah, lo siento. Estábamos en el ensayo —me dijo acercándose un poco más, quedando frente a mí.

Era extraño ver a Harry con uniforme. Su camisa blanca y aquellos pantalones grises, lo hacían ver más adolescente. Podía también notar que su corbata estaba fuera del lugar y que llevaba un tipo de bandana en su cabeza.

—Tranquilo —sonreí—. ya estás aquí, es lo que cuenta.

Me miró lastimosamente. Harry de verdad se sentía mal por haberme hecho esperar.

—Acompáñame —me dijo volviendo adentrarse al lugar.

Observé su espalda volviendo a sentir nervios, pero finalmente lo seguí manteniendo una cierta distancia. Harry me observó sobre su hombro y se detuvo frunciendo su ceño.

—¿Sucede algo malo? —pregunté inquieta.

—¿Por qué vas tan atrás?

—Oh... solo iba distraída —reí.

—¿Estás molesta?

Negué con mi cabeza.

—No, para nada Harry, eso es ridículo —me acerqué a su lado para retomar la caminata—. Vamos, quiero verte cantar —sonreí entrelazando mi brazo con el suyo.

¿De dónde había sacado tanta confianza?

—¿Dónde estudias Leah? —me preguntó curioso una vez que comenzamos a caminar. A él no parecía molestarle que lleváramos nuestros brazos unidos.

—A las afueras de Holmes...

—¿Y por qué no estudias aquí?

Tragué saliva mirando hacia otro lugar que no fuera él. No quería decir que mis padres no tenían tanto dinero para estar aquí, ellos habían escogido algo más económico, algo que estuviera al alcance de su bolsillo y, la verdad, hasta ese día, era algo que no me importaba.