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Maratón 4/?

El azabache tomó asiento en una incómoda silla de la sala de espera, se sentía una completa mierda. Llevó sus manos hacia su rostro y, sin esperarlo, comenzó a llorar, no había querido dañar al menor, era lo que menos quería pero lo hizo.

Recordaba aquella mirada del menor, aquella mirada llena de dolor y tristeza, sus ojos estaban llenos de lágrimas, todo por culpa del mayor.

-Maldita sea- se dijo, solo quería correr hacia la habitación y pedirle perdón, arreglar todo, pero sabía que podía seguirle haciendo daño y, probablemente, el daño sea mucho mayor. Antes de tomar otra decisión necesitaba aclarar sus sentimientos, necesitaba decidir qué era lo que quería para su vida.

Era consciente de haber perdido a Sebastián el cual, aunque no quería aceptarlo al 100%, estaba perdidamente enamorado de la Rubia. Mario había perdido a ambos hombres, y lo sabía muy bien, entonces eso hacía que se sintiera aún más idiota.

-Doctor, Mario José despertó- informó la castaña, el doctor rápidamente fue a la habitación del mencionado. Calle tenía los ojos rojos e hinchados por haber llorado, se sentía muy mal por Poché, quería hacer algo para ayudarla pero no sabía qué. La menor miró hacia las sillas de la sala de espera, ahí vio al azabache y, sin pensarlo dos veces, tomó asiento al lado de este. Ninguno de los decía nada, era un silencio cómodo.

-¿Cómo está Poché?- cuestionó el mayor mientras apartaba sus manos de su rostro e intentaba simular que no había llorado.

-Se ve bien de salud, pero...- hizo una pausa para intentar deshacer el nudo que se había formado en su garganta-...​ Me preguntó por sus padres- el hecho de recordar aquella noticia le provocaba escalofríos en el cuerpo.

-¿Qué? ¿Cómo que te preguntó por ellos? ¿Qué le dijiste?- olvidó por un momento sus "problemas" y se concentró totalmente en lo que había sucedido con Poché.

-S-simplemente me preguntó por ellos, fue como si estuviera esperando que ellos estuvieran aquí en la sala de espera, yo...​- sollozaba con fuerza, como si fuera una niña pequeña, ni siquiera podía seguir hablando.

-¿Tú qué? ¡¿Qué hiciste?! ¡¿Qué mierda le dijiste?!- exclamó con impaciencia, necesitaba saber la respuesta.

-Le dije...​ Le dije la maldita verdad, ¡le dije que ella los mató!- respondió y cubrió su rostro con sus manos- Estaba muy triste, estaba gritando y llorando tanto, quería repetir la respuesta y decirle que ellos estaban bien, que estaban en su hogar esperándolo, pero sé que es lo mejor para él, no quiero mentirle

-Mierda- el azabache soltó un pesado suspiro, nunca pensó que esto sucedería, jamás lo imaginó- Él los odiaba tanto y asesinarlos era lo que más quería, no entiendo por qué se arrepiente ahora- se sentía molesto, muy molesto con Poché.

-Lo sé, pero las veces que ha hablado del tema he visto que se pone mal, muy mal, yo sé que lo trataron mal pero eran sus padres y...​- el mayor lo interrumpió.

-¡¿Qué tiene que ver que sean sus padres?! ¡¿Eso qué carajos tiene que ver?! ¡Los padres son una mierda! ¡¿Sabes qué hicieron los míos a mis 5 años de edad?! ¡Me abandonaron en el maldito basurero! ¡Me dejaron ahí como una maldita basura! Si hubiera tenido la oportunidad de hacer lo mismo que Poché lo hubiera hecho sin remordimiento, me trataron de la mierda, ¡entonces no sé por qué Poché se arrepiente tanto! ¡La trataron pésimo! No me vengas con tus cuentos y decirme que debemos "amar" a nuestra familia aunque nos traten mal, aunque sean mierda con nosotros- quería ir a gritarle, quería ir hasta la habitación de Poché y decirle que era un estúpida, pero no podía hacerlo.

Calle simplemente guardó silencio, se puso de pie y regresó a la habitación del .

-Idiota- dijo Mario, ahora que se había quedado solo volvió a pensar en lo que estaba sucediendo con Paisa, decidió regresar al escondite, no quería seguir ahí, solamente quería olvidarse de todo.

...​

Ambos​ chicos estaban agotados, sus cuerpos sudados no daban para más, estaban tan cansados y, a la vez, tan satisfechos.

-Paula, debo ser honesto contigo- tras decir aquello tomó la mano de la menor y le sonrió- Es el mejor sexo que he tenido en toda la vida- tras decir aquello soltó una ligera risita, la rubia no sabía si sentirse halagada o ofendida por aquello.

-Digo lo mismo- respondió también con una risa. Ambos se quedaron en completo silencio, era algo cómodo. La menor estaba tan cansada que, de forma inconsciente, acercó su cuerpo al del mayor y recostó su cabeza sobre el pecho del mismo.- Te amo, Sebas- suspiró.

Sebastián sonrió ligeramente, esa típica expresión estúpida delataba todo lo que sentía por la contrario. Esperó hasta que la más baja se quedara dormida y, cuando eso sucedió, respondió en voz baja- Yo también te amo, Pau...​

...​

El castaño daba vueltas en su camilla, no encontraba una postura adecuada como para poder dormir y eso le molestaba mucho, Mario solamente había aparecido para alterar todo.

-¿Por qué carajos no puedo simplemente dejar de amarte? ¿Por qué todo tiene que ser tan complicado?- se preguntaba mientras más y más lágrimas rodaban por su rostro- Maldito Sebastián, te odio con todo mi ser- hacía puños con sus manos, el simple hecho de pensar en ese hombre provocaba que le hirviera la sangre.

Creía que Sebastián había sido el culpable de todo esto, pero el único culpable es Mario, es el único responsable del corazón roto del menor.

-Sabía que habías mentido cuando dijiste que no sentías nada más por él, lo sabía perfectamente y aún así me arriesgué a amarte- se enfureció más, pero con él mismo- ¿Cómo pude caer en tu mentira? Soy un completo idiota, ¡me odio tanto!- exclamó.

Lo que el menor no sabía era que Sebastián se estaba olvidando de a poco del azabache, que ya no le interesaba porque ahora su corazón le pertenece a Paula, no tenía ojos para nadie más.

-Tengo que acabar contigo, Sebastián Villalobos, no me importan las malditas consecuencias, yo te voy a asesinar...
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El Paisa esta potente 👁️👄👁️

Enamoradas en Prisión {Caché G¡P}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora