Un amigo. Nada más que eso.

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(Por: Clarissa)

El bar estaba repleto de gente y me alegré de tener un box reservado para nosotros o encontrar un lugar hubiera sido una pesadilla.

—Creo que toda la facultad está aquí —murmuró Isa—. ¿Quizás exageré un poco con insistirle a la gente para que viniera?

—La están pasando bien, deja de atormentarte.

No era una mentira en absoluto, la gente coreaba las canciones y todo el bar estaba enfocado en ellos. Ya iban a la mitad del setlist sin problemas.

—Él es realmente bueno —comentó Isa.

—¿Lo es? —pregunté intentando no mostrarme muy emocionada.

Era la que menos cultura musical tenía entre mis amigos y a veces no captaba del todo qué se esperaba de ellos. Para mí cualquier forma de arte era una forma de expresión y lo importante era qué te hacía sentir, en lugar de cuánto se adaptaba a los cánones impuestos por algunos estirados. La historia de la pintura estaba llena de nombres famosos que en su época fueron ridiculizados.

—Solo tienes que mirarlo —dijo Isa—. Lo está disfrutando al máximo.

Al menos eso era fácil de ver, porque la sonrisa no dejó su cara en ningún momento. Oliver anunció un descanso de media hora, prometió que volverían con lo mejor del setlist y la gente animó hasta que se bajaron del escenario.

Oliver vino directo a besar a Isa, y el resto de los chicos directo a los tragos.

Aurora me hizo una seña hacia la barra, a donde había ido a parar Adrian.

—Ven conmigo —dijo tomándome del brazo e intentando arrastrarme con ella.

—Déjalo estar, Aurora.

Se habían hecho cada vez más evidentes los ánimos de mis amigas por emparejarme con Adrian y empezaba a cansarme.

Me sorprendió lo rápido que se dio por vencida hasta que Adrian volvió de la barra y se sentó junto a mí.

—¿Te estás divirtiendo?

—Los he escuchado tocar decenas de veces, pero sí, siempre me divierto.

—Genial, ¿qué estás tomando?

—Un screwdriver.

—¿Es bueno?

—Es vodka con jugo de naranja, un clásico.

—Ya se está acabando —señaló—, ¿te invito otro?

—No voy a aceptar nada de ti.

Adrian alzó las manos en señal de rendición y se volvió hacia Oliver.

Pensé que por fin me había dejado en paz hasta que le extendió un billete de veinte dólares y le dijo:

—Por favor, cómprale un trago, o lo que sea que le guste en mi nombre

Se pasó al otro lado del box para conversar con Aurora.

—Está bien, deja de ser ridícula —dijo Isa sentándose junto a mí.

—¿Qué?

—Adrian está intentando invitarte un trago, como amigos.

—¿Y te has preguntado quién diablos es Adrian? Ni siquiera tiene Facebook, lo conociste cuando entró al estudio como caído del cielo, podría ser un psicópata en potencia.

—Para empezar, él volverá en un momento a tocar allá arriba, así que sería en vano que te drogara. En segundo, ¿qué clase de amigos seríamos si te quitamos los ojos de encima un segundo? Y todos los vigilantes en las puertas saben quién eres, no te dejarían salir con un desconocido.

—No quiero que piense que pasa algo más.

—Ya hemos hablado de esto, Clarissa, tienes que empezar a vivir la vida sin preocupaciones. A quién le importa que el idiota haya sido un mentiroso—más de medio año después e Isa todavía se negaba a pronunciar el nombre de mi ex-novio— . Nos engañó a todos porque pensamos que lo conocíamos.

—¿Por qué te estás poniendo de su lado?

Isa hizo un ruido de frustración que reconocí y me tranquilizó.

Me siento increíblemente protectora con todos mis amigos, porque en este mundo donde ya no tengo a mis padres y mis familiares más cercanos viven al otro lado del océano, son lo más querido que tengo. Quizás por eso me sentía tan responsable por lo de Tom.

Tom era mi ex novio y causó tantas tensiones en el grupo que agradezco que se haya ido a vivir a Carolina del Norte porque creo que si se lo cruzaran en la calle, tendrían que llamar a la policía para separarlos.

Todo había empezado con él confundiendo la sala para el taller de fotografía y terminando en mi estudio, donde llevaba media hora mezclando diferentes tonos de violeta para un atardecer en la playa. Dijo que al menos no estaba pintando un autorretrato porque dudaba que nadie pudiera dar con los colores para pintar mis ojos. Mi cabeza me decía que era un cumplido ridículo pero mi corazón dio un salto.

Tom resultó ser amigo de un camarero del bar de Iván y otro compañero del trabajo de Oliver, así que nos terminamos cruzando un par de veces antes de que finalmente me invitara a salir. Yo había estado en el cielo con la atención de este fotógrafo que llamó a su cámara como yo hasta que fue esa misma cámara la que me reveló que tenía fotos de desnudos poco artísticos de otra chica, a la que aparecía besando en varias fotos.

No había sido muy difícil dar con ella entre sus seguidores de instagram, y descubrí que él se había tomado el trabajo de eliminar cada uno de mis comentarios en sus fotos.

De repente, había sentido que me faltaba el suelo bajo los pies y que no podía respirar con normalidad. Había cambiado mil cosas por él y sin su presencia, todo se sentía fuera de lugar. Poco a poco había recuperado mi viejo yo y prometido no dejar que nadie volviera a eclipsarme de ese modo, o intentara meterse con mis amigos.

—Tienes que ir y tratar de encontrar oportunidades —insistía Isa—. No va a ser el amor de tu vida, pero podría ayudar a despejarte la cabeza.

—Tú, mi mejor amiga, me estás sugiriendo que utilice a un chico.

—Parece que tiene ganas de ser usado.

No pude evitar reírme e Isa rió conmigo. Para ese momento, Iván y Karla ya nos habían alcanzado. Iván era el dueño del bar, un viejo amigo nuestro, y Karla su novia desde hace un par de años. Karla venía acompañada de una de las drag queens de su discoteca, que finalmente se alejó hacia la barra entre las miradas curiosas de muchos clientes. Cuando devolví mi atención hacia la conversación, todos estaban mirando a Adrian, quien había empezado a hablar con Karla en español.

Oliver interrumpió la conversación para anunciar que debían volver al escenario y todos gritamos de emoción. El resto del setlist mantuvo a la gente hipnotizada al punto de que pidieron más canciones. Usualmente Oliver accedía, pero no quería arriesgarse con tocar una que no hubieran ensayado con Adrian, así que al final prometió que la próxima semana traerían nuevo material. Era medianoche cuando el DJ tomó el lugar, los camareros re—alinearon las mesas y la gente empezó a bailar.

Ayudamos a los chicos a desarmar y trasladar todos sus equipos a la camioneta de Rafa, y nos quedamos tomando una cerveza en el estacionamiento del bar.

—Por Adrian —brindó Oliver—, quien nos ha salvado la presentación y parece ser un chico realmente buena onda.

Brindé igual que todos pero sentí la mirada de Isa y Aurora sobre mí. Y me quedé mirando a Adrian, que estaba discutiendo apasionadamente con Rafael sobre un músico cuyo nombre no reconocía.

¿Debería darle una oportunidad? Obviamente no para salir conmigo, sino para sumarse a mis amigos. Solo eso. Un amigo. Nada más que eso.

¿Dónde está Adrian Wilcox?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora