Epílogo

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Una semana, una semana ha pasado desde que empecé a experimentar lo que era el infierno. Y no por el sitio, sino por lo que sentía en mi interior.

Esas sensaciones que te ahogan y que sientes que sino hablas sobre ello te consume, te hace querer que el dolor se detenga. Dónde intentas llenar tu mente de pensamientos positivos, dónde te inventas las mejores palabras de aliento para ti misma. Dónde te encierras, te hundes, te deprimes.

Mis únicas visitas eran los mosquitos que se colaban por mi nueva habitación, las únicas veces que salí fue para botar la basura. Me he rehusado a hablar con mamá, me ha quitado el teléfono apenas llegamos, me he sumido en un estado de desanimo insoportable.

Así paso unos días, de días pasamos a semanas dónde sabía de mamá solamente cuando escuchaba ruidos en planta baja, en la cocina, en su habitación. Parecíamos dos completas extrañas compartiendo una casa.

Una tarde, cuando me estaba preparando una cena improvisada con cereal ella se apareció por la puerta de la cocina, no pasé por alto la sonrisa que cargaba en ella.

Una sonrisa que no me contagio.

—Tengo noticias.

«No me interesa» quise decirle.

Al no ver intensión de mi parte por continuar con la conversación bufó. Se encaminó hacia una de las sillas que estaban en la barra de la cocina.

—¿No vas a responder?—Alcé los hombros, restándole importancia—: Me encontré con la mamá de Cynthia, ¿Te acuerdas de ella?

La cuchara con mi cereal quedó a cinco centímetros de mi boca, levanté la mirada solo para comprobar la verdad de sus palabras. Sin embargo, al ver la sonrisa de autosuficiencia me moleste.

—¿Y?

Actuando con indiferencia hacia el asunto podía generar dos cosas. Uno, que me contara, o dos, que se molestara y se fuera dejándome con la curiosidad.

«Por favor que sea la primera»

—Me parece una buena idea que se junten de nuevo, es buena chica.

«Gracias»

Asentí, Cynthia podía describirse como la única amiga que logré tener. Una persona que, además de ser la única mano amable que logré recibir; era la única que sabía cómo me sentía respecto a Hero.

Hero...

Sabía que Cynthia me entendía, y entendería cada una de las razones detrás de cada una de mis decisiones.

Si había una persona a la cual pudiera confiarle todo lo que siento sin duda sería ella. Rezaba a todos los dioses porque se acordará de mi, sabía que si.

Confiaba que si.

En mi cabeza, pasaron millones de escenarios dónde pudiera hablar con ella, contarle y que me ayudara. No solo a salir de ese hueco en el que caí sino tambien a distraerme de todo esto.

Incluso, podía tener esperanza de verlo. De ver a mi ojiverde.

—¿Cuando creés que pueda verla?

Mamá sonrió, capaz está pensando que está ganando conmigo cuando en realidad, la que podía ganar sería yo. No quería estar en guerra con ella, no quería que la relación de nosotras fuera peor de lo que ya es, pero siento que no tengo opción.

«¿Se dará cuenta que me siento como la mierda?» No, creo que no.

Me contó que el reencuentro de ambas fue próspero, que preguntó por mi. Eso me daba esperanza porque me recordara, le habló de que Cynthia tenía planes para la universidad en unos años, que por ahora está viviendo de forma independiente con su abuela a unas calles de sus nuevos cursos.

De forma disimulada intente decirle que me emocionaba verla, que me hacía falta una amiga. Lo tomó como si quisiera cortar un ciclo, como si con eso fuera a olvidarme y distraerme de la ausencia de Hero.

Conteniendo millones de palabras que podían iniciar una discusión le dije que si, que si a todo lo que decía. Su sonrisa era inigualable, la mía era fingida. Y la verdad, dolía que mi propia madre no notara la diferencia.

Al día siguiente, me dijo que Cynthia venía a la casa, no di un brinco al cielo porqué la fuerza no me da para tanto. Me encerré en mi habitación hasta el momento de su llegada, sabía que hoy, en unas horas iba a soltar todo aquello que me he guardado, todo aquello que me estaba consumiendo por dentro.

Comenzando con el inicio de mi historia con Hero desde que ella se fue.

Mamá gritó que llegó, y con eso mi pulso se aceleró. Bajé con pasos torpes la escalera, sentía que me podía caer así que me detuve a la mitad. Su madre estaba en la sala charlando con la mía, ella distraídamente volteó y me vio de pie sosteniendome de la barandilla.

Su rostro mostró la emoción al verme pero, al detallarme más se apresuró a correr hacia mí. Podía asegurar que mi rostro estaba contraído, repleto de un montón de sentimientos que me había estado guardando.

Cuando sus brazos me rodearon el nudo en mi garganta se intensificó, la extrañé tanto. No dijo palabra por mi expresión pero sabía que tenía dudas y cada una de ellas se la iba a responder.

En Cynthia depositaba mi esperanza, en ella iba a guardar mis sentimientos y justo ahora mi mayor deseo.

«Mi héroe»

—Cynthia, ayúdame...

Y la verdad, creo que me entendió.

~°~°~°~°~

¡POR FAVOR SIGAN LEYENDO, LES TENGO UNA SORPRESA!


He is my hero || Hero Fiennes Tiffin #1✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora