(Por: Clarissa)
Me estaba volviendo muy consciente de la frecuencia de los ensayos de la banda, ya que eran los momentos en los que más hablaba con Adrian.
A pesar de que finalmente lo habían añadido como segunda guitarra, cantante y compositor (era realmente talentoso), todavía se daba el tiempo de venir a ayudarme con algunas cosas de la cocina.
Dijo que era porque era la primera vez que vivía solo y necesitaba aprender a cocinar, pero se había quedado incluso cuando preparé galletas y le tiré una en broma (aunque en ese momento se excusó para ir al baño y pensé que lo había ofendido).
Poco a poco se había ido atreviendo a más cosas, una semana se perdió la mitad del ensayo por enseñarme a freír un snack con una masa de pasta que trajo del barrio chino. Y preparó un guacamole para chuparse los dedos.
Sin embargo, entre todas sus historias todavía sentía que algo se me escapaba. Nunca hablaba mucho de su pasado, a menos que estuviera ligado con su abuelo, y todavía no sabía qué hacía por la vida además de trabajar en una empresa que ya habíamos comprobamos que existía de verdad.
Por otro lado, teníamos en común algunas cosas que no veía venir, como el día que me acompañó a buscar un libro de cocina con mi receta favorita del pie de manzana.
—Te gusta Sherlock Holmes —comentó, señalando un extremo de la estantería.
—¿Me gusta? Debe ser el eufemismo del siglo. Lo amo, es el más increíble.
—¿De verdad?
—Claro. Ya sé que Poirot lo menospreciaba mucho y él también es un maestro, pero Holmes llevó el arte a nuevos niveles de sorprendente.
—Hay una magia en sus relatos que nadie ha podido emular, ¿cierto? —Esperó a que asintiera y continuó—: Creo que yo hubiera sido uno de los que escribió quejándose luego de la muerte con Moriarty para que continuaran la serie.
—¡Yo también! —exclamé emocionada.
Él asintió cuidadosamente y miró los libros.
—¿Tienes todos?
—No, pero los voy a conseguir eventualmente. A cambio, tengo cinco ediciones diferentes de Estudio en Escarlata.
—La que empezó todo, por supuesto —sus manos recorrieron los lomos con cuidado y parecía estar conteniéndose de sacarlos de la estantería—. ¿Así que te gustan los detectives?
—Y los misterios —añadí—, mantienen mi mente atenta casi como cuando quiero pintar.
—¿Qué pasa cuando pintas?
—Se me borra el mundo y me puedo pasar dos horas mezclando colores hasta dar con el tono exacto de azul que necesito.
Nos quedamos hablando sobre las series de TV inspiradas y otros detectives que nos fascinaban al punto de que fue Isa quien vino a revisar "si ya me había asesinado".
Y yo me sonrojé porque por un minuto, sentí que hablaba con un verdadero amigo.
***
Daba vueltas por la librería a punto de cerrar sin decidirme por nada. Isa revoloteaba impacientemente a mi alrededor porque tenía que cerrar rápido para terminar un trabajo de la universidad, así que fui por mi usual devoción hacia lo detectivesco.
—Este se ve apasionante —dije colocando sobre el mostrador un libro que prometía ser el misterio del año.
—No es malo pero está lejos de ser apasionante —dijo Isa—, hay escenas que son casi una glorificación a la pedofilia, está muy mal tratado un intento de suicidio...en fin, que lo lees bajo tu propio riesgo.
ESTÁS LEYENDO
¿Dónde está Adrian Wilcox?
Teen FictionAdrian Wilcox, el famoso cantante, ha desaparecido misteriosamente y sus fans hacen vigilias para que lo encuentren pronto. Se rumorea que se trata de un secuestro. Mientras tanto, Clarissa conoce a Adrian Summers, un chico que se hace cliente de la...