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Había un gran silencio, sólo se podían oír sus respiraciones en el cuarto, mezclándose con el tibio aire al mismo tiempo que aumentaba el ritmo del palpitar de sus corazones.

Bakugo mirando hacía la pared blanca y ordinaria, imaginando que ignoraba su timidez para abrazarte, pero aún después de todo lo que habían hecho seguía sintiéndose nervioso.

Y tú, veías su torso, con su piel blanquecina, siendo tan lisa y perfecta que te hacían querer tocarla o por lo menos rosarla con la punta de tus dedos; lo que hiciste en unos minutos al creer que Bakugo dormía.

-Al parecer soy irresistible-

Te levantaste apoyando tu brazo en su cuerpo, mientras él se movía un poco para ayudar a conectar sus miradas, lo que los hizo sentir un cosquilleo en el estómago.

-¿Aún no tienes sueño?-

-No, no puedo dejar de pensar en estupideces-

-Oh, ¿quieres hablar de eso?-

Suspiró, dudando si contarte la inseguridad que sentía desde que se peleó con el pelirrojo, o más bien desde que apareció.

-Tks, no-

Le pediste que no se siguiera preocupando, que estabas con él y que darías lo mejor para hacerlo sentir más aliviado, lo que fue increíblemente tierno a su parecer, y se sintió a penado cuando acariciaste su mejilla.

Como un lindo niño vulnerable.

Hasta que sujetó tu cabello atrayendote hasta su cuerpo, formando un abrazo que seguramente necesitaba.

-Has pasado por mucho, siento no haberme concentrado en eso... es más importante que todo lo demás, lo siento-

La culpabilidad se presentaba otra vez, pues hace dos días el rubio ceniza había estado bajo secuestro por villanos, luego tener que soportar el estrés de no saber que sucedía contigo y ese tipo, además el hecho de no poder descubrir lo que Deku y All might escondían.

Estaba cansado aúnque no quisiera admitirlo.

-Lo siento de verdad...-

-¿¡Por que te disculpas!?-

Su agarre se hizo mas fuerte, su tono de voz se puso áspero y en sus ojos aparecieron unas lágrimas, con las que luchaba para no dejar salir.

No quería que lo vieras así, pero levantaste tu mirada de inmediato, así que puso su brazo sobre sus párpados como si estuviera meditando, pero no logró engañarte.

-Eres la única persona que me hace sentir bien... no debes disculparte-

-¿Y por que lloras?-

-¡¡No estoy llorando idiota!!-

Corriste su extremidad, dejándo a evidencia sus ojos aguados y su nariz enrojecida, avergonzandolo pero a la vez, haciendolo recordar que no tenía nada que temer contigo, no tenía por qué aparentar no tener emociones.

Así que te apresuraste en pasar delicadamente tus dedos por sus ojeras, secando las gotitas que permanecieron, y aprovechando de acariciarlo, por lo que desvió la vista hacía otro lugar donde no estuvieras y sus mejillas se sonrojaron.

-Basta, me haces ver como un tonto-

-Puedes serlo, a mi me gusta si viene de ti-

Causaste que sintiera toda su cara caliente, y por eso llevó su mano a su boca para cubrirla, igual que cuando alcanzaba un límite de timidez.

-Eres muy sensible idiota-

Te sentaste en su abdomen, mientras tus labios temblaban y formaban un puchero.

•ℭ𝔞𝔯𝔢 𝔣𝔬𝔯 𝔪𝔢•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora