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-¡¿En un hospital?! ¡¿Por qué?!- Sebastian estaba alterado con aquella información, Poche era como su hermana y el simple hecho de saber que la llevaron a un hospital le aterraba.

-No lo sé, pero si es eso debemos movilizarnos y rescatarla antes de que la lleven de nuevo a prisión- respondió Mario mientras tomaba las llaves de una de sus muchas camionetas.

-¿Ahora mismo?- cuestionó Sebastian con nerviosismo, jamás habían hecho ningún movimiento sin antes planearlo y que ahora lo hicieran le angustiaba.

-¡Claro! ¿Acaso quieres esperar a que la lleven a su muerte segura? No, gracias, yo no quiero eso- respondió un Mario apresurado, llamó a 5 de sus hombres los cuales inmediatamente subieron a la camioneta- Vámonos- ordenó a Sebas el cual estaba dudando sobre todo eso, no quería que los atraparan también.

-Ya voy- dijo para después subir al asiento del copiloto, Mario subió al asiento del conductor y, sin esperar más, encendió la máquina y aceleró. Salió del escondite para comenzar a conducir hacia el hospital más cercano y grande que se encontraba cerca de la prisión.

-Ya vamos, Poche...

...

La mayor abrió los ojos, después los talló con las palmas de sus manos y soltó un bostezo, miró el reloj de pared el cual indicaba las 14:17 p.m.

Miró a su alrededor para encontrar a su, ahora, novia, pero estaba totalmente sóla cosa que le extrañó, no recordaba que Calle le dijera algo como que fuese a salir a algún lado. Simplemente se puso de pie para salir a buscarla, pero un fuerte dolor en la cadera le impedía moverse más.

-Mierda, no creí que fuese a doler tanto- se dijo mientras se apoyaba de la mesita de noche, sabía que lo que habían hecho en la madrugada le traería esa "consecuencia" pero no creyó que fuese tan doloroso.

-¿Estás bien?- cuestionó Calle mientras entraba, el rostro de Poche tomó un leve tono rojo, no quería que Calle la viera así.

-S-sí, estoy bien- respondió nerviosa, se maldecía internamente mientras intentaba regresar a la camilla.

-No lo creo, quédate ahí, no te muevas- pidió la menor para después dejar una bandeja con comida sobre una mesa y acercarse a la mayor, lo tomó de la cintura y después lo tomó en brazos.

-No hagas eso- la peliazul se quejó a lo que la castaño solamente soltó una pequeña risa- Bájame- ordenó, pero Calle no lo hizo, incluso le dio un paseo por toda la habitación para hacerla molestar aún más y lo consiguió.

-No te bajaré, cariño- dejó un pequeño beso en la punta de la nariz de la contrario.

-Me dan asco- dijo Johan mientras entraba de nuevo a la habitación, cerró la puerta detrás de él, se acercó a las menores, esas dos simplemente rodaron los ojos, la menor solamente dejó a la mayor en la camilla y comenzó a vestirlo.

-¿No se suponía que estarías en la prisión trabajando?- la menor estaba algo molesta con Johan por interrumpirlas en su momento "romántico"

-Sí, pero el jefe me envió para acá, no quiere que las deje solas mucho tiempo, de hecho me ordenó que asesinara a Poche si ustedes dos empezaban una relación o algo similar...- hizo una pausa para poder mirar las expresiones de los otros dos, Calle inmediatamente se colocó frente a Poche y sacó su arma, enseguida le apuntó al mayor el cual simplemente comenzó a reír-... Tranquilas, no haré nada, o bueno, no ahora, tengo otros planes para ustedes, no se preocupen, su relación será nuestro secreto

-Y si dices algo me encargaré de matarte con mis propias manos- amenazó la menor mientras guardaba su arma de nuevo.

-Sí, sí, como digas, pero les advierto que...- antes de poder seguir un estruendo se escuchó por toda la habitación, la puerta había sido derribada.

-¡Que nadie se mueva!- ordenó Mario, inmediatamente Johan y Calle sacaron sus armas y se colocaron frente a Poche.

-¡Mario!- la peliazul se emocionó al ver a uno de sus mejores amigos, pero también sentía miedo por el azabache y el castaño, no quería que llegaran a dañarse.

-Vinimos por ti así que levántate y vámonos- dijo Sebastian mientras entraba a la habitación

-No, Poche no se va de aquí y si se le ocurre irse lo voy a matar- tras Johan decir eso apuntó directo al pecho de la peliazul.

-Aquí los que decidimos lo que se hace somos nosotros, Poche, vámonos- ordenó Mario sin bajar el arma, estaba decidido a disparar si hacía falta. Poche se apoyó con dificultad de la camilla, bajó de esta y comenzó a caminar hacia sus mejores amigos.

-¿Estás segura que te irás? Bueno, espero que esto te haga cambiar de opinión- el mayor apuntó hacia 

-¡¿Qué haces, idiota?!- la menor estaba molesta y, a la vez, asustada.

-Ella dice que te ama así que esto será una prueba clara de su "amor"- la peliazul se encontraba entre la espada y la pared, sabía que cualquier decisión afectaría a alguien.

-Espera, ¿amor? ¡¿Qué mierdas?!- tanto Mario como Sebastián estaban desconcertados, ¿cómo Poche se había podido enamorar de una oficial?

-Déjala en paz, Vera- ordenó la peliazul con temor, sabía que Johan estaba loco y que no le importaría asesinar a nadie.

-Regresa a la camilla y lo haré- respondió con una enorme sonrisa, sabía que ese era su punto débil y que ahora podía manipularla como quisiera con tan solo utilizar a la menor.

-Déjala ir- insistió mientras hacía puños con sus manos, se estaba desesperando.

-Ya sabes lo que tienes que hacer- respondió mientras colocaba uno de sus dedos en el gatillo.

-Poche, vámonos- Sebastián ordenó con seriedad. Johan tomó su radio y dijo a través del aparato:

-Atención a todas las unidades, necesito refuerzos en el hospital donde se encuentra Killer, es una emergencia- en ese momento Poche supo que sus mejores amigos podían ser capturados, temía por eso.

-¡Hay que largarnos! ¡Apresúrate!- Mario se estaba desesperando.

-¡Váyanse!- ordenó la peliazul a sus dos menores para los cuales era increíble que la líder estuviese diciendo aquello.

-Estás loca, vinimos por ti y nos iremos de aquí los tres- dijo Sebastián con molestia, Poche era como su hermana y no estaba dispuesto a dejarla por más tiempo ahí.

-Solo váyanse, no quiero que los arresten también- la voz de la peliazul se quebró, estaba siendo la decisión más difícil de su puta vida.

-Vámonos, Sebastián - dijo el azabache para después bajar su arma.

-¡No! ¡No pienso dejarla aquí!- gritaba con furia y, a la vez, con tristeza.

-No es una pregunta, es una orden- cuando la peliazul dijo aquello comenzaron a escucharse las sirenas de las patrullas, tenían poco tiempo para salir.

-¡Solo vámonos!- Mario gritó, sabía que si no salían rápido las consecuencias serían muy grandes.

-¡No pienso moverme de...!- antes de que Sebastián pudiese terminar la frase un fuerte disparo se escuchó por toda la habitación...

Enamoradas en Prisión {Caché G¡P}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora