Extra Noah.

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ok la verdad no iba a subir un extra nunca en mi vida pero es el cumpleaños de noah y tenía este capítulo tirado por ahí abandonado solo pobre y lo releí y me causó gracia así que dije ya fue 

es un capítulo narrado por noah que entraría entre el 22 y el 23 (una parte es del 23). yo sé que capaz preferirían leer algo de noah de después del final peero 1 eso no da para celebrar un cumpleaños y 2 igual ya lo van a leer en el próximo libro. tengan en cuenta que esta cosa que van a leer la saqué o sea que reescribí partes para ajustarse a que no exista O sea no usen pensamiento crítico cuando lean ni se pregunten qué aporta porque la respuesta es nada bueno ya me estoy arrepintiendo de hacer esto chau

———

Desperté de un sobresalto.

Me llevé una mano a la frente, cerrando los ojos con un suspiro. Hacía semanas y semanas que no podía dormir más que unas pocas horas, todo gracias a ella.

Ni siquiera en sueños me dejaba en paz.

Rodé hacia el borde de la cama y tanteé hasta ubicar mi celular sobre la mesilla. Entrecerré los ojos ante el brillo de la pantalla y, cuando me pude acostumbrar, vi que eran las cuatro de la mañana. Todavía tenía poco más de una hora de sueño, pero sabía que sería inútil intentarlo.

Tampoco creía que me conviniera volver a dormir; una pequeña parte de mí quería hacerlo porque quería seguir en ese sueño, lo que era alarmante, del tipo que me hacía pensar si necesitaba ayuda psicológica.

Las primeras veces, había intentado darle sentido. Los sueños eran manifestaciones del inconsciente, pero no solo expresaban deseos reprimidos, sino también cosas feas. Y no estaba diciendo que Olivia Stacey fuera fea, sino que mi rápidamente creciente obsesión lo era—eran las cuatro de la mañana y ya estaba pensando en ella, por Dios.

Esa lógica me había servido por un tiempo, hasta que la había besado por primera vez. Y ahora, con lo sucedido en el vestuario, solo un día atrás—un día desde que había tocado su piel desnuda—, era peor.

Ya no me quedaban dudas: era obsesión, era deseo.

Estaba comenzando a creer que también era locura. 

Me arrastré hasta una larga y fría ducha. Para cuando terminé y fui a la cocina, ya me sentía en control de mi mente. Luego de dejar comida para mis gatos y hacerme un café, me senté en la mesa con mi celular. No había un solo ruido en la casa, y no porque todos estuvieran durmiendo. Mi padre nunca había llegado y mi madre debía haber salido antes para su turno en el hospital. 

Abrí la conversación con Quinn y le pasé las respuestas de una tarea que me había pedido la noche anterior antes de salir y bajar hasta encontrar a Olivia.

Empecé a escribir un mensaje, una estupidez sobre la competencia, cuando recordé que ya no podía usarla como excusa. Intenté pensar en algo más para decirle, hasta que una vez más volví en mis sentidos y dejé el celular a un lado. ¿Cómo se me iba a ocurrir hablarle, así porque sí, a las cinco de la mañana? Demencia.

En mi defensa, lo único que quería era recuperar mi cabeza, poder dormir sin soñar con ella. La única manera de lograrlo era follándola, lo sabía. Y la única manera de follarla era si lograba que dejara de evitarme, algo difícil ahora que no teníamos nada forzándonos a vernos.

Bebí el resto de mi café y fui a mi habitación a acostarme con un libro, esperando a que se hiciera la hora para salir a la escuela.

"Cuando la mentira se parece tanto a la verdad, ¿quién puede creer en la felicidad? Me parece estar andando por el borde de un precipicio, hacia el cual se dirigen miles de seres que intentan arrojarme al vacío." Me levanté a tomar un lápiz de mi escritorio y remarqué esa frase, antes de decidir que también merecía ser anotada en mi pequeña libreta de cuero. Intenté no pensar en el porqué de la libreta, o en a quién me recordaba la frase—quién sentía que podría haberla escrito o pensado.

El Manuscrito (#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora