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Los nervios de Poche aumentaron pero quería mantener su posición de mala, así que su rostro se tornó serio mientras que, por dentro, las preguntas comenzaron a surgir, ¿Calle escuchó algo? ¿Le dirá que ella también siente algo? ¿Será posible que algo hermoso comience? Esas y más preguntas rondaban la cabeza de la mayor, la cual simplemente esperó a escuchar lo que su contraria quería decir:


-Bueno, dilo ahora- dijo Poche intentando sonar desinteresada cuando, en verdad, estaba ansiosa por escuchar la confesión.


Daniela, al mirar que se tornó serio el rostro de la mayor creyó que se había molestado por lo cual decidió cambiar la confesión por algo estúpido.


-La comida que le dan a los prisioneros son desperdicios que a veces encuentran en la basura mezclado con caldo de res y algunas cucarachas- dijo mientras jugueteaba con sus manos, Poche se quedó callada, estuvo una semana comiendo eso y Calle no le dijo nada.


-Gracias por decirme, ahora menos comeré- dijo para después dejar el plato que la menor le dio en el suelo.


-¡No! Esa comida es de nosotros los oficiales, es sana, no te preocupes- explicó con una risita, pero Poche no estaba nada feliz así que simplemente se cubrió con la sucia manta y se recostó en el catre dándole la espalda a la castaña.- Termina la comi...- antes de siquiera poder continuar, la peliazul la interrumpió.


-Se me ha ido el apetito, cómelo tú, no has probado nada en todo el día- respondió de manera seca, no sabía por qué estaba más molesta, si por la asquerosa confesión o porque no era lo que quería escuchar, pero simplemente no quería hablar ahora con la oficial.


-Poche, perdón si no...- vuelve a ser interrumpido.


-No te disculpes, ahora solo come y déjame dormir, me sigo sintiendo mal y quiero descansar- dijo con notable enfado en su voz, no quería ser grosera con Calle pero ella no le dejaba opción.


-Como quieras- respondió también molesta para después tomar el plato y salir de aquella fría celda.


-Eres patética con eso, ¿lo sabes?- una seria Paula estaba en el pasillo escuchando la conversación de aquellas dos, ella, al igual que Poche, estaban esperando la confesión de la menor, pero simplemente no sucedió y terminó diciendo una gran estupidéz.


-¿Qué querías que hiciera? Hubieras visto su rostro cuando le dije que le confesaría algo- siguió caminando por el pasillo, la más baja la seguía por todo el lugar.


-Estoy segura que su expresión hubiese cambiado si la confesión en verdad fuese algo importante para ella- regañó la amiga a su contraria.


-¿Y qué querías que le confesara?- se frenó en seco y se volvió par a mirar a su mejor amiga- ¿Querías que le dijera que me enamores de una criminal pero que nuestro amor no puede ser por eso mismo, porque ella es una criminal y yo una oficial?- Paula se quedó totalmente sorprendida al escuchar aquello, sabía muy bien que su amiga estaba actuando raro pero el hecho de que este le confesara todo en persona le impactaba aún más.


-Estoy dispuesta a ayudarlas- soltó la menor emocionada, nada le hacía más feliz que ver a su amiga feliz con alguien.


-Estás loca, no se dará nada entre nosotras dos, no se puede ni se podrá, ¿entiendes?- al decir aquello sintió que algo se rompió dentro de ella, se odiaba por decir eso, pero ahora se angustiaba por lo que le pudiesen hacer a Poche. "No te enamores porque al final de todo va a morir" "si llegas a formalizar algo con ella la mato" recordaba esas palabras, intentaba ignorarlas, sin embargo, tenía miedo, mucho miedo.


-Si en verdad la quieres arriesgarás todo por ella- dijo la más baja con seriedad, esa era la parte que odiaba de su mejor amiga.


-¡Ese es el maldito problema! ¡No sé si en verdad la amo!- gritó, rápidamente se arrepintió- Lo siento, Paula, no quería hablarte así- se disculpó mientras rascaba su nuca con vergüenza.


-No es que no sepas, la verdad estás segura de tus sentimientos pero tienes miedo- respondió con seriedad, después se acercó más a la menor y revolvió su cabello.


-Sí... Tengo demasiado miedo- respondió mientras miraba al suelo, sabía que tenía sólo 6 putos meses para que la mayor se enamorara, desgraciadamente, cuando ese tiempo haya acabado, Poche morirá y eso era lo que más le aterraba.


-Ve lento, conforme pasen los días irás perdiendo ese sentimiento- tras decir aquello comenzó a caminar por el pasillo hasta perderse de la mirada de Calle.


-Lo que me da miedo es perderla- se dijo a sí misma mientras caminaba hacia su nueva "habitación", había sido un día largo debido a la enfermedad de Poche. Al llegar a su destino se quitó las botas, sus pies dolían.


Se dirigió a la ducha mientras se quitaba la ropa hasta quedar completamente desnuda, al abrir la llave el agua comenzó a correr por todo su cuerpo, mojando cada rincón por más mínimo que fuese. Pensaba una y otra vez en lo que escuchó de la conversación entre Paula y Poche, le parecía increíble que Poche sintiera algo por ella, parecía una cruel y desalmada criminal como para sentir algo como el amor.


Se preguntaba tantas cosas, nunca se había sentido tan confundida en toda su vida, su corazón le gritaba que amaba a Poche, que esa mujer había ganado su corazón en tan poco tiempo pero que en verdad la amaba aunque pareciera una completa locura, pero su mente le rogaba que no se enamorara, que no se arriesgara como una estupidéz como lo es el amor, que les traería demasiadas consecuencias en un futuro.


-Eres una completa idiota- se dijo para después darle un golpe a la pared- ¡Agh, mierda!- gritó, miró sus nudillos los cuales estaban sangrando, aquella sangre se iba cayendo conforme el agua tocaba las heridas pero ardían. Simplemente las lavó e ignoró el ardor.


Siguió pensando y recordando momentos, momentos que habían pasado durante esa semana, de la nada, recordó las veces que vio a la mayor desnuda, un gran sonrojo apareció en su rostro, sintió un gran escalofrío recorrer todo su cuerpo, mordió su labio inferior, soltó un pesado suspiro y echó su cabeza para atrás. Después de unos segundos se dijo:


-Lo necesito...

Enamoradas en Prisión {Caché G¡P}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora