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Al siguiente día, miércoles en específico, quisiste continuar molesta con el rubio y por ello, todo el trayecto a la agencia fue bastante incómodo para él.

Intento hablarte un par de veces desde que se levanto en la mañana, pero ni siquiera te habías dignado a mirarlo.

Ya a las seis de la tarde se le habían ocurrido varias formas de pedir perdón, sin que fuera solo diciéndolo por que definitivamente eso no pasaría.

Al entrar a la casa no te vio en ningún lado, por lo que supuso que te encontrabas en tu habitación para no tener que pasar tiempo junto a él, y no soportaría mucho más así.

Tomo su celular y te marcó.

-¿Bakugo?-

-Ya llegué fea ¿donde estás?-

-En mi pieza. ¿Cómo tienes mi número?-

-Eso no importa...puedo, a-am ¿subir?-

-¿A tu cuarto o al mío?-

Por tu buen tono de voz el rubio ceniza asumió que quizás ya habías olvidado todo el asunto, aunque era extraño que no lo hayas recibido como siempre lo haces, y por eso seguía inseguro.

No te respondió ya que en un segundo ya estaba dentro de tu habitación, y quiso burlarse por como estabas acostada en el piso debido a la calor sofocante, pero no era el mejor momento.

-Deberias tocar antes-

Te levantaste rápido al verlo y el camino hasta tu cama, donde sin dudar se hecho encima con los brazos en su cabeza, siendo muy engreído a tu parecer.

-Ven-

Soltaste una carcajada luego de que sonara tan autoritario, ni podías creer ya estuvieras sentándote en un espacio libre del colchón, era irritante.

-Si quieres pedir disculpas empieza arrodillandote, no...

-¡No sueñes fea!...ahg, te traje algo-

Cruzaste tus brazos mientras el buscaba ese "algo" en su bolso, te convenciste de que no caerias en un juego tan sucio, es decir, comprar tu perdón con regalos no era la opción más buena.

-Chocolate... que malo eres ¿cómo estaré enojada así?-

-¡Tómalo!-

-Mm no...-

-¡No seas orgullosa perra!-

"Mira quien habla".

Puso en tus piernas el chocolate que de camino a casa compró en una tienda, eras amante de las cosas dulces y el lo sabía, así que se aprovecharía de eso.

Te obligabas a no tomarlo para mostrarte más fuerte, sin embargo la ansiedad te comenzaba a ganar poco a poco.

-En realidad perra, no sabia cual mierda te gustaba entonces traje tres-

De repente sacó otros dos chocolates de su bolso y de distintas marcas, lo cual derritió tu corazoncito por completo.

Era la primera vez que Bakugo hacía algo para arreglar una discusión, y encontraste muy linda la forma en que lo hizo, por lo que una sonrisa no demoró en mostrarse en tu rostro.

-De nada perra...-

Miraste sus gestos y te percataste de que un pequeño puchero se había formado en sus labios, además de sus ojos color carmín que estaban pegados en otro lado de la habitación.

No resististe más y te acercaste para consentir el deseo de abrazarlo, o mimarlo o que el te lo hiciera a ti.

Ya era suficiente de estar fastidiosos con el otro, debían intentar entenderse mejor.

•ℭ𝔞𝔯𝔢 𝔣𝔬𝔯 𝔪𝔢•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora