XXXVI

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Ese día.

Los odiaba, hasta los momentos no ha habido una cosa que no soporte más que ponerme los lentes de contacto. Los ojos me ardían por todos los intentos fallidos, y por más que fueran transparentes, yo sabía que solo cargaba uno puesto; no podía poner el otro sin empezar a lagrimear.

El baño estaba vacío, lo que me extraño teniendo en cuenta que era el segundo receso. Iba a ser hora de salida y a mí se me había olvidado completamente ponerme las lentillas. Sino fuera porqué necesite ver la pizarra para copiar, hubiera pasado la mañana sin ellas.

Mamá me abría matado. Cuando me dijo que las lentillas estaban listas, por un momento sentí alivio, pero al mismo tiempo frustración. A mí me gustaban mis lentes en físico, lastima que quedaron hechos pedazos en el pasillo principal.

Enviando mis lamentos hacia la papelera mental, agradecí a todos los dioses que por fin me había podido colocar el lente. Soltando un suspiro, con los ojos hinchados como si hubiera llorado por tres días; salí a buscar el salón de la última clase.

Historia básica, que me gustaba lo podía admitir pero el simple hecho de sentarme a escuchar al profesor hablar y hablar no pertenecia a las razones por las cuales no me desagradaba totalmente la materia. El profesor mandaba casi cada semana a leer unos relatos de cierta época, no mandaba libros en su totalidad porque sabía que la mayoría no lo leería.

En la puerta del aula había gente, como si esperaban que entrara el profesor para ellos pasar, ¿Tanto les molestaba esperar sentados?

Bufé en mis pensamientos para adentrarme, evitando consigo chocarme con alguien. Pude divisar en una esquina a la misma chica de la otra vez.

«¿Catherine?, ¿Katrina?»

Me sentía mal por olvidar el nombre tan rápido, aún sabiendo que ella era la única mano ayuda que había visto después de aquella humillante escena.

Iba a acercarme, pero mis planes se vinieron abajo cuando ví al profesor entrar pocos segundos después de mi. Hice una mueca en su dirección y me senté, Hero no estaba. Agradecía eso, un poco nada más. Su presencia, -por más que me gustaba- me ponía incómoda.

Es como si quisiera descifrarme con solo una escaneada. No soy tan transparente, al menos eso creía.

Una parte de mi deseaba que al día siguiente él me hablara para pedirme las notas, solo con esa pequeña esperanza en mi interior, empecé a escribir con mejor letra, sintiéndome estúpida minutos después de terminar.

Dejé salir el aire que no sabía que estaba conteniendo, no hasta que el profesor dejo de hablar y que al ver su reloj indico que nos podíamos ir. Tomé mis cosas y me dirigí hacia la biblioteca, adelantaba tarea siempre que podía.

No tenía nada mejor que hacer.

Era una rutina de la que mamá sabía, me gustaba más adentrarme en los libros aquí que en mi propio cuarto. Aquí, era como un espacio solamente para eso; en mi cuarto podía distraerme con cualquier cosa.

Pasaron minutos, incluso horas y cuando me di cuenta estaba cerca de anochecer. Quedaban todavía algunas personas en las mesas así que supe que todavía no eran las 7. Guardando mis cosas, caminé hacia la salida pensando en que había preparado mamá de cena.

—¡Hey!

Gritaron a mis espaldas, causando que me llevara la mano al pecho.

—Dios, me asustaste..—Le murmuré a la desconocida.

He is my hero || Hero Fiennes Tiffin #1✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora