Capítulo 2.

8.5K 568 538
                                    

UNO DE LOS PLACERES DE LA VIDA ERA LA COMPETENCIA.

Había poco que amara más que la felicidad y confianza que llegaba con esforzarse, enfrentarse contra otros y luego ganar. Era la mejor ganadora y la peor perdedora, aunque no muchos llegaban a verme de esa manera ya que nunca perdía. Había algo tan satisfactorio en ser nombrada vencedora por sobre el resto que me hacía replantear mi personalidad entera. Amaba criticar a mis compañeros de escuela que se creían superiores por saber más cuando, apenas ganaba en algo, me convertía en ellos por un tiempo.

El Instituto Magni Electi amaba las competencias tanto como yo. El simple hecho de intentar tener un lugar en la escuela era una competencia al igual que luchar por sobrevivir al año escolar. Además de eso, nos daban concursos ocasionales en distintas materias para impedir que el año se volviera aburrido o monótono—pero estaba segura de que solo lo hacían porque amaban vernos enemistados.

Me encontraba en Literatura, la última hora del día, cuando la profesora Sterling soltó la noticia:

—Tendremos una competencia de escritura en unas semanas.

Quería saltar de felicidad. ¿Además de ser una competencia, era sobre escritura? ¿Qué podía ser mejor? Las respuestas al anuncio fueron mixtas: muchos reaccionaron con emoción—éramos unos adictos a demostrar nuestra superioridad, después de todo—, otros con quejas como "a nadie le gusta escribir".

Una chica sentada poco más adelante que yo levantó la mano. La profesora chistó a todos para dejarla hablar.

—Tres preguntas —comenzó, su voz era alta, prepotente y característica. Junto con su brillante cabello rubio, no quedaban dudas. Quinn Holt—. ¿Es obligatorio? ¿Cuándo será exactamente? Porque tengo ensayos para la obra de invierno y no querría que se superpusieran con el concurso. Y por último, si es obligatorio, ¿realmente obligatorio o se pueden hacer excepciones?

Unos cuantos rieron con la última pregunta. Quinn era una aficionada a la actuación y era bastante buena, protagonizaba la mayoría de las obras que teníamos. Mientras que en otras escuelas era normal burlarse de los del club de teatro y considerarlos raros, en Magni Electi quien se atreviera a burlarse de Quinn no viviría para contarlo.

—No es obligatorio, todos pueden relajarse —contestó la profesora, sonriendo—. La fecha no está fija ya que el departamento está esperando a ver cuántos alumnos se anotarán, pero será este mes o el próximo.

—Si no es obligatorio, ¿por qué alguien lo querría hacer? —comentó una chica por el fondo—. A menos que se gane algo importante...

—Es una oportunidad de enseñanza excepcional, claro. Y da puntos extra para el final del trimestre. —Con esto último, todos comenzaron a hablar entre sí.

Hasta ese momento parecía como la oportunidad soñada: competir, escribir y ganar los puntos que tanto necesitaba para evitar que me expulsaran. No podía creer que el universo se hubiera apiadado de mí por una vez en la vida. Deseé tener un amigo en la clase para poder hablar como el resto, pero me tuve que contentar con observar a mi alrededor en silencio, sintiéndome fuera de lugar.

Sterling se acercó a la pizarra vacía y dio unos golpes en ella con el borrador. El silencio fue inmediato.

—Con el departamento de Literatura hemos decidido hacer el primer concurso del año más interesante de lo normal. Sus escritos deberán ser sobre el tema que les demos del libro 1984, que empezaremos a analizar la próxima clase. Pero aquí —alzó unos papeles de su escritorio— está lo divertido. Será en parejas; uno de ustedes escribirá, el otro editará y el escrito más adecuado y con la mejor edición ganará.

El Manuscrito (#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora