El grupo de amigos

1.6K 236 6
                                    


(Por: Adrian)

Tuve que admitir que había encontrado algo para lo que no solo no era bueno, sino un completo desastre. Pintar, claramente, no se hizo para mí.

Era frustrante porque quería llegar y "casualmente" enseñarle a Clarissa la foto del cuadro que había pintado. Sin embargo, tenía sentido que tampoco cualquier chico que sepa tocar una guitarra pueda considerarse un gran músico y componer una canción de la noche a la mañana.

Llegué a una casa color azul y comprobé la dirección. La caminata desde la estación de tren apenas me había llevado cinco minutos, aunque Google Maps dijera diez

—El acosador está aquí —escuché anunciar a Clarissa cuando toqué el timbre.

Iba a pensar algún comeback digno, pero al abrirme la puerta ella se hizo a un lado para dejarme pasar y me perdí en la visión de la casa.

Después de tantas mansiones con lo último en diseño, con cada centímetro cuidado para aparecer en una revista de interiores, contemplar este lugar hecho un desorden, con ropa tirada por todos lados y lleno de cuadros y fotografías, me hizo sentir en el mundo real como nada lo había conseguido hasta ahora.

Olía a hogar en cada ladrillo y me recordó la casa de mis abuelos en Oaxaca.

Isa se acercó a saludarme y vi por primera vez al grupo de amigos por completo.

—Chicos, este es Adrian, cliente estrella de la cafetería donde trabaja Aurora y baterista fanático de Coldplay.

—Soy mejor guitarrista y tecladista, pero me defiendo bastante con la batería —dije como saludo.

—¿Has estado en una banda antes? —Preguntó un chico delgado y altísimo que había estado junto a Isa cuando entré. No lo identifiqué de inmediato como el tipo con el que me había chocado el otro día, pero al final de la noche conseguí recordarlo.

—Tocábamos canciones de Coldplay, sí. Pero me sé muchas otras, y puedo tocar de oído también.

Todos se quedaron mirándome extrañados y tuve que recordarme que tocar de oído no era una habilidad tan común. Lo había aprendido en esos refrescantes meses después de que terminara Splash y mi mamá fuera convencida por Allison de que el plan que tenía para mi estrellato solo funcionaría si me preparaba durante un par de años hasta que cumpliera dieciocho.

Los chicos de Splash nos dedicamos a reinsertarnos en sociedad, y Aaron y yo armamos una banda con los amigos del colegio de Pax. Luego de hacerme (más) famoso, todavía había aparecido de vez en cuando en sus presentaciones, porque así funciona la amistad. A veces ser famoso es algo a lo que tus amigos no terminan de adaptarse. Ser una sensación mundial te hace sentir simplemente que el mundo se ha hecho más pequeño y que esos números no significan gran cosa.

Uno de los chicos iba a presentarse pero el alto lo detuvo:

—Veamos primero qué tan bueno eres —dijo con una sonrisa divertida—. Porque quizás resultas ser malísimo, o un acosador como dice Clary, y no queremos encariñarnos contigo antes de eso.

Clarissa se echó a reír y cruzamos una mirada retadora.

Puede que no fuera Stewart Copeland, pero había tenido muy buenos maestros, así que alguien estaba a punto de quedar sorprendida.

—¿In my place? —Sugirió.

—Eso pensaba.

Me tomo un rato para templar la batería, pero en el segundo en que empezamos con la canción, sentí una especie de fuerza revitalizadora. Tuve que controlarme durante toda la canción para no terminar asustándolos con mi súbita emoción por poder compartir la música.

Cuando terminamos, el chico alto dejó su guitarra y me extendió la mano:

—Mucho gusto, soy Oliver.

***

El ensayo siguió por dos horas, mientras me adaptaba a pequeños ajustes de los chicos, hasta que decidieron que era hora de pedir una pizza.

Empezaron a debatir en voz alta cuál debían pedir, y a argumentar que era el turno de cada uno de elegir.

—¿Y si dejamos que decida el nuevo? —Sugirió Santiago, el tecladista.

—Por mí va bien cualquiera —me apresuré a decir. Antes de que tuvieran tiempo de insistir, pregunté por el baño y huí.

No funcionaba bien con pedir deliverys y la ansiedad de tener que cuidar que los repartidores me vieran "fuera de personaje", o tener que cuidar que no empezaran a intentar averiguar sobre mis tatuajes. Sé que le pasa muchísimo a las estrellas más jóvenes, que han crecido en un mundo obsesionado con la imagen, con los likes, con la cercanía que dan las redes sociales y la convicción de que tienen derecho a saber todo sobre nuestras vidas.

A mí la fama me había quitado demasiadas cosas, aunque todo había sido muy mala suerte. Muchos de amigos famosos podían llevar vidas bastante normales, pero la forma en que había construido mi imagen hacía que la gente me persiguiera para lograr desvelar todos los secretos que mi manager luchaba por cubrir. Se sentía bien tener la cabeza descubierta, sin tatuajes y poder reír libremente.

Oliver, el chico alto, era el líder de la banda y, preferiblemente el guitarrista y vocalista principal. Recordé al fin haberme chocado con él la semana pasada mientras volvía del supermercado pero no llegué a comentarlo.

Santiago era el tecladista, Rafael era el bajista, Michael manejaba las MIDIs e interfaces, y finalmente me hablaron de Gianfranco, que era el baterista a quien yo estaba reemplazando.

Juntos formaban Abyssal Fauna desde hace cuatro años, aunque solo habían empezado a despegar como grupo desde que conocieron a Oliver y con él, a las chicas, porque ellas planificaban las presentaciones y prestaban su casa para los ensayos.

El lugar era la casa de Clarissa, que vivía con Aurora, Isa y Oliver. Este último vivía a medias entre esa casa y la de sus padres. Aparentemente, todavía se quedaba de vez en cuando en su vieja habitación ya que su oficina quedaba a tres cuadras y tenía noches de amanecida.

Lo que más me sorprendió fue enterarme que Isa y Oliver estaban casados. Entre los famosos las bodas a temprana edad no eran cosa extraña, pero pensaba que la gente del mundo real esperaba un poco más.

—No puedes poner límites de tiempo en algo así, lo que ellos tienen es increíble—exclamó Aurora como si hubiera repetido eso muchas veces antes—. Ya verás que te hacen creer nuevamente en el amor.

"No necesito que nadie me haga creer en el amor", quise responder, pero el momento pasó y de repente Oliver dijo:

—Suficiente relajo, tenemos que seguir ensayando para la mejor presentación del mundo.

Me dio una sonrisa llena de confianza y después de más de dos meses huyendo, por fin sentí que era el momento de dejar de correr.

--------

Perdón por la demora! He perdido la cantidad de horas que necesitaba dormir. 

Les dejé también una nueva canción en la historia de Lyrics :)

¡Besos y calma!

Vale

¿Dónde está Adrian Wilcox?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora