15》Para Eros Gabriel.

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Gabriel West

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Gabriel West.

¿Feliz cumpleaños Gabriel? Sí, sí ha resultado ser un gran cumpleaños. Pues desde que desperté esta mañana en el departamento de Astartea con ella entre mis brazos, se sintió bien.

Y durante la tarde, fui de visita con mis padres, Joey me vino a ver temprano junto con Nora y Beatriz. No más, pues nunca fui del tipo que recibía cientos de mensajes de felicitación, nunca fui un centro de atención ni un <<llama la atención>>, simplemente Gabriel y ya. Y vaya giro que da la vida, pasé de tener nada a tener lo que nunca había tenido, novia y nuevos amigos geniales.

Pero justo ahora, después de un largo rato en el que Joey me retuvo en el estacionamiento, fui por Tea a su departamento y desde que salimos de ahí, me cubrió los ojos. Tomó mis llaves y pareciendo de lo más divertida comenzó a conducir.

Después del camino en que insistí saber a dónde nos dirigíamos, el auto se detuvo y ella bajó primero, después sentí como abrió la puerta del copiloto y me ayudó a bajar, quitó la venda de mis ojos, pero antes de que pudiera ver dónde estábamos, las manos frías de Astartea cubrieron mis ojos mientras caminamos, sin tener idea de a dónde me llevaba mi novia, su risa retumba mis oídos y por alguna razón que yo tenga duda, le parecía divertido.

Tea se detuvo y de pronto sentí su cálido aliento contra mi oreja. Ésa sensación caliente me hizo tragar grueso, pues recordar sus jadeos y gemidos de ésta madrugada era fascinante e inolvidable.

—Ya puedes ver —susurró a la par que retiraba sus manos.

Abrí los ojos y mis cejas se elevaron sorprendidas, automáticamente mis comisuras se elevaron en una sonrisa amplía. Era un hermoso detalle que nunca antes me habían hecho, significaba tanto y me impresionaba aún más las personas presentes.

Mi departamento estaba lleno de globos y confeti, un pastel en la mesa de centro de mi sala de estar y en la encimera cientos de botellas de alcohol y cervezas.

—¡Feliz cumpleaños! —gritaron Noah, Ariel y Greta. Sonreí en grande y miré a Azarel quien tenía una sonrisa divertida en su rostro. Y recuerdo mentalmente que Ariel y él son tan distintos. Literalmente, polos opuestos.

Me acerqué a ellos y cada uno me dio un abrazo amistoso seguido de un feliz cumpleaños.

Cuando me separé del mellizo sarcástico, me percaté de su gran sonrisa, tan propia de él. Sus ojos eléctricos y profundos, casi siniestros, el negro azabache de su pelo estaba alborotado, su vestuario todo de negro como de costumbre, sí, sí era cool.

Pero no mi estilo.

—Un detalle —me dijo Ariel cuando me separé de él, fruncí el ceño y me tendió una pequeña caja color negro mate, un moño azul marino de tamaño igual pequeño adornaba éste, la tomé con curiosidad y sonreí.

—Gracias —le palmeé el hombro de manera amistosa y muy agradecida.

Él me sonrió sin ser sarcástico o siniestro, fue una sonrisa amigable y asintió.

ASTARTEA. [1]✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora