Cada coincidencia es un mensaje, una pista sobre un aspecto particular de nuestras vidas que requiere atención. Y Leah... debió prestar más atención.
*Fueron amigos en su adolescencia pero el destino los separó, llevándolos por caminos distintos e i...
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Hay un capítulo antes de este (lo subí hace un ratito)
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Leah.
Bien, aquí estaba.
Con la mirada fija hacia el frente y con mis manos aferradas al objeto que llevaba sosteniendo hace más de diez minutos; tratando de darme ánimos internos para lograrlo. Estaba nerviosa y sudorosa, podía sentir como mi mandíbula estaba apretada de solo tensión. Sobre todo cuando la mirada de Arthur no se apartaba de mí; él estaba más que fastidiado.
—¡Solo hacelo! —regañó.
—¡No puedo, carajo! —devolví en un gruñido—. no eres un buen profesor —solté.
Arthur me miró con pesadez para luego abrir la puerta del vehículo, sacando una de sus piernas para marcharse de ahí, pero lo detuve sosteniendo la manga de su polo.
—Bien, lo siento. Lo haré, solo tenme un poco más de paciencia —pedí con ojos de cachorro abandonado—. hazlo por tu hermanita.
—Eres muy fastidiosa Leah.
—Sabes que me quieres y por eso lo haces.
Él solo volvió a meter su pierna y cerró la puerta volviendo a colocar su cinturón de seguridad. Cuando estuvo listo, me miró esperando que hiciera marchar su vehículo.
Tragué saliva con nerviosismo.
—Yo puedo hacerlo...
—Lo puedes —aseguró.
Asentí con lentitud, llevando mi mano hasta la llave del auto para luego girarlo. Este sonó y pegué un respingo al saber que ya estaba encendido. Tenía miedo de quitar mi pie del embriague ahora que ya sabía que podía avanzar.
—Ahora... debes avanzar muy lentamente —comenzó a decir—. debes quitar el pie con suavidad a la vez que presionas el acelerador ¡pero muy suave! —repitió nervioso.
—¿Qué hago con la palanca de cambios? —interrogué.
—Ya la tienes en primera —dijo—. ahora solo avanza, luego la cambias a segunda cuando ya lleves un buen trazo sin parar —explicó mientras ajustaba su cinturón por su pecho, asegurándose que estuviera bien puesto.
Traté de memorizar lo que dijo e inhalé aire para luego exhalarlo, como si aquello fuera algo que motivara aún más.
—Aquí voy...
Quité el pie y aceleré como lo indicó.
Aunque... no fue como lo esperé, porque muy pronto nos vimos estampados contra unos botes de basura que estaban en la esquina de la calle. Miré a Arthur aún con mis manos apoyadas en el volante a la vez que respiraba con pesadez. Y en ese momento noté como su bolsa de aire se había salido del compartimiento mientras me miraba con molestia.