El acosador de la cafetería

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(Por: Clarissa)

La campana de la entrada sonó cuando estaba terminando de imprimir un afiche y levanté la vista dispuesta a atender al nuevo cliente. Resultó ser Isa, que venía danto saltitos.

—Es bueno saber que tuviste un buen día —fue mi saludo bromista.

—El trabajo estuvo bien, nos llegaron más copias de Prohibido enamorarse de Adam Walker, pero la universidad fue de locos —respondió dejando sus cosas sobre una silla libre—, o de loca se podría decir.

—¿Qué hiciste?

Ella colocó las manos en su cintura y me miró indignada.

—Yo no hice nada, fue esa chica Megara. Es jefa de redactores del diario de la universidad, y está chiflada a un nivel supremo.

—O sea que te cae bien —bromeé.

—Está de intercambio por un año pero creo que terminará reemplazando a Gladys cuando deje la universidad. Y hablando de eso...¡la he convencido de publicar lo de la banda del fin de semana!

—¿De verdad?

—Sí, la he invitado a verlos y me ha dado todo su apoyo...¡oh, me encanta!

Isa parloteó sobre lo lindo que era el afiche que había logrado armar para la presentación del sábado, donde había combinado un fondo de colores que pinté la semana pasada con notas musicales y una tipografía llena de fuerza.

—Presentación número ochenta y seis —anunció orgullosamente.

Aunque no era la presidenta del club de fans de los chicos, Isa podría haberlo conseguido sin problemas. Era quien los presionaba para mejorar, para probar cosas nuevas y la que estaba pendiente de cómo se movía el ambiente de las bandas en la ciudad. Había sobrevivido en una tienda de música durante muchos años mientras ahorraba para pagarse la carrera de derecho, era buena reconociendo el talento y sumaba los contactos suficientes para enterarse de las cosas. Además, tenía un carisma que podría hipnotizar multitudes. La gente se topaba con esta chica de cabello de colores y una sonrisa que se podría ver desde Plutón, y no eran capaces de negarle algo.

—Ashley por fin empezará con las tomas para el video para las redes.

—¿Ya terminó su trabajo con el video institucional?

—Sí, felizmente. Estaba a punto de buscar a alguien más...

Habíamos estado esperando a que Ashley estuviera libre para grabar este video desde hacía casi dos meses. Era una excelente realizadora audiovisual y nos había dado un precio bastante accesible para lograrlo.

—Tenemos que aprovechar su tiempo al máximo porque el presupuesto considera solo tres fechas. A estas alturas ya son unos expertos, es un largo camino desde que empezaron, ¿no crees?

Isa era la que llevaba la cuenta de cuántas veces la banda de los chicos se había presentado. El lugar más común era el bar de Iván, por supuesto, pero también estuvieron un par de veces en pequeñas noches temáticas o festivales de foodtrucks.

—Claro que sí, todavía recuerdo que la primera vez Oliver fue al baño ocho veces en una hora antes de la presentación.

Isa intentó reírse pero se le quedó solo una sonrisa boba y no pude evitar que me invadiera la ternura al recordar que fue después de ese show que Oliver le pidió matrimonio. Si me preguntaban por cualquier otra persona que se casara a los veintidós años, hubiera sido increíblemente escéptica, pero bastaba mirarlos para creer en el amor. No sabía si duraría por siempre, pero esperaba de todo corazón que fuera así.

—Tierra a Isa —reclamé—. Tenemos que colgar esos afiches, cerrar e ir a casa para ordenar.

—Es verdad, mañana tienen ensayo y las tres estamos ocupadas hasta tarde.

—Primero empecemos con la tienda. Ayúdame a mover algunos cuadros para ponerlo en la vitrina central.

Tenía una idea clara de dónde quería colocar todo, así que trabajamos rápido hasta que Isa se quedó encandilada con un cuadro.

—Es hermoso —comentó mientras me ayudaba a dejarlo sobre un caballete—. Parece una florería salida de un sueño.

—En realidad, lo es. Si te das cuenta, no hay jarrones en ningún lado, las flores están combinadas y tienen los tallos en el aire.

Isa empezó a señalar detalles extraños en el cuadro, como el cielo lleno de pequeños seres humanoides, y el hecho de que solo había asumido que era una florería porque todo estaba dividido en secciones con cartelitos y lleno de color. Yo también había pensado que quizás eran los nombres de las flores en japonés o coreano pero el autor me había aseguro que no era ningún idioma que existiera.

—Es de un chico que acaba de terminar en Bellas Artes y tiene muchísimo potencial —le conté—. Le compré tres cuadros en una muestra que hicieron porque me encantó y resulta que ahora incluso tiene un agente. Creo que sale con una chica de la televisión y por eso le están prestando...¿qué pasa?

Isa estaba revisando su celular y acababa de poner una cara de preocupación absoluta.

—La infección de Gianfranco es terrible y no va a poder venir al ensayo, ni a nada —me contó—. Oliver se lanzará por el balcón, faltan cuatro días.

La campanilla que anunciaba que alguien acababa de entrar a la tienda sonó.

—Un momento, por favor —dije al aire, sin despegar mi vista de Isa—. Cálmate, ¿vale?

—¿Han estado practicando por semanas para esto y de repente se enferma el baterista? Háblame de mala suerte, ¿dónde diablos van a conseguir un baterista que se sepa todas las canciones de Coldplay y esté libre el sábado?

Hubo un carraspeo.

—Diría que yo cumplo todos esos requisitos pero no sé cómo se lo vayan a tomar.

Y allí estaba, Adrian Wilcox en todo su esplendor.

O, como decidí llamarlo en ese momento: "El acosador de la cafetería".

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Nuevo capítulo el próximo domingo.

Los dejo, la conjuntivitis me está matando.

¡Besos y calma!

Vale.

¿Dónde está Adrian Wilcox?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora