Capítulo 5: Lo que no esperaba.

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Si hubiera sabido que tenía poco tiempo, hubiera hecho las cosas distintas

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Si hubiera sabido que tenía poco tiempo, hubiera hecho las cosas distintas.

Al escuchar mi celular vibrar sobre la mesita de luz, tapé mi cara con el edredón, tratando de evitar oírlo para volver a dormir. Giré mi cuerpo soñolienta hacia la pared y traté de hundirme en aquel sueño que estaba teniendo; un chico de ojos verdes me esperaba en el. Pero antes de volver a soñar, mi móvil vibró una vez más.

Alcancé el celular con mi mano y miré la pantalla con un solo ojo abierto. La luz era demasiado molesta cuando recién despertaba. Aunque al ver el nombre de la persona que me hablaba, me hizo abrir los dos de golpe con una sonrisa.

Harry me estaba hablando a través de mensajes, diciendo que me levantara para ir a la panadería.

Hace un mes atrás, habíamos intercambiado números para comunicarnos mejor. Él seguía siendo igual de amigable o incluso más, me molestaba cada día mandando un mensaje, y yo se lo agradecía mentalmente por hacerme feliz de ese modo.

Leí la pantalla soltando una risa.

Harry: Es hora de levantarse floja.

Tecleé rápidamente en el celular y lo mandé con mis mejillas sonrojadas.

Yo: ¿Ya estás ansioso por verme?

De verdad que no sabía de donde salía esta Leah. Coquetear con alguien, se me daba muy fatal.
Me levanté de la cama buscando mis pantuflas y al encontrarlas las coloqué para luego dirigirme hacia la ducha con el celular en mi mano. Harry no demoró demasiado en contestar, ya que mi móvil volvió a vibrar dos veces.

Harry: Sí.
Harry: ¡Ya te extraño!

Llevé una mano a mi pecho, sintiendo mi corazón latir con más rapidez que antes. Esta era la primera vez que Harry me decía algo así y no sabía como reaccionar ante ello.

Luego de haberme duchado, me dirigí al primer piso encontrándome con Arthur. Él se encontraba entretenido mirando algún video que encontró en su móvil mientras llevaba una cucharada de cereal a su boca.

—¿Dónde está mamá? —pregunté al no verla en el lugar.

Encogió sus hombros sin saber.

—No lo sé, no se ha levantado —me informó con desinterés.

—¿Qué?, pero si es la primera en levantarse.

—Papá se levantó muy temprano, lo escuché irse a eso de las cinco de la mañana —comentó mirándome de reojo—. creo que nuevamente tenía turno largo —suspiró.

Hice una mueca al escucharlo.

—Iré a comprar —avisé antes de llegar al umbral de la puerta de la cocina—. dile a mamá.

—¿Irás donde tu novio?

Entorné mis ojos cuando lo miré sobre mi hombro.

—No es mi novio.

—Pero quisieras eso —me apuntó con su cuchara y una sonrisa divertida en su rostro—. ¿puedo acompañarte para verlo?

—¡No! —negué de inmediato—. no irás.

Soltó un bufido a la vez que volvía a mirar la pantalla de su móvil, dejando de prestarme atención al fin. Cuando salí de la cocina, miré escaleras arriba y arrugué mi ceño al no escuchar ruido en la habitación de mamá.

Me causaba intriga que no despertara primero que todos, ya que normalmente siempre lo hacía para ir a nuestras habitaciones y quitarnos nuestras frazadas.

Apreté mis labios pensando en que hacer.

Finalmente decidí subir los escalones con pereza. Nuestra casa no era muy grande, por lo cual, la habitación de nuestros papás estaban a la vista de todo. Al llegar arriba, miré la puerta cerrada y acerqué mi mano a la manilla girándola con delicadeza para no hacer demasiado ruido.

Mamá aún se encontraba dormida. Dejé la puerta abierta y caminé hasta su lado viéndola descansar. Quise gastarle una broma, pero me pareció extraño al no ver movimiento en su pecho. Toqué su mejilla tratando de despertarla, sin embargo, no hubo reacción por parte de ella. Me senté en la orilla del colchón y volví a tocar su cara, dándole pequeños golpecitos para que lo hiciera; aún así no despertó.

Fue en ese minuto que caí en cuenta de algo que no esperaba por nada en el mundo; mamá no estaba en este lugar, ella se había marchado.

Entreabrí mis labios sintiendo un doloroso nudo en mi garganta. Quería gritar, pero aún así, mi voz no se hizo presente.

—¿Leah?, creí que ya te habías ido.

Giré mi cabeza con lentitud para observarlo y, en cuanto lo hice, Arthur me miró preocupado.

—¿Qué ocurre?

Mis ojos ardieron a la vez que estos se colocaban borrosos por las lágrimas que comenzaban aparecer. Y cuando cayó la primera lágrima, salió un grito desgarrador desde el fondo de mi garganta.

¿Por qué se fue de ese modo?

Over again [H.S]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora