35》Los lunáticos Hunt.

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Astartea Hunt.

El rechinar del cercado eléctrico mando una corriente por todo mi cuerpo que me crispó la piel, el aire se volvió denso, frío y lunático. Eso solo significaba algo.

La residencia Hunt, estaba llena.

—¡Mis niños!

Exclamó lesa voz tan familiar y afectuosa una vez que el auto de Azarel se aparcó frente a la casa de Deborah Hunt, su mamá.

Los tres bajamos y los mellizos se aproximaron a su madre para abrazarla. Luego yo, sus abrazos cálidos me invadieron de paz, pues no había podido dormir hace días. Deborah cuidó de mí como si fuera su propia hija y eso jamás podría terminar de agradecérselo.

—¿Estás bien mi niña? —preguntó la tía Deborah sosteniendo mi cara entre sus manos. Asentí y la esquivé, pues no tenía muchas ganas de hablar, venir a éste lugar no me ponía contenta, todo lo contrario.

Era un vaivén de recuerdo amargos, trágicos, perturbadores y sangrientos. Rodeados de vanidad, envidia y competencia, competencia sobre que nieto era el mejor, el más fuerte.

Tres horas, tres horas fueron las que recorrimos en auto para llegar aquí, todo para alejarnos de los Hunt y mudarnos al otro lado del pueblo. Estar encerrada en un auto con los mellizos o especialmente con Ariel es algo estresante. Azarel fue directamente a su habitación y se encerró para no recibir miradas de lástima, las cosas están frágiles con la familia Hunt, que temó que una caricia, todo se quiebre. Y mi regreso no creo que sea del todo grato, desde que me mude a la ciudad con los mellizos -aproximadamente hace tres años- no volví a ver a los Hunt. Algunos de mis primos que admiraban a mi papá, ahora me odiaban, mi tío Louis -el hijo mayor de los cuatro Hunt- me odia por matar a su hermano menor y compartía su odio junto al abuelo, Charles Hunt quien murió hace unos años.

Vinimos solo por el cumpleaños de la abuela, quien insistió en que asistiera. Y no me quedo de otra, pues los mellizos no me dejarían sola. Entre a la que fue mi habitación por unos meses, desde aquí podía ver la que fue mi casa, justo al lado. Los Hunt vivían en una residencia, inmensa y terrorífica, donde la casa de la abuela, la mansión de Charles y Artemisa Hunt era el centro, del lado izquierdo estaba la casa de tía Deborah quien es la segunda de los hermanos, junto a la de ella estaba la que fue de Aquiles Hunt el cuarto hijo y justo al lado no había nada hace años, pero ahora hay una casa nueva instalada ahí, Azarel me informó que era de Dustin, el hijo mayor de Louis Hunt. Y del lado derecho de la mansión de Charles y Artemisa, estaba la mansión de Louis Hunt, junto a la de él estaba la de Rita Hunt, la tercera de los hermanos.

Pero, volvamos al hombre que me odia, Louis Hunt... vaya hombre. Reconocido por sus múltiples asesinatos y por ser un machista de lo peor. Me llena de rabia escuchar sus palabras el día que me fui de aquí. Deborah Hunt, sin duda alguna es mi ángel de la guarda, fue la única, aparte de la abuela, que no me juzgo por mis acciones contra Aquiles Hunt, tía Deborah me cuidó y sanó mis heridas como si fueran suyas. Deborah era luz en esta familia, todos la querían, todos la retaban, y resultó la más fuerte de los cuatro hijos. Rita Hunt, la mujer más desagradable que conozco, egoísta, competitiva tiene aires de creerse superior a los demás, y aunque no lo admite, odia a su hermana Deborah, porque Deborah tiene toda la atención, y Rita siempre busca desesperadamente ser ella el centro de todo, y me odia al igual que Louis, pero sus motivos aparte de que maté a su hermanito, es que también era su amante. Y, por último, Aquiles Hunt, el depravado sexual y asesino más repulsivo que conocí jamás. Aquiles era la peste, era ambicioso, cruel y enfermo.

ASTARTEA. [1]✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora