Capítulo 27

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Se despertó tarde. Eran las once y media de la mañana.

Por primera vez en mucho tiempo descansó toda la noche. Nada de pesadillas ni de recuerdos tormentosos.

Giró su cabeza para ver que él aún seguía durmiendo.

No se terminaba de creer lo que pasó anoche, pero estaba tranquila.

Se levantó sin hacer ruido para no despertarlo. Cogió ropa del armario, se vistió y salió a prepararse el desayuno.

Hoy su cuerpo no pedía cafeína pero igualmente se preparó un café, por la costumbre.

Fue a la mesa del comedor y se lo tomó mirando unos documentos.

Archivó el expediente de Diego. Con la información que le había dado y la que ella ya tenía con anterioridad estaba claro que no era su objetivo.

Ahora el camino se bifurcaba. Por una parte tenía a Axel, el exnovio de su madre, y, por otra al asesino de su padre. Todo se le estaba complicando.

Dió un largo sorbo a su café.

Notó como alguien le besaba el hombro. Se giró para ver a quien ya sabía.

–Buenos días –ahí estaba, tan sonriente como siempre. Una sonrisa tan deslumbrante que, para ella, debería ser pecado.

–Hola.

–¿Cómo estás?

–Bien. He podido dormir toda la noche. Creo que hacía meses que no dormía tanto.

–Sonríe– me alegro.

Se sentó a su lado. Miraba como iba revisando documentos y apuntando cosas en una hoja de papel, pero esta vez era distinto. Ya no se le veía tensa y cansada, más bien activa y concentrada.

Y él, bueno, estaba bien.

Al principio pensó que no era lo correcto y que se iba a arrepentir, pero al ver a Amy tan relajada cambió de opinión.

No fue como la primera vez, se sentía distinto.

–Hoy vamos a visitar a Axel. Tengo que aclarar algunas cosas con ese cabrón –dijo mientras iba anotando–. Vive en Crisis City.

Sonic aún no se acostumbraba a escucharla hablar con esa decisión, pero le gustaba, le gustaba mucho.

–Me parece bien. ¿A qué hora quieres ir?

–Lo mira directamente a los ojos– ya.

–¿Ya? ¿Cómo que ya? Deja que me dé una ducha al menos.

–Sí, tienes razón, tengo ganas de quitarme esto olor a sudor de encima.

–Entonces tú primero.

[…]

–Menudo asco de casa. Un vertedero es más habitable –critica Sonic.

–Es cierto que no es el mejor lugar del mundo, pero tampoco me importa como viva este tío, este no.

Sonic la mira. Ve como mira la casa con cierto desprecio. Al fin y al cabo Axel había agredido a su madre, así que no tenía porque tenerle ningún respeto. Él lo aprobaba.

Ambos se acercaron a la puerta.

Amy picó al timbre una vez, al darse cuenta de que este no funcionaba golpeó la puerta varias veces.

–¡No compro ni acepto nada, a ver si aprendéis! ¡Iros a la mierda de una puta vez hostia!

–No venimos a darle nada, queremos hablar con usted a ser posible –responde Amy lo más educadamente posible.

Se escucha como se abre un pestillo y se entorna la puerta, no había quitado la cadena de seguridad.

Se podía ver a un erizo negro de ojos del mismo color. Conservaba una buena apariencia para su edad.

–¿Vosotros sois? –Preguntó. Tenía una voz muy grave.

–¿Podemos hablar contigo? –Dice Sonic ignorando su pregunta.

–¿Y vosotros sois? –Vuelve a recalcar su pregunta, esta vez de manera más agresiva.

–Disculpe. Mi nombre es Amy Rose, –mira a Sonic– y él es Sonic The Hedgehog. ¿Puedo hacerle unas preguntas?

–¿Eres policía?

–¿Tenemos pinta de serlo acaso? –Dice Sonic irritado, recordando como les había respondido anteriormente.

Axel por su parte cierra la puerta. Se escuchan unos ruidos y se vuelve abrir, esta vez del todo.

–Podéis pasar.

La casa era igual por dentro que por fuera, una basura.

–Perdón por el desorden y todo eso, pero no me gustan las visitas y tampoco las suelo recibir.

–Muy considerado de su parte que nos haya dejado pasar –habla Amy.

–Deja de hablarme de usted reina. Solo me haces sentir viejo –responde Axel mientras termina un cigarro, mezcla de tabaco con marihuana. Lo enciende.

–Vale.

–¿Y que habéis venido exactamente?

–Quiero hacerte unas preguntas sobre Alexandra Rose. ¿La recuerdas?

–Obvio que recuerdo a mi Alexa, el amor de mi vida. Una lástima que me dejase. Podríamos haber sido felices juntos. Seguro que conmigo aún estaría viva.

Amy apretó sus puños furiosamente, pero no dijo nada. ¿Cómo podía ser tan descarado?

–¿Entonces tú no tuviste nada que ver con su muerte?

–Por supuesto que no. Sí, estaba resentido porque me había dejado sin motivo, pero jamás le habría hecho daño.

–Tú le pegabas –dijo inmediatamente después de que él terminase de hablar.

–Créeme que lo hacía sin querer. Cuando una discusión se va de las manos solemos ser impulsivos, todos, sin excepción. ¿O qué te crees? ¿Que el erizo que tienes al lado es distinto a mí? No princesa. Una discusión y acabarás tirada en el suelo.

–¿Qué dices? No- –Sonic fue interrumpido por ella, quien estaba o al borde del llanto, o al borde de la explosión. Optaría por la segunda opción.

–Escúchame bien. No vuelvas a manchar su buen nombre con tus gilipolleces. Él no es como tú. Jamás golpearía a nadie a no ser que sea para defender a sus amigos.
Tú eres una basura, solo mira donde y como vives para darte cuenta bastardo.
Me alegro de que estés hundido en la mierda porque es lo que te mereces. Y vas a lamentar toda la vida haberle tocado una púa a mi madre.

Él se acerca pero Sonic se interpone entre ellos, plantándole cara a Axel. Ya tenía suficiente con lo que había escuchado. Y una cosa estaba clara, no iba a dejar que se acercase a ella ni un milímetro más.

–Ni te atrevas a tocarla –amenaza Sonic.

–Largo de mi casa, y reza para que no os vuelva a ver, porque si no, os vais a arrepentir.

–¿Quién te crees para amenazarme? –Encaró él, pero Amy lo cogió de la muñeca y lo sacó de la casa. No quería desencadenar una pelea, no una donde Sonic estuviese en medio.

Caminaron en silencio hasta alejarse de la casa. Amy seguía sujetando la muñeca de él con la misma fuerza.

Respiraron hondo. Desde luego no era la situación que esperaban encontrar.

–Creo que necesito una manzanilla –dice Amy.

–Y yo unos chillidogs.

Amnesia olvídameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora