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-Bakugo ¿puedes salir? por favor-

Habías subido hasta la entrada del cuarto de Katsuki, quien se negó a bajar para comer, lo cual te demostró el orgullo que llevaba en sí pero lo comprendías, después de todo no lo habías tratado de la mejor manera.

Te rendiste por esa vez y comenzaste a comer sola pensando en cómo disculparte, solo que el rubio interrumpió aquello cuando bajo las escaleras.

Viste en silencio como se sentaba a tu lado y con la misma cara que siempre, empezó a comer.

-Te saldrán arrugas si sigues así-

Él esperaba que la primera palabra que saliera de tu boca en ese momento, fuera de algo relacionado con un "lamento de lo que dije hace rato" y no pudo evitar molestarse más al descubrir que no fue así.

-¡No me hables!-

-Bakugo, disculpa lo que dije. Si eres desagradable pero no tanto y yo...

-¿¡Por que crees que me importa!? ¡No me molestes!-

Se levanto con su plato para irse a sentar a la sala de estar, y no tener más tu compañía, así que te sentiste un poco deprimida por que había sido la primera vez que le costaba tanto perdonarte.

Decidiste ir a tu habitación y unos minutos después, desde la ventana viste que el rubio había salido, seguramente a entrenar ya que iba con esa ropa deportiva.

Las horas pasaron muy lento para ti así que como lo mejor que sabías hacer te dormiste, pero el golpe de la puerta hizo que tus dulces sueños se arruinaran.

¿Cuanto tiempo había pasado para que Bakugo regresara?

Por ello viste la hora en tu celular y era bastante tarde, como las nueve y media aproximadamente así que fuiste al primer piso para saludarlo.

Al no encontrartelo en el pasillo revisaste el comedor y ahí estaba, sentado en una silla en frente de la mesa con su celular en la mano.

-Hola Bakugo-

No hubo respuesta.

Te acercaste a él y pudiste notar lo rosadas que estaban sus mejillas, además su cuerpo estaba tiritando y se veía muy cansado.

Tocaste su frente sin permiso por lo que intento alejarse al instante, pero tomaste tu muñeca evitandolo.

-Tu temperatura está alta, espera, traeré el termómetro-

-¡Dije que no te me acerques!...-

Para ti era notorio que tenía fiebre pero de todas formas debías medirlo, así que cuando por fin encontraste lo que buscabas, volviste hasta él y le pediste que pusiera el termómetro en su boca.

-¡Déjame en paz, perra!-

-Bakugo no seas terco y hazlo-

-¡¡No tienes que decirme que hacer!!-

-¡Deja de discutir por cualquier cosa!-

Después de que le dijeras eso, noto lo estresada que estabas así que tomo el delgado objeto y lo puso entre sus labios sin más objeciones.

Mientras tanto tu fuiste a buscar un plato con agua tibia y un pequeño paño, que ayudarían a mantener regulada la temperatura del rubio.

Por unos segundos pensaste en que tendrías que cuidar de él más que nunca, pues ahora sí necesitaba ayuda.

-Tienes que descansar ¿si?-

-Mira quién lo dice-

La tención entre ambos seguía presente y supusiste que así sería por más tiempo, por lo que solo ignoraste ese comentario y esperaste a que subiera contigo a su cuarto.

•ℭ𝔞𝔯𝔢 𝔣𝔬𝔯 𝔪𝔢•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora