5》Para eso estan los amigos.

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Gabriel West

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Gabriel West.

Dios santo, que buen sueño tuve. Astartea y sus labios moviéndose contra los míos, su cuerpo perfecto moviéndose contra mí. Por Dios... no puedo evitar sonreír ante aquella alucinación.

Abrí mis ojos poco a poco, sintiendo mi cabeza palpitar, y lo primero que veo es a ella, Astartea está frente a mí, observándome con una sonrisa en los labios, su lunar en el labio inferior es tan sexy. ¡Dios, no fue un sueño!

Abrí mis ojos como platos y me senté tan rápido como pude, junto a ella estaba Mia en sus piernas.

—Buenas tardes señor dormilón —dijo con tono burlón.

Fruncí el ceño y miré la hora. Doce y media de la tarde, ¿Cómo es que dormí tanto?

—Lo siento —frote mis ojos—. Qué vergüenza.

Frunció el ceño y se puso de pie dejando a Mia a un lado. Se veía linda, llevaba un pijama negro, era short de tela de seda y la parte de arriba era una camisa de manga corta, los botones grandes y del mismo color, el borde de esta era blanco, su cabello estaba en un moño despeinado y ni una sola gota de maquillaje, su piel lucia suave y aterciopelada, no tenía ojeras ni marcas de alguna secuela de acné.

—Yo también acabo de despertar, no te preocupes —se sentó en el borde de la cama.

Le sonreí y me levanté—. ¿Puedo usar tu baño?

Ella asintió y se recostó en su cama. ¿Durmió conmigo?

Suspire y entré al baño dándome cuenta que estoy sin camisa, hice mis necesidades y me pare frente al lavamanos, me lave la cara y comencé a repasar la noche de ayer, solo recordaba el intenso beso de la fiesta y el de aquí, por Dios, es fantástica, pero debo seguir siguiendo su regla, ella misma me lo dijo.

Regla de oro, Gabriel. No me toques si yo no te lo pido o permito.

Ella me lo pidió y me lo permitió. Y fue una bendita gloria. Ni yo mismo me reconocía y no sé cómo tuve el valor de tocarle trasero.

Suspiré y salí del baño. Astartea estaba frente a su tocador vistiendo unos pantalones de cuero mate, tenis negros y una blusa manga corta roja que se adhería a sus increíbles curvas y se quedaba por encima de su ombligo, su cabello estaba húmedo y hasta acá me llegaba su olor fresco y limpio.

Me miró de esa manera tan sensual e intimidante mientras cepillaba su cabello—. Te puedes duchar si quieres, Ariel me trajo algo de su ropa para ti.

¿Quién es Ariel?

Le sonreí y asentí, dejó su cepillo y me entregó una toalla doblada a la perfección, sobre ésta estaba una ropa negra. Entre de vuelta al baño y me dispuse a darme una ducha para quitarme este olor insoportable a cerveza.

Cuando termine mi ducha, me coloque la ropa del misterioso Ariel, decidí solo usar la camiseta ya que mi pantalón por fortuna está limpio pero mi camisa no sé dónde está. Me puse la camiseta que tenía de leyenda una banda de rock que no me gusta para nada, pero se ve bien. Debo admitir que no es algo que yo usaría, me coloque mis tenis negros y acomode mi cabello. Salí del baño y le di las gracias a Tea.

ASTARTEA. [1]✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora