XXXXVI

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Hay mucha gente en el mundo que desea el mal, hay otras que lo provocan. También, dicen que lo malo que hiciste en tu vida pasada lo pagas en la que sigue.

Quisiera saber que hice para sentir tanto dolor, quisiera saber a quién le hice tanto daño antes que me la está cobrando ahora. Me devolvería para disculparme o componerlo, una y mil veces con tal de dejar de sentirme como me siento.

Podré sonar exagerada, y puede que sea así pero quien no ha pasado por esto no lo va a entender. Conseguir autoestima es difícil, conseguir algo a lo que aferrarte también lo es, tener una persona a tu lado a pesar de todo es hermoso. Yo tenía todo eso, lo digo en pasado porque ya no lo tengo y puede que no lo vuelva a tener.

Un sollozo se escapa de mi boca al pensar que no lo podré ver. Una cosa es que yo falte y otra muy diferente es que me lo quiten, que me alejen.

Estoy cansada de ser la marioneta de todo el mundo, bastante agotador es darte cuenta al final que lo que pasó es gracias a lo que quería otra persona y no tu mismo. Sentandome de espaldas a la puerta me dispuse a ver por la ventana, en mi niñez, papá solía contarme que las mejores princesas eran las que tenían una ventana en su habitación.

Tiana tenía una ventana por la que veía las estrellas, Ariel a pesar de vivir bajo el mar su ventana era la superficie, Rapunzel en su torre tenía una por la dónde podía lanzar su cabello y salir. Papá decía que todas, tuvieran ventanas o no, tenían un sueño y esos sueños se encontraban afuera, ellas veían más allá de las paredes que las rodeaban, cada princesa anhelaba salir y vivir. Cuando papá se fue no solo se llevo su equipaje y el corazón de mi madre, sino que tambien se llevó consigo todo aquella esperanza que depósito en mi.

Todos los cuentos tenían algun personaje de apoyo, algún compañero, papá era el mío y, en todos aquellos cuentos que solía contarme antes de dormir; ninguno abandonaba a su princesa. Lágrimas silenciosas bajaban por mis mejillas, no me di cuenta cuando empecé a pellizcar la tela de mis jeans, tampoco que mi labio inferior estaba siendo mordido por mi para evitar llorar de manera insaciable porque mi ventana estaba cerrada, así como mis posibilidades.

Antes de subir dejé a mamá abajo en la cocina, no sabía que estaba haciendo y tampoco era que me importara mucho. Observando la hora en mi reloj de mesa, abrí los ojos con sorpresa al darme cuenta que eran las 12:15am. Mi mente junto con mi cuerpo se sentían agotados, pero sabía que al colocar la cabeza en la almohada no iba a poder dormir.

Su rostro cargado angustia no me dejaba tranquila.

—Mírame nena, por favor...—Murmuró sólo para ambos—: Por favor.


Tomé la almohada y la estrujé entre mis dedos.

—Hero, vete.

—Lina, no...—Sabía que él no daba crédito a mis palabras.

—Si, por favor.

—No, nena no importa que venga la policía, quien sea...—Su voz se cortó y junto con ella mi corazón también. 


Presioné la almohada contra mi rostro para ahogar un grito.

—Te pido que no me digas eso,—Jadeó volteandose para tomarme de las mejillas.


Mis ojos se volvieron a inundar, dejando deslizar lágrimas incontrolables por mis mejillas.

—¡Hero vete!—Me solté de su agarre—: ¡No hagas esto más difícil!

No, no te vayas por favor.

—Quédate, quédate...—Le murmuré a la almohada entre sollozos.

Me acosté con la almohada entre mis brazos. No era Hero, él me abrazaba por la cintura, dejaba su cabeza reposando sobre la mía debido a la diferencia de estatura. Amaba que fuera tan alto, amaba quedar pequeña entre sus brazos, las veces que me ha cargado para quedar a su altura, su ceño fruncido cuando me negaba a alguna de sus peticiones, amaba la forma de su rostro; podría pasar horas y horas mirándolo, tratando de memorizar cada mínimo detalle. Adoraba la forma en la me miraba, como si fuera yo nada más para él y en él fondo yo quería que eso fuera así. Solo yo, sólo él.

Sólo él y yo.

Al cerrar los ojos pude sentir mis pestañas más que mojadas, me ardían los ojos pero sabía que también se debía a qué no me había quitado los lentes de contacto. Me importaba muy poco el cenar justo ahora, sabía que tendría que verle la cara a mamá en algún momento pero no, no estaba lista para eso.

Todavía sin querer levantarme, voltee de nuevo hacia mi ventana y presioné la almohada más hacia mi pecho.

—Hero, ¿Qué demo-

Acunando mis mejillas en sus manos, me quito las palabras uniendo su boca con la mía. Parecía urgido, más agitado que yo incluso.

—No me podía esperar a mañana—Murmuró sobre mi boca, sus pulgares acariciaban mis mejillas.


Sonreí inconscientemente.

—Hero, no puedes por ahí a estar diciendo cosas que no son verdad—Dije tratando de mantener lo más posible su mirada con la mía.

—Nunca he dicho mentiras, nunca Lina y lo sabes—Me apuntó con un dedo, para luego acariciar mi mejilla con ese mismo.

—Pero..

—Nada,—Sonrió—: Eres mía y eso todo el mundo lo va a saber, tenga el título que tenga.


Una leve risa se me escapó a pesar del nudo en mi garganta. Hermoso idiota posesivo.

—Prometí que te iba a cuidar, que nada te iba a pasar si yo estaba ahí para impedirlo,—Murmuró levantándose—: Nena, te juro que no es solo sexo. No sé cómo más hacerte entender que me gustas, que me encantas,—Acunó mis mejillas—: Soy una mierda para todo eso, lo sé, pero te prometo que no es algo de lo que me olvidaré mañana, ni pasado, ni el que viene después..

Mi corazón latía, latía de forma desbocada al llevar mi mente hacia ese día. Sus brazos era el único sitio donde sentía paz, sabía que estaba en buenas manos porque él ya se había encargado de protegerme una vez, sus besos en la frente eran aquella medicina que necesitaba para borrar todos aquellos pensamientos negativos de mi, de nosotros.

Entre lágrimas, hubo un momento en mis ojos no quisieron abrirse más, la pesadez de mis párpados me estaba venciendo y con la imagen de mi ojiverde en la mente me entregué al sueño.

He is my hero || Hero Fiennes Tiffin #1✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora