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-Ah~más~... Necesito más~- suplicaba la mayor mientras se aferraba con fuerza a las sábanas. Entre las piernas de la mayor se encontraba Daniela penetrándola una y otra vez mientras mordía el cuello de la Peliazul.

-Estás tan apretada, me encanta- la menor se mordía el labio inferior, pero después continuaba a morder el cuello de su contraria, sabía que ese era uno de sus puntos débiles y le encantaba.

Poche enterraba sus uñas en la espalda de la menor lo que provocaba que aumentara la velocidad, jamás habían sentido un placer tan grande como lo que estaban sintiendo ahora, no querían parar por nada del mundo.

-Te amo~ te amo tanto~- Poche gemía con desesperación, Calle le estaba haciendo sentir el placer que jamás había sentido con ninguna mujer.

-Yo te amo más, gatita- respondió la menor para después besar a Poche, la cual recibió los labios de la otra de una manera tan especial.

Los gemidos que soltaba la peliazul se escuchaban en toda la habitación y, seguramente, también en todo el pasillo, a ellas no les importaba que las escucharan, de hecho eso era lo que querían, querían dejarle bien en claro a todo el mundo a quien pertenecían, querían que todos se enteraran que se amaban con pasión y locura, querían que todos se dieran cuenta de cuánto amor se tenían.

-Cambiemos de posición- pidió la menor mientras se alejaba un poco de la peliazul la cual, como si ya supiera qué posición le pediría su contraria, simplemente dio media vuelta sobre la camilla y levantó su trasero, Calle no pudo evitar soltar una pequeña risita.

-Cállate, no hagas que mi cuerpo excitado te cambie por cualquier otro solo para poder satisfacerme- dijo una Poche avergonzada, su rostro estaba totalmente rojo por la vergüenza, creía que le resultarían excitante a la menor tomar esa posición sin que lo haya pedido pero el simple hecho de saber que le provocó una risa le dio vergüenza.

-No vuelvas a decir eso- respondió una Daniela molesta, inmediatamente la penetró haciendo que la mayor soltara un pequeño grito- Eres solo mía, de nadie más- al escuchar las palabras de la peliazul la molestia se apoderó de ella, no imaginaba a Poche teniendo sexo con nadie más, su sangre ardía al pensarlo.

-¡Ah~! ¡Más~!- la peliazul gritaba de placer, ahora sabía que debía hacer enfadar a la menor para obtener lo que quería.

-¿Quién es tu dueña?- la castaño sujetó a su contrario del cabello, eran tan masoquistas.

-¡Ah~! ¡Tú~! ¡Tú eres mi dueña~!- gritaba la mayor, se sujetaba con fuerza a la camilla, sentía que se quedara afónica de tanto gritar.

-¿Cuál es mi nombre? ¡Anda! ¡Grítalo!- exigió la menor mientras embestía con fuerza a la mayor, de la cual comenzaban a salir lágrimas de placer.

-¡Ngh~! ¡Ah~! ¡Ah~! ¡D-Dani~!- no podía hacer más que gritar, sentía tanto placer que no podía articular una jodida palabra y eso hacía que la menor se excitara aún más.

-Di mi nombre, ¡grítalo!- ordenaba la castaña, estaba a punto de terminar y quería hacerlo con los gritos de la mayor, la cual estaba comenzando a temblar.

-D-Dani... Daniela... Ah~... ¡Ah~! ¡D-Dani~!- comenzó a morder una sábana, estaba tan excitada que no sabía cómo expresarlo.

-Así~, me encanta- dijo la menor para después frenar de la nada, la mayor no podía entender el por qué, miró hacia donde se encontraba la castaña y, con el ceño fruncido dijo:

-¿Qué sucede? ¿Por qué frenaste?- su respiración estaba agitada y un poco de sudor escurría en su rostro.

-No quiero terminar aún, quiero pasar toda la noche despierta mientras te hago el amor- respondió la menor para después recostarse a un lado de la mayor, la cual estaba un poco molesta por aquella acción.

-Me voy a enfriar- dijo la mayor para después mover un poco su trasero provocando a la otra, la cual la tomó con fuerza de la cintura, enterreba sus dedos en la piel de la peliazul haciendo que esta tomara un tono rojizo por la presión.

-No quiero lastimarte, las vendas se te van a desacomodar y las enfermeras vendrán a regañarme- explicó la menor mientras, con una de sus manos, acariciaba algunas partes de la piel que no estaban cubiertas con vendas.

-No me importa eso- la peliazul respondió con un tono sensual. Sin dejar esperar más tiempo la menor levantó una pierna de su contraria, la sujetó con fuerza para después penetrarlo sin siquiera avisar.

La mayor era tan estrecha que envolvía perfectamente el miembro de su contraria la cual era tan grande que podía tocar el punto dulce de la peliazul con facilidad.

-Esta vez iré lento, te haré el amor como tal, no solo follaremos, te expresaré todo lo que siento por ti de est forma, así que no quiero que pidas que vaya más rápido- advirtió la menor, a lo que la mayor accedió sin problema alguno.

Ambas se sentían tan emocionadas y, a la vez, asustadas, ni siquiera en su primera vez se sintieron así, sabían que este encuentro era especial, lo sabían por lo que debían seguir manteniéndolo como algo especial. Ambas habían follado con muchas mujeres, pero jamás tuvieron el sentimiento de ese momento, ¿cuál era ese sentimiento? El amor.

Por primera vez ambas se sentían amadas y correspondidas, por primera vez estaban experimentando como tal a lo que se refería el amor, por primera vez se sentían completadas por la otra, por primera vez el sentimiento de soledad había desaparecido... Por primera vez se estaban entregando completamente... Por primera vez ambas se habían enamorado locamente... Por primera vez sabían que no iban a poder vivir sin la otro porque ya eran solo una.

Los gemidos de la mayor iban en aumento, pero la menor no había aumentado la velocidad, se sentían demasiado extasiadas aunque el ritmo no fuera rápido, aunque la posición no fuese la más vulgar.

-Te amo~- gimió la mayor, sentía que terminaría en cualquier momento, pero no quería hacerlo, no aún.

-Yo te amo mucho más- respondió la castaña para después terminar dentro de su contrario la cual, al sentir el líquido caliente dentro de ella no pudo resistir más, todos sus fluidos terminaron en las sábanas.

Ambas se recostaron agotadas sobre la camilla, tenían una enorme sonrisa en sus rostros, se sentían tan vivos. Entrelazaron sus dedos y se miraron fijamente a los ojos perdiéndose así una vez más en la otra. Unieron sus labios en un tierno y delicado beso, tal y como si fuera la primera vez que lo hacen.

-Vaya, vaya, qué hermosa escena...

Enamoradas en Prisión {Caché G¡P}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora