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El suelo manchado de sangre era lo único que el menor podía observar, solo se podían escuchar los desgarradores gritos proviniendo de la cocina, estaba en total shock.

Las sirenas de las ambulancias y las patrullas se escuchaban cada vez más cerca, el pequeño no podía reaccionar, las cosas estaban sucediendo demasiado rápido como para que pudiera reaccionar.

-¡Johan, vámonos ahora!- ordenó su padre una vez que los gritos callaron, eso solo podía significar algo, la víctima había muerto. El pequeño no podía procesar todo lo que estaba sucediendo, sentía que en cualquier momento se iba a desmayar.

-¡Johan! ¡Vámonos, carajo!- gritó su madre, el niño no reaccionaba así que la mujer no tuvo más opción que tomarlo de la mano bruscamente y sacarlo de esa habitación, no iban a dejar que los atraparan.

No era la primera vez que Johan se encontraba en una situación así, pero en veces anteriores no habían ambulancias, mucho menos policías. Aquella mujer dejó al niño en el asiento trasero y, rápidamente, subió al asiento del copiloto, justo a un lado de su esposo el cual no desperdició tiempo y arrancó el auto, pisó el acelerador como nunca, necesitaban escapar.

-M-mami, ¿a dónde vamos?- cuestionó el menor al salir de su shock, estaba asustado.

-No lo sé, bebé, pronto lo sabremos- fue la respuesta de su madre la cual se sentía angustiada por muchas cosas, principalmente por su hijo. Ambos intentaron ser buenos padres, lo único malo en ellos es que son criminales, hacían trabajos sucios a cambio de una buena cantidad de dinero para poder sacar adelante a su pequeño.

El sonido de las sirenas se iba acercando a ellos cada vez más, claramente estaban perdidos. Johan no pudo aguantar el llanto, tenía tanto miedo.

-No llores, hijo, todo va a estar bien- decía su padre mientras lo miraba por el retrovisor, quería tranquilizar a su hijo aún sabiendo que las cosas acabarían mal.

-T-tengo mucho miedo, me da miedo el sonido de las sirenas- dijo aún sin dejar de llorar, sabía muy bien lo que podía suceder si el sonido se acercaba aún más y si los atrapaban.

-Joxi, cierra los ojos y cuenta hasta veinte, verás que el miedo va a desaparecer- pidió su madre, era la única manera en la que podía tranquilizar a su pequeño. Y así lo hizo, Johan cerró sus pequeños ojos y comenzó a contar.

...Pero esos veinte segundos bastaron para que sus vidas cambiaran drásticamente...

Un grupo de patrullas se cruzó en su camino, las otras patrullas que iban detrás los alcanzaron para así rodearlos e impedirles que pudieran huir.

-Mami, ¿qué está pasando?- cuestionó al abrir los ojos, no sabía lo que sucedería, venía la peor parte. La mujer no respondió nada, no quería volver a asustar a su hijo.

La pareja estaba dispuesta a dar batalla, pero sabían que no tendrían oportunidad. Los policías, al ver que los criminales no actuaban, se acercaron al auto para comenzar a bajarlos. Abrieron las puertas y los bajaron de una manera muy ruda, no les importó que estuvieran lastimando a una mujer, mucho menos que su hijo estuviera mirando desde adentro.

-¡Mami! ¡Papi! ¡Déjenlos!- gritaba, intentó abrir la puerta para salir a ayudarles, pero no podía. Esposaron a sus padres después de verificar que no llevarán ningún arma o algo peligroso.

-Bajen al niño del auto- ordenó el oficial superior, así lo hicieron. Abrieron la puerta trasera del auto y tomaron al pequeño en brazos.

Enamoradas en Prisión {Caché G¡P}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora