Capítulo 19: Juguito de manzana.

1.1K 95 155
                                    

Leah

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Leah.

Sí, me sentía dolida después de haber escuchado a Harry. Pero no tenía derecho de meterse en su vida amorosa, ya que en ese tiempo y tampoco ahora, era algo importante para él; es por eso que traté de mantenerme de manera pacifica al oír sus explicaciones.

Quería decirle a mi hermano lo que pasaba con Alicia, pero no encontraba la manera correcta de informarle la situación. Él no creería, ya que estaba completamente enamorado de aquella chica embustera; el amor lo había cegado, por lo cual, era difícil demostrar algo sin tener pruebas concretas. Solo debía ser paciente, debía buscar la manera de hacer la vida imposible de Alicia y, así, lograr que ella terminara con él; era mi única opción hasta ahora.

En cuanto al viaje a Japón... no, claro que no iría.

No era una cuestión de rencor u orgullo, solo es que no podía viajar tan libremente como lo deseaba. Y me alegraba saber que Harry me entendiera en ese aspecto. Quizá más adelante, podría disfrutar de una vida mejor, pero por ahora no. Tenía prioridades y, una de esas, era ayudar en casa.

Luego de que Harry me explicara lo que había sucedido, se había marchado, ya que se lo había pedido amablemente para volver a mi casa y cenar con ellos. Pero al saber que Alicia había engañado a mi hermano, solo me hacía lograr arder la sangre en furia, así que no disfruté de la exquisita comida de mi abuela esa tarde.

Al día siguiente por la mañana, decidí salir a comprar a la tienda, ya que faltaban alimentos en la despensa y, recientemente había recibido mi paga del restaurante.

Arthur había querido acompañarme, ya que nuestros horarios habían coincidido en cuanto al trabajo. Es por esa razón que ahora nos encontrábamos caminando por la acera, de vuelta a casa con unas cuantas bolsas mientras conversábamos y bromeábamos de vez en cuando; estar con él, era grandioso.

—Opino que deberíamos tener una mascota.

Negó de inmediato.

—¿Por qué? —bufé.

—Porque no podemos mantener a otro animal.

Fruncí mi ceño al no entender su respuesta.

—¿Otro animal?

—Sip... —soltó una risa—. tú —carcajeó.

Di una inhalación con paciencia, pero finalmente terminé golpeando su brazo con mi puño luego de cambiar la bolsa a mi otra mano, haciendo que se tambaleara por la acera y se apoyara contra una muralla.

—Idiota.

Arthur no dejaba de reír.

—Aquí el único animal es tu novia —fastidié.

—¿Disculpa?

—Aceptaría esa disculpa, pero primero necesitas terminar con ella —dije a la vez que hincaba mis hombros—. es que las zorras no van bien con nuestra familia —solté con odio.

Over again [H.S]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora