42》El secreto de los Hunt.

197 15 4
                                    

Besos intensos

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Besos intensos...

Había olvidado esta sensación y, a decir verdad, la extrañaba.

La sincronía de nuestros labios unidos, la sensación intensa, lujuriosa e insaciable, sus manos presionaban mi cintura, el pasillo de mi edificio estaba vacío, iluminado por luz tenue. Me separé jadeante de los labios de Gabriel y me di media vuelta para abrir la puerta de mi departamento, y una vez que lo hice, me adentré a la oscuridad del mismo.

Gabriel cerró con fuerza la puerta principal de mi departamento y envolvió mis labios con los suyos una vez más, un beso lleno de ansiedad, deseo y lujuria. Era insaciable, sus brazos alrededor de mi cintura y mis manos sosteniendo los costados de su cuello, deslizó sus manos y sostuvieron mi trasero para levantarme y hacer que mis piernas abrazaran su cintura, comenzó a caminar hasta que cayó sentado en el sillón, conmigo sobre su regazo.

Su cuerpo estaba ardiendo y era algo que me encantaba de él, sentir el calor que emanaba, era un ángel, pero quemaba como el infierno. Descendí mis besos a su cuello y sentí sus manos hacer presión en mi trasero.

—¿Descubrí tu punto débil? —musité contra la piel de su cuello.

Un suave ronroneo salió de su garganta y meneó lentamente la cabeza—. No creo que sea la zona, eres tú.

Lo miré rápidamente y su boca atrapó la mía de nuevo, sin titubear, un acto que me lleno por completo de chispas y me hizo arder, se deshizo de mi blusa y comenzó acariciar mi cintura con las yemas de sus dedos, separó nuestros labios y se dedicó a observar mi torso y mis pechos los cuales estaban cubiertos por mi sostén, con su dedo comenzó a trazar una línea que iba desde mi cuello hasta el final de mi abdomen, la adoración en su mirada dio un vuelco a mi pobre corazón, esa sensación que me recorrió todo el cuerpo, ese deseo, esa maldita mirada angelical que él tenía me hacía sentir única, absolutamente única y eso era todo lo que estaba bien. Me recostó en el sillón y se colocó sobre mí suavemente, me deshice de su camiseta y ahora yo tracé una línea desde sus pectorales hasta el cinturón de sus pantalones, cada milímetro de su piel ardía bajo mi toque, cada musculo se tensaba y relajaban rápidamente, atrape entre mis dedos el botón de su pantalón y comencé a desabrocharlo mientras que él se encargaba de depositar besos húmedos en mi cuello haciéndome alucinar, desear y fantasear con lo que provoca su tacto, deslicé sus pantalones con ayuda de mis piernas dejándolo en bóxer, me encantaba su mirada llena de lujuria, era excitante y muy caliente. Lo observé quitarme mi pantalón, dejándome solo en ropa interior, su mirada intensa me repasó y volvió a mí, sus labios contra los míos sin duda alguna era una sensación que extrañaba tanto.

Su mano adentró a mis bragas y comenzó acariciar mi intimidad, suave y lento, las mil y un sensaciones recorrían cada centímetro de mí, era placer puro, un placer en forma de amor. Algo dentro de mi estallaba y Gabriel sabía hacerme desear más, era cuidadoso, pero a la vez intenso. Era un ángel por supuesto, pero que sea uno no significa que siempre actúe como tal. Se deshizo de mi braga al igual que yo de su bóxer, tomé su miembro entre mi mano y comencé acariciarlo mientras repartía besos por mi cuello, su lengua te interpuso entre su ataque de besos, sentí que iba a explotar, aproximé su miembro a mi entrada, estaba ansiosa y deseaba más.

ASTARTEA. [1]✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora