Extra 2: ¿Por qué no Señor Styles?

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Harry.

Volver a Holmes Chapel, era como volver a nacer. Podía sentir esa nostalgia embargarme, logrando hacerme sonreír al recordar por todos los momentos que pasé en aquel pueblito. Y, si tuviera la oportunidad de repetirlo, no lo dudaría dos veces antes de volver hacerlo.

Tomé aire extendiendo mis brazos hacia el cielo y cerré mis ojos unos segundos antes de volver a dejarlos caer a los costados.

Había vuelto hacia una semana atrás, quedándome en la casa que aún mi madre no vendía. La mayor parte del tiempo le decía que la vendiera, pero ahora agradecía que no lo hubiera hecho.

Cambié la música que sonaba en ese minuto por los auriculares y retomé mi trote por la calle. Cuando iba a doblar por una esquina, me detuve y retrocedí. Observé la casa con una sonrisa y moví mi cabeza al recordarla. No estaba como la última vez que la había visto, pero de igual manera me traía los mejores recuerdos de ella.

Seguí trotando por la misma calle, recordando que más adelante se encontraba la panadería de Holmes.

Al llegar, apagué la música y guardé los auriculares en el bolsillo del short. Acomodé el gorro de mi sudadera en la cabeza e ingresé al lugar mirando hacia ambos lados; buscando alguna señal de que alguien estuviera ahí.

Miré la fotografía que había de mí junto con un pan y reí.

—¿Pero si es mi niño Harry? —habló una señora de edad apareciendo por una puerta trasera—. ¿Eres tú querido?

Sonreí.

—Lo soy. Te saludaría con un abrazo, pero estaba corriendo ahora —dije con algo de pena—. Había extrañado estar aquí.

—Ay por favor —soltó con una risita característica de ella—. Ven aquí —dijo tirando de mi sudadera para abrazarme fuertemente.

Devolví el abrazo con cariño, sonriendo de por medio por volver a verla después de mucho tiempo.

—¿Por qué ya no venías?, creímos que te habías olvidado de nosotras —regañó separándose de mi cuerpo—. Estás muy desaparecido jovencito.

Reí.

—Hay mucho que contar.

—Oh, espera. Antes de que me cuentes todo, debo contarte algo yo —sonrió ampliamente—. Ayer vino alguien, y al igual que tú, estaban desaparecidos por estos lugares.

Solté una risita.

Ya sabía a quien se refería, pero disimulé no saber.

—¿Y quién era? —pregunté curioso.

—La chica de la que estuviste enamorado cuando trabajabas aquí —ríe de manera cómplice, haciendo que también ría junto con ella—. Está preciosa cariño.

Ya lo creía, ella siempre lo había sido.

—¿De verdad?

—Sí, y déjame contarte algo más —comenzó a decir como si estuviera sorprendida—. Parece que está casada, llevaba un anillo en su dedo —comentó—. Además... andaba con un niño pequeño —dijo mientras extendía su mano e indicaba el porte del niño—. Debe tener cuatro años, pero no habla muy bien aún, estoy con dudas.

Sonreí al escucharla hablar.

—Así que Leah está casada...

—Oh mi niño ¿aún sentías algo por ella? —interrogó sobando uno de mis brazos, en modo de consuelo.

—Leah es una mujer preciosa y-

La puerta se abrió sin mucho cuidado, indicando la entrada de nuevas personas, aunque más bien era de un niño pequeño entrando con emoción al lugar al ver tantos pasteles.

Over again [H.S]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora