9》Lista de sospechosos.

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Después de darme una ducha y ponerme ropa seca, abandone mi habitación

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Después de darme una ducha y ponerme ropa seca, abandone mi habitación. Los mellizos y Gabriel estaban en la sala de estar, Mia sobre las piernas de Azarel mientras él acariciaba su lomito.

Los tres me miraron, me dejé caer sobre el sillón a un lado de Gabriel, con su sudadera sobre mi cuerpo, brindándome una calidez perfecta, era cómoda, demasiado.

—¿Tienes hambre? —me preguntó Gabriel con una leve sonrisa. Lo miré, sus ojos chocolate brillaban de preocupación y angustia por lo de hace rato.

Le sonreí y asentí—. ¿Pedimos algo?

—Te iba preguntar si podía usar tu cocina —sus palabras me sorprendieron por lo que mis cejas se elevaron sorprendidas. Mi cocina era usada muy pocas veces, pero siempre había comida.

Miré a mis primos, estaban tan perplejos como yo. Así que volví a ver a Gabriel y asentí con una sonrisa—. Claro, toma lo que quieras.

Me sonrió y se puso de pie. Mia lo siguió de inmediato y desapareció por el pasillo. Me gustaba tener a Gabriel cerca, era tan... noble, tan inocente y astuto.

—¿Qué pasó en aquella casa? —preguntó Azarel con el entrecejo suavemente fruncido.

Los miré a ambos y suspiré. Pasé la mano por mi cara—. Maté a Roman Bach —declaré en voz baja para que Gabriel no me escuchará.

Ambos me miraron sorprendidos. El par de cejas de Ariel se elevaron sorprendido y sus labios formaron una "o". Por otro lado, Azarel frunció su entre cejo y se pasó la mano por el mentón en un acto exasperado—. ¿Te vio alguien? —preguntó Azarel con rudeza.

—Joder Astartea, nos metiste a la boca del lobo —musitó Ariel analizando la situación.

¿Los pondría en peligro?

Maldita sea, claro que no.

—Oigan, tranquilos —me puse de pie y avance hasta ellos, me arrodillé frente a ambos y los enfoqué, los dos pares de ojos azules analizándome, un par más claro casi gris, casi vacío, casi insensible, pero sé que ése par de ojos azul celeste, harían cualquier cosa mí. Y, por otro lado, aquel azul añil tan potente, tan electrizante, tan energético y sarcástico estarían dispuestos por hacerme reír, por hacerme enfadar y al igual que su mellizo, hacer cualquier cosa por mí, cómo yo haría cualquier cosa por ellos—. Ustedes saben que jamás los pondría en riesgo —susurré, coloqué mis manos sobre la rodilla de cada uno y ambos me miraron de manera extraña pero tierna—. Lo hice parecer suicidio, solo me vio Greta y saben que ella es de fiar, me tenía harta Roman, y estaba solo. Le llegó su hora.

Se miraron entre sí con una ceja enarcada, ésa mirada de mellizos, ése lenguaje corporal que ellos solos entenderán.

Me miraron y ambos asintieron—. Pero no les hizo nada, ¿verdad? —preguntó Azarel mirándome con sus azules tan claros.

ASTARTEA. [1]✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora