XXIX

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Llegando a casa, dejando las llaves en el tazón cerca del comedor, lo primero que atrajo mi atención era el olor a galletas. La boca se me hizo agua en ese instante.

Acercándome a la cocina, destape el microondas y saque una. Mis papilas gustativas gritaron de alegría.

«Mamá hornea cómo los dioses»

Fruncí el seño, ¿Dónde estaba? Cerrando el microondas subí a las habitaciones. Asomándome en la de mamá la vi dormida, sonreí. Cerré la puerta con cuidado y fuí a mi habitación.

Agradecía a Dios que a mitad de la tarde con Steven me acordé de avisarle a mamá que me tardaría en llegar a casa, usé una mentira blanca; diciéndole que era por alguna materia. Gracias a eso, es que no me espero molesta en la sala.

«Cómo aquella vez, con Hero..»

Sacudí mi cabeza y entre al baño. Refrescandome el rostro, me quite los lentes de contacto y me puse los de pasta. No pude evitar el suspiro que salió de mi al verme en el espejo.

Marcaban las siete menos diez en el reloj de la pared, caminé alrededor de mi pieza varias veces, el sueño no venía.

Rezaba por no tener insomnio nuevamente, sino era así mañana a primera hora las pagaría caro.

Unos ruidos en la ventana alertaron todos mis sentidos y el pánico me invadió. Asomándome por una esquina de esta misma, no había nada al ver al frente, pero a segundos de descartar la idea de que estaba paranoica, una pequeña piedra golpeó el vidrio.

Al ver por esta, si mi mandíbula no estuviera adherida a mi rostro; hubiera llegado al piso.

Hero estaba abajo. Me tense.

«Mamá está durmiendo»

Le hice señas con las manos para que dejara de tirar cosas, me devolvió las mimas señas pero a diferencia de mi, él me pedía que bajara.

Mi corazón se iba a salir.

Después de indicarle que esperara, me cuestioné cientos de veces qué estaba haciendo mientras bajará las escaleras hacia la puerta. Para no hacer más ruido del necesario por la principal, salí por la del lavadero.

Sentía mi corazón latir más fuerte cuando lo tuve a sólo pasos. Iba de chaqueta negra, sus jeans ajustados y sus botas. Nunca perdía su escencia.

—Hero, ¿Qué demo-

Acunando mis mejillas en sus manos, me quito las palabras uniendo su boca con la mía. Parecía urgido, más agitado que yo incluso.

—No me podía esperar a mañana—Murmuró sobre mi boca, sus pulgares acariciaban mis mejillas.

—¿Po-por qué..—Tragué en seco—: ¿Por qué faltaste?

Apretó su mandíbula.

—Sólo tuve que hacer unas cosas.

«No me quiere decir»

—Si, pero—Levanté la mirada para clavarla en sus ojos—: ¿Qué cosas?

—Lina, no quiero hablar de eso—Susurró—: Después te explico, ¿Está bien?

«Mentiroso»

—Esta bien—Suspiré.

—¿Subimos?—Me pregunto, sus ojos brillaban; brillaban de la misma forma que la primera vez en el piso de su hermana.

—N-no,—Me sonrojé, frunció el seño—: Ningún chico sube a mi habitación.

—¿En serio?—Bufó, soltando mi rostro para cruzarse de brazos frente a mi.

—Si.

Era una regla de la casa, por la ausencia de papá, y al ser solamente nosotras dos; mamá decidió que la mejor solución era confiarnos todo y, que las reglas de la casa, para ambas mujeres iban a ser las mismas.

—Lina, después de tanto que hemos hecho en una cama, me vienes a decir que-

—Era tu cama—Aclaré, y sabía lo que significaba eso. Un nudo en mi garganta creció.

«Él no tenía restricciones»

Pasó ambas manos por su cabello, despeinandolo en distintas direcciones. Suspiró en cansancio, y sólo me hacía pensar lo peor, ¿Había venido solo para eso?

—Hero, si para eso haz venido será mejor que te vayas.

Crucé mis brazos sobre mi pecho y me abracé ligeramente, no quería hacer notar el frío que estaba sintiendo al estar aquí afuera.

Me miró incrédulo—: ¿Qué demonios  quieres decir con eso?

—Qué si solo haz venido para una sesión de lo mismo será mejor que te vayas,—Mis ojos picaban por las lágrimas que se querían aproximar—: No dejaré que me uses de nuevo.

—¡¿Usarte?!—Apretó los dientes—: ¿De dónde demonios sacas esa estupidez?

Tomé aire.

—Hero, ¿No lo vez?—Mi labio tembló—: Sólo me quieres ver a escondidas, sólo quieres sacarme de clases, no estás conmigo aún después de la primera vez,—Las lágrimas opacaron mi vista—: Sé que una vez te lo dije, pero no puedo tolerar que sólo me busques para ésto.

Sin decir nada, pasó una mano por su cabello.

—Lina, no lo entiendes.

—¿Qué no entiendo?—El nudo crecía en mi garganta—: ¿Qué?

Lágrimas silenciosas descendían por mis mejillas sin permiso, los ojos de Hero se abrieron en sorpresa dejando ver un sentimiento desconocido para mí.

«¿Dolor? ¿Enojo? ¿Pánico?»

—No llores, no llores..—Susurró con ambas manos en mis mejillas, secando las lágrimas que no dejaban de caer—: Y menos por mi, no lo soporto.

—Y yo no soporto esto,—Lo alejé de mi, y por cada segundo que me tomó dar dos pasos lejos de él, el brillo desconocido de sus ojos desapareció—: Hero siempre te estaré agradecida, pero ni aún así puedo soportar como sólo me buscas y me haces descuidar lo mio solamente para esto que venías buscando hoy.

Mi garganta me ardía, mis piernas se sentían débiles. En lo más profundo de mi anhelaba desobedecer las reglas impuestas por mamá y subir abrazarme con él. Deseaba abrazarlo justo ahora, decirle que si quiero, que quiero todo de él.

Pero no, no podía hacer eso.

No tenía respuestas de su parte, eso era lo que más me frustraba. Siempre tenía una respuesta para todo y para todos, era conocido por su carácter y mal genio. Era casi imposible entablar una discusión decente con él sin que te llenará de insultos y rebotes sin protesta.

Pero no, aquí se encontraba él, frente a mí. Sin nada que decir.

—Buenas noches, Hero.

Dije dejando escapar una lágrima más, que seque rápidamente con el dorso de mi mano. Por cada paso que daba deseaba con todas mis fuerzas que no me dejara ir, que me prometiera que íbamos a vernos normalmente, que no me iba a esconder más.

Pero no, no fue así.

~•~

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Es una nueva forma para mí de interactuar con ustedes.

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He is my hero || Hero Fiennes Tiffin #1✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora