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Bullying.

Encontraba de nuevo al viejo enemigo, y al villano en la historia de algunos desafortunados.

Se encontraba frente a una de sus escenas, maquinadas por una de sus vulnerables marionetas y pareció retroceder en el tiempo, pareció encontrarse en el comedor de su antigua escuela reviviendo un hecho, el doble de cruel y perverso.

Bullying.

Se preguntó si era insaciable, si es que tenía límites, si es que podía sentir.

Le preguntó que buscaba, que quería al herir, que sacaba de ello.

Y le respondió que no sabía si su deseo era saciar, o vaciar su miserable corazón.

Dio un paso al frente pero, ¿que tanto podía hacer? ¿Podía hacer algo siquiera? Si conocía las consecuencias, ¿Se atrevería a interferir? Si sabía que razón la había arrastrado hasta allí ¿Volvería a repetirla? No. Porque en medio de todo existía un sacrificio, el suyo. Y no dejaría que los resultados de su sangre y sus lágrimas recayeran en un desconocido.

Además, ¿por qué tenía que ser ella? De un lugar que alberga aproximadamente 400 personas con sus cinco sentidos bien alertas, ¿había sido ella la única testigo?

Lo vio caminar hacia la salida lentamente, cabizbajo sacudía su abrigo y empapado se lo volvía a poner. No lo vio huir, no lo vio llorar, no oyó ningún reproche, ni siquiera una expresión que le transmitiera algún mensaje, sus ojos eran dos faroles apagados y su boca una fina y recta carretera.

Su docilidad, ¿a quién le recordaba?

—No te preocupes por él— Su compañera se aferró nuevamente a su brazo— Estará bien. Siempre lo está.

Desapareció cuando quiso darse cuenta, y frente a ella ahora se hacia presente una infame sonrisa con dientes perfectos. Suji tuvo la intención de moverla de su sitio, pero Sowoon se mantuvo firme, clavando sus blancas zapatillas en el suelo.

—No quería que te llevaras esta imagen de mi —chasqueó su lengua— Pero tarde o temprano te darías cuenta, así que volveré a presentarme. 

De manera burlesca, se inclinó.

—Soy Byun Heyoon. Y me interesa ser tu amigo, así que...déjame ser tu guía.—estiró su mano hacia ella, esperando ser correspondido.

Sintió el apretón en su brazo por parte de Suji, como un fuerte y prudente 'hazlo'. Sowoon tragó en seco, lo que estaba por hacer condenaría su estadía en aquel lugar. 

—Lávate las manos primero. 

Los acompañantes de Heeyoon, que recién llegaban, se echaron a reír.  

—¿Qué?

Están sucias.

El joven retiró su brazo y con un fuerte codazo detuvo el regocijo de sus compinches. La sonrisa que se asomaba por las esquinas de sus labios se fue borrando a medida en que detallaba el rostro de Sowoon.  

7 centímetros más alto que ella, pero su estatura no la intimidaba.

—Te veré en el salón de clase, querida Sowoon.

Le dijo y se alejó con los dos adulones que le seguían a donde quiera que fuera. Sowoon exhaló profundamente, sacando todo ese aire tóxico que aprisionaba sus pulmones.

—¡¿Estás loca?!

Suji se despegó de ella, como si un corrientazo hubiese congelado su sangre.

—¿Yo?— le preguntó disgustada— ¿Yo soy la loca, y no el imbécil que acaba de prenderle fuego al uniforme de un compañero?

For 365. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora