Capítulo 17

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Harry

Lunes 26 de Diciembre, 2010.

–Señor, Styles —dice el jefe de empleados— tiene una llamada, atienda el teléfono.
–¿Yo? ¿De quién?

Gemma me mira confundida, más no dice nada.

–No cuestione y obedezca.

Hago lo que me dice y confundido, tomo el teléfono de la cocina.

–¿Hola? ¿Quién habla?
–Hola, bebé —responde una voz temblorosa. Pero no es cualquier voz.

Miro a ambos lados de la cocina y me aseguro que nadie al rededor pueda escuchar la llamada.

–¿Louis?
–¿Cómo estás? —pregunta pero puedo escuchar su voz diferente.
–Yo estoy bien. ¿Y tú? ¿Estás bien? ¿Qué pasa?
–Tranquilo, estoy bien está... Todo está bien... Es sólo que... Te extraño.

No está bien. Algo anda mal.

–Yo también te extraño —sonrío para mí mismo— pero te veré más tarde.
–De eso quería hablarte... Te llamé porque... No llegaré hoy.
–¿Entonces cuando?
–En dos semanas —dice muy bajo.
–Es... es un poco más de lo que dijiste —río nervioso— pero está... está bien, supongo.
–Haré lo posible porque sea menos, lo prometo.
–Esta bien —digo muy despacio.
–No creo poder soportar tanto tiempo sin verte.
–Claro que sí. Yo también quiero verte, pero tendremos que esperar.
–Dos semanas, bebé —dice y casi se le va la voz— Dos semanas y estaré en casa.
–Y yo te estaré esperando.

Puedo escuchar su voz diferente. Algo le pasa y me lo está ocultando. Sé que no tiene porqué darme explicaciones, y no sé que sea lo que pasa pero estoy seguro que no sólo es porque no me verá en dos semanas. Sucede algo más.

–Oye —le hablo después de un corto silencio— ¿Qué es lo que realmente te sucede?
–Estoy bien, bebé. No tienes que preocuparte.

Mi cuerpo tiembla cada vez que me llama así.

–Sí, sí tengo. Pero está bien, te creeré.
–Ahora tengo que bajar a una patética cena —dice con la voz más controlada.
–Suerte con eso —sonrío— sé que las detestas.
–Completamente —lo escucho reír por primera vez en la conversación— Y también detesto este lugar.
–Y yo... —pienso lo que iba a decir y me arrepiento— nada.
–¿Tú qué? ¡Dime!
–No, no era nada. Olvídalo.

Casi puedo sentir su sonrisa del otro lado de la línea.

–Esta bien, no me lo digas. De igual manera sé que ibas a decir.
–No es verdad —vuelvo a reír— te apuesto que no tienes ni idea.
–¿Qué ganaré si logro acertar?
–¡¿Qué ganarás?! —suelto una carcajada— ¡Pues simplemente ganas!
–No, tiene que haber algo a cambio.
–Está bien pues entonces lo que quieras —digo retador— pero ya dime, según tus ideas, ¿qué iba a decir?
–Tengo dos semanas para pensar lo que quiero, así que estará bien. Pero ibas a decir que tú detestas a la princesa.
–¡Fallaste!
–¡No, estoy seguro que eso ibas a decir!
–Bueno, te quedaste a medias.
–¿Entonces que ibas a decir?
–Que yo detestaba a la persona con la que estabas ahora en París.

Suelta una carcajada ahora él y puedo asegurar que es lo mejor que he escuchado en mucho tiempo.

–Eres un tramposo, es lo mismo pero en otras palabras.
–No es así, porque estás con muchas personas.
–¿Y dime a quien detestas más que a esa princesa?

A tu padre.

–¿Ves? Si acerté —dice al ver que no respondo— ahora me debes lo que yo quiera.
–Esta bien, cuando vuelvas me dices que.
–Vale, bebé. Ahora tengo que irme.
–Está bien, suerte.
–Gracias, nos vemos en dos semanas.
–Nos vemos.

Always In My Heart  ≈Yours Sincerely, Louis≈ [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora