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-¿Crees que te queremos? ¿En verdad lo crees? Eres solamente una molestia para nosotros, no te soportamos, eres total y completamente estúpida- dijo su madre con notable molestia, la pequeña niña lloraba desconsolada, no era la primera vez que sus padres la trataban así y tampoco sería la última.

-M-mamá, no digas eso, yo te quiero mucho, también quiero a papá, ustedes deben quererme- respondió la pequeña mientras intentaba abrazar a su madre, pero esta simplemente la hacía a un lado, no quería que la tocara.

Claro que no! ¡Te has convertido en una carga para nosotros! Te odiamos con todo nuestro ser, ¡muérete!- gritó para después golpear a su hija, la pequeña solamente podía llorar y preguntarse una y otra vez el por qué sus padres eran así.

Y las cosas iban de mal en peor...​

-¡Papi! Qué bueno que llegaste, te extrañé demasiado- la pequeña intentó abrazar a su padre, pero este no lo permitió.

-Hazte a un lado, estoy cansado, así que no quiero que me molestes- fue su respuesta, su maldita respuesta.

-D-de acuerdo, entiendo- tras decir esto, la pequeña niña decidió volver a su habitación para quedarse ahí todo lo que restaba del día.

En el único lugar donde se sentía bien con todo, incluyendo consigo misma, era en su habitación, ahí podía hacer todo lo que le diera la gana sin que sus padres la dañaran. Era una pequeña niña de 5 años que estaba recibiendo tanto rechazo, y ella lo veía normal.

Conforme pasaban los años entró en depresión, ella no era aceptada por sus padres le afectaba demasiado, no tenía apoyo por parte de ellos, únicamente pagaban su escuela para que se largara lo antes posible de su casa.

Al llegar su adolescencia todo fue peor, los golpes y las burlas por parte de sus padres eran mucho peores, el llegar a su casa se volvió una tortura.

-¡Já! ¿Crees que me voy a creer que esa calificación es tuya? Eres tan estúpida que no serías capaz de alcanzar un 0 de calificación, no sé a quién carajos le robaste eso así que es mejor que lo devuelvas, bastarda- fue lo que dijo su madre al ver que la nota en su examen fue un 10, un perfecto y limpio 10.

-Mierda, te estoy diciendo la verdad, ahí está mi nombre, está mi letra, es mi examen, recibí esa calificación gracias a mi duro esfuerzo, ¿por qué no lo quieres aceptar?- se sentía molesta, tan molesta que las ganas de asesinar a alguien eran demasiadas. Tras decir eso recibió una fuerte bofetada.

-¡No me hables así! ¡Soy tu madre y me debes respetar!- respondió aquella mujer.

-Si dices ser mi madre quiero que te comportes como tal- tras decir eso caminó directo a su habitación y se encerró.

Al llegar su padre todo fue peor, lo golpeó demasiado, tanto que Poché ni siquiera podía levantarse, tenía demasiada sangre en todo el cuerpo, sentía tanto dolor. No pudo hacer otra cosa que llorar, llorar por la maldita impotencia, llorar porque no podía hacer nada. Sin embargo, ese día juró vengarse de todo el daño que esas personas le habían ocasionado desde que tenía memoria.

Un tiempo más tarde conoció a Sebastián y Mario, dos chicos que la seguían fielmente y, que poco tiempo después, se convertirían en la primera y única familia que tuviera. Mario y Sebas muchas veces se dieron cuenta del maltrato de los padres de Poché hacia ella, no aguantaban ver eso, pero no podían hacer nada.

Conforme el tiempo pasaba, más chicos y niños llegaban a Poché y, al igual que sus dos mejores amigos, estos la seguían fielmente. Comenzaron a idear planes para robar, les resultaba bien el hacerlo ya que, al ser muchos y poco conocidos, era muy difícil hacer la denuncia y más cuando llevaban máscaras. Con lo poco o mucho que robaban les alcanzaba a todos perfectamente para comer, pero, después de algún tiempo, el dinero que obtenían era mayor así que comenzaron a comprar ropa, eran de un barrio pobre así que sus "familias" no tenían el suficiente dinero como para comprar ropa.

Poché, al ser la mayor, se convirtió en la "madre" de todos ellos, todos esos niños, algunos con hogar y otros sin ello, esa gran familia que estaban formando. Al poco tiempo Poché decidió irse, largarse lejos con todos los niños, habían guardado un poco de dinero como para irse a otra ciudad y ahí seguir con sus crímenes.

-¿A dónde crees que vas?- cuestionó su madre al ver que ella (en ese tiempo) castaña tomaba sus cosas dispuesto a irse.

-Lejos de ustedes, como tantas veces me lo han pedido- fue su respuesta, no miraba el rostro de esa mujer, simplemente no quería.

-Soy tu madre y solo harás lo que yo te diga que hagas- lo tomó con fuerza del brazo a lo que Poché se giró bruscamente empujando así a la mujer.

-Jamás te comportaste como mi madre, jamás, ¡en mi puta vida! ¿Por qué ahora quieres hacerlo? Eres lo peor, en verdad no sé por qué carajos me diste a luz si no me querías, ahora que tengo la oportunidad de desaparecer de sus vidas me lo estás impidiendo, ¿qué clase de mierda tienes en la cabeza?- al no recibir respuesta alguna simplemente dio media vuelta y siguió ordenando sus cosas.

Escuchó que su madre salió de la habitación, creyó que no volvería a impedirle que se fuera, pero no fue así. Su padre apareció por la puerta, la tomó fuertemente del cabello para después tirarla al suelo.

-¡¿A dónde mierda crees que vas?! ¡En esta casa se hace lo que yo diga y no te vas a mover de aquí hasta que no te lo ordene! ¡¿Escuchaste bien, maldita bastarda?!- aquél hombre gritó, comenzó a patear a la indefensa joven la cual seguía en el suelo sin poder siquiera moverse, el hombre solo quería lastimarla, pero pronto se arrepentiría.

-¡Mario! ¡Sebastián!- gritó, necesitaba ayuda, demasiada ayuda.

-¿A quién llamas? ¿A tus amigos imaginarios?- su madre se burló, sin embargo, esa sonrisa se borró cuando los dos chicos entraron por la ventana a la habitación de su mayor. Ambos chicos miraron con odio a los dos adultos los cuales detuvieron todo lo que hacían, así que Poché aprovechó para ponerse de pie, estaba lastimado.

-¡Poché! ¿Estás bien?- los dos niños se acercaron a la mayor, se veían angustiados.

-Estaré mejor cuando amarren a estos dos bastardos- respondió con odio, estaba decidido a hacerlo, a acabar con ellos. Los adultos intentaron huir, lo que no sabían era que en la puerta principal se encontraban otros 10 niños los cuales entraron sin siquiera pedir permiso.

Por fin Poché se vemgaría de todo lo que sus padres le habían hecho, 16 malditos años de dolor, de golpes y burlas, soportó demasiado, pero ya estaba harta.

Unos minutos después ambos adultos estaban amarrados y en el suelo, además, todos los niños habían tomado asiento alrededor para contemplar mejor lo que estaba a punto de suceder.

-¡Suéltanos, María José! ¡Es una orden!- exigió el hombre, sin embargo, no sabían que la Poché buena había desaparecido por completo.

-Es mi venganza, por fin van a pagar todo lo que me hicieron, todos esos golpes, todas esas burlas, sé que haciendo esto me iré a otro cualquier lugar con tranquilidad. En fin, dejemos a un lado las palabras y comencemos con la diversión- sonreían de una manera diferente a como lo había hecho anteriormente, daba miedo.

-No nos hagas daño, hija, no lo hagas- la mujer lloraba con desesperación, pero aquella chica no podía hacer nada más que burlarse, tantas veces había pedido lo mismo, que no le hicieran daño y terminaban haciéndolo.

-La decisión está tomada, siento no haberlos tomado en cuenta para decidirlo- fue su respuesta y, justo cuando todo comenzó, su madre dijo:"

-Te amo, hijo, te amo tanto. Nos vemos en el maldito infierno...

-¡Mamá!...

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Enamoradas en Prisión {Caché G¡P}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora