XXXXIV

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¿Nervios?, ¿Ansiedad?, ¿Pánico?

Todos los significados para aquellas palabras se quedaban cortos para lo que se sentía en este momento. Mi corazón lo sentía en el cuello, un pitido inundaba mis oídos.

Y eso que no habíamos entrado.

—Hero esto es ridículo.

Se volteó a verme—: ¿Ridículo? ¿Por qué?

—Porque si.

No le iba a dar más palabras de las que él me ha dado la última hora. Mi pie derecho jugaba con cualquier piedra que se atravesara por el camino esperando a que Hero tocará la puerta, pero solo se dignaba a mirarme.

—¿Qué tengo en la cara?—Pregunté lo suficientemente fuerte para que me escuchara.

Suspiró con cansancio—Ahora, ¿Por qué estás molesta?

—No lo estoy.

—Lo estás y eso sí es una ridiculez.

—¿Perdona?—Crucé los brazos frente a mi pecho.

—Lo que escuchaste—Dándome la espalda se encaminó hacia la puerta pero, no era una sorpresa para mí que no la toco.

—¡Adelante!—Animé—: Dale, toca y pasa para que mamá te reciba con cantos y flores—Mi sarcasmo era notable.

—Estas siendo inmadura—Sus cejas estaban fruncidas, casi haciendo una sola. Estaba molesto, lo sabía pero no más que yo.

—¿Yo estoy siendo inmadura?—Mis ojos amenazaban con salirse de mi rostro—: Inmaduro son tus impulsos, inmaduro es que estemos parados aquí sin hacer nada más que discutir porque no te puedes esperar a que yo te diga detalles sobre la mudanza,—Su silencio me animó a continuar—: Inmaduro es que en vez de confiar en mí y en mis palabras, decides venir y buscarlas tu mismo ¡Para hacerlo mucho peor!

—No es...

—Oh ¡Si es así!—Lo interrumpí—: Al mamá verte lo que puede hacer es meterme en la cajuela del auto y llevarme bien lejos.

—No lo permitiría—Pasó una mano por su rostro, deteniéndose para cubrir su boca unos leves segundos—: Escucha

—¡No, tu escucha!—Lo señalé—: Lo más razonable y seguro era que te quedarás conmigo,—Mi garganta ardia—: Que te quedarás conmigo para ayudarme a digerir esto, ¿No lo entiendes?—Negó sin decir alguna palabra y eso sólo causo que la molestia me recorriera todo el cuerpo—: Te dije que te amo está mañana, ¿Tampoco entiendes eso?

—Lina...

—No, Lina nada—Lo corté por segunda vez—: No quiero, no quiero estar aquí porque se que las cosas se pondrán peor.

—Yo lo solo quiero respuestas, yo necesito saber cuándo, cómo y para qué tu mamá quiere hacer está mierda—¿Estaba molesto? Si, pero él desánimo en su voz no lo pude pasar por alto.

Sonreí con ironía—¿Estás seguro que no lo sabes?

—¿Saber qué?—Gruñó.

—El porqué ella quiere hacer esto.

Presionó dos de sus dedos en el puente de su nariz para luego voltear a verme—: A ver, dímelo—Cruzó los brazos sobre su pecho, eso solo lo hacía cuando quería ganar superioridad, por querer intimidar con su altura.

El muy idiota lo estaba consiguiendo.

Otra sonrisa cargada de tristeza se apoderó de mi rostro—: Para separarme de ti, —Murmuré bajando la mirada—: Más bien se había tardado, sino fuera porqué Steven vino y ella escucho capaz...

—¿Qué?

«Mierda»

Al ver su expresión supe que el ojiazul no abrió la boca por los pasillos, que Hero no tenía idea de que él se había aparecido para desatar la tercera guerra mundial en mi sala, de que la mujer que me dió la vida me había apuñalado con un montón de palabras hirientes. Quizás, lo que más le molesta no es el hecho de que haya venido —o si— sino el hecho de que en vez de habérselo dicho lo primero que hice fue salir corriendo de la nada a sus brazos.

¿Me sentía culpable? No, claro que no. Juraba por todos los santos que se había enterado, y no estoy segura si estaba en posición de decírselo porque al fin y al cabo, ¿Qué me cuenta él a mí?

—Lina, ¿Qué dijiste?—Se acercó dos pasos más, no retrocedí—: ¿Aquel imbécil vino para acá?

—Pensé que sabías—Las plantas de mi jardín se me hacían más interesantes que ver sus ojos llenos de dagas.

—¡Pues no sabía una mierda!—Gritó y me encogí en mi sitio—: Mírame.

—No.

—Joder Lina no hagas esto más difícil, mírame.

Y no fué su tono al hablar, ni sus ojos carentes de brillo lo que asustó, mi estómago se revolvió fué al ver la mirada cargada de emociones. Molestia, rabia, pero sobre todo tristeza.

—Mamá dijo que éramos un amorío mediocre,—La mejor opción ahorita era ser sincera y directa—: que lo querías era endulzarme con palabras bonitas para meterte entre mis piernas.

Sé que no es verdad, confío en que cada una de las palabras dichas por mi progenitora no se acercan a lo que en verdad sucede con Hero; pero eso no evita que el siquiera llegar a pensar en esa posibilidad hagan que me duela de la peor manera.

No conté los segundos, no tomé el tiempo en el que Hero se separó de mi para correr hacia la puerta y golpearle, eso causo que mamá abriera la puerta llena de susto. Su mirada era una clara definición de sorpresa, vergüenza pero sobre todo indignación.

Hero no estaba muy diferente, sus ojos reflejaban miedo, tristeza y molestia. Eran dos seres cargados de emociones enfrentándose en una guerra de miradas, ¿Y yo? Parada en el mismo sitio sin poder articular alguna palabra ni poder ordenarle a mi cerebro que moviera mis piernas.

En mi cabeza —mucho antes— se me pasaron distintas posibilidades de encuentro para estos dos seres que tenía enfrente, muchas de ellas eran de ellos dos llevándose bien. Que ilusa.

No sé cómo llegamos a mi sala, no se cómo logré sentarme y tampoco se cómo aquellas personas que tanto amaba se estaban gritando unos a otros.

Mi corazón latía de forma desbocada, dos personas que me quieren de distintas maneras estaban discutiendo por algo que me involucra. Hero defendía mi opinión y mi derecho a objetar sobre las decisiones que me afectar debido a que ya iba a cumplir la mayoría de edad. Mamá rebotaba todo aquello de forma exagerada sobre de que todavía era una niña y que me prefería a miles de kilómetros que a su lado.

La gota que derramó el vaso fue cuando Hero menciono que me quería, que me amaba y que no me iba a dejar así tan fácilmente.

—¿Amor?—Gritó mamá—: Tu no sientes amor querido, tú sientes deseo, lujuria por una niña como mi hija,—Lo señalo—: Apuesto que estás detrás de ella porque no te ha resultado fácil, y gracias a Dios—Alzó sus brazos al aire—: Porque mi hija no te merece, mi hija no te necesita, ella merece mucho más que un muchacho como tú.

—¿Qué sabes tú sobre lo que quiero?

Hablé por primera vez desde que entramos, mi voz salió más ronca de lo que pretendía gracias a las millones de emociones que había en mi interior. No era y no es sano retener tanto, pero por lo mismo decidí que hasta aquí.

He is my hero || Hero Fiennes Tiffin #1✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora