(Por: Clarissa)
Adrian apenas estaba lavándose las manos para ayudarme a cortar verduras y fui incapaz de contenerme en pincharlo.
—¿En qué estás trabajando ahora? —le lancé la pregunta a quemarropa y no pudo evitar reírse. Hasta yo terminé sonriendo un poco, por mi tono obsesivo.
—En la oficina, en un video institucional. Fuera de ella, en la intro para el podcast de unos amigos.
—¿Tienes amigos aparte de nosotros? Qué interesante, ¿cuándo nos los presentas?
—Sí sabes que los acosadores de verdad son gente muy sociable, ¿no?
Su sonrisa de gato de Cheshire se ensanchó.
—Tienes que admitir que es extraño que no estés en ninguna red social —refuté.
—Oh eso —se veía incómodo y se rascó la cabeza—. Antes sí estaba, pero tuve un par de problemas con volverme muy adicto a ellas...mi terapeuta dijo que lo mejor era dejarlas por un tiempo, así que aquí me tienes.
Reflexioné sobre ello y me di cuenta que rara vez lo veía pegado a su teléfono, siempre estaba metido en esa libreta de notas que cargaba a todos lados.
—¿Tu terapeuta?
Sonrió a medias y me di cuenta de lo insensible que debía haber sonado. ¿Quién me mandaba a preguntar sobre la salud mental de otras personas?
Deja de ser tan desconfiada, Clarissa.
—No tienes que contarme —atajé—, disculpa por la agresividad, es bueno que estés mejor.
—No hay problema —respondió—, fue hace bastante tiempo y ya estoy mucho mejor. Solo estaba pendiente de ellas, de las cosas que decían de mí...tienes que entender que vivía y trabajaba rodeado de gente a la que solo le importaban las apariencias, las apariciones en medios y demás tonterías.
—Quisiera burlarme pero el mundo del arte plástico también tiene egos del tamaño del coloso de Rodas.
Su risa fue contagiosa y hubo algo que se apretó en mi interior al ver que entendió la referencia. No es que el coloso sea algo tan desconocido, pero aun así...
—¿Eso te incluye en el grupo? —presionó con una sonrisa burlona.
—Obviamente no eres digno de nosotros, pero somos dioses generosos así que te dejamos estar por aquí.
—Es porque soy guapo, ¿verdad?
—Claro, necesitamos gente bonita en la que descansar la mirada, somos artistas después de todo.
Terminó riendo alegremente y en un movimiento fluido sacó su libreta del bolsillo y anotó algo. Quería inclinarme y saber qué diablos había escrito pero logré controlarme. Volvió a guardarse la libreta, se lavó las manos y me miró expectante.
Por un segundo casi olvidé que teníamos que preparar algo rápido porque Isa quería que Adrian conociera Valkiria y estaba picada por la curiosidad. ¿Bailaría bien? ¿Le gustaría el show?
No había mostrado ninguna incomodidad con las drag queens que Karla lleva al bar y presentaba al grupo. De hecho, era quien más conversaba con ellas.
Pero la pregunta más importante era: ¿Por qué me importaba tanto su reacción?
***
Tenía que confesar que había sido emocionante ver a Adrian en acción, no me podía creer lo bien que bailaba este chico. Estaba absolutamente agotada de intentar llevarle el ritmo pero él parecía lleno de energía e incluso estaba ayudando a Karla a cerrar la discoteca.
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¿Dónde está Adrian Wilcox?
JugendliteraturAdrian Wilcox, el famoso cantante, ha desaparecido misteriosamente y sus fans hacen vigilias para que lo encuentren pronto. Se rumorea que se trata de un secuestro. Mientras tanto, Clarissa conoce a Adrian Summers, un chico que se hace cliente de la...