15.

402 60 11
                                    

Algo le sucedía a Sowoon.

Algo que sabía esconder perfectamente detrás de sus blanquecinos dientes.

Y lo supo desde el principio, pero comenzó a interesarse realmente cuando descubrió que prefería usar la soga para saltar, que para amarrarsela al cuello. Comenzó a importarle cuándo se percató de la magnitud del problema, que eran demasiado grandes, que a simple vista eran dolorosos y que estaban estropeando su piel poco a poco.

Cuando se animó a preguntarle, se lo esperaba, una excusa tan rebuscada como lo era "caerse de las escaleras".

¿Qué era eso que la lastimaba y que a diferencia de él, parecía darle motivos para sonreír? 

¿Qué era eso que cubría, al punto de perdonarle los golpes y las heridas?

Se ocupó en averiguarlo, porque importarse por ella parecía distraerlo de su inútil vida. Robarle unos días a sus días para ella, qué más daba.

"Seungnul" la pista yacía frente a él fuese falsa o no, estaba allí escrita en un papel arrugado para que no lo olvidara. No tenía dudas, ese nombre correspondía al padre de Sowoon, y posiblemente era la razón detrás de sus moretones. Pero, ¿qué podía hacer? Tirárselas de detective cuando aún ni terminaba su secundaria era ridículo. Pero si así lo quería, por lo pronto debía recuperarse primero de sus heridas.

Otro día sin asistencia, no denotaba una gran diferencia a menos que estuviese Dong Hee, pero incluso ella se alejó. Otro día de reposo, dedicado a aplicarse el ungüento y a tomar unas cuantas pastillas para el dolor, mientras planeaba la manera de investigar a Sowoon sin que ella lo notara. Y se pregunto, si la escala de grises ya habrían manchado su festivo color, si la gran mancha negra se volvió más oscura a su alrededor siendo incluso capaz de absorberla.

¿Qué otra pista le había dado Sowoon, y por dónde podría comenzar?

(...)

Dong Hee (ex-Jeongdae)

Así la guardó en su lista de contactos, sintió que el momento adecuado para tomar su oferta llegaría tarde o temprano, y prefirió tenerla a solo un clic. Eran muchas las preguntas que albergaba y si quizá Dong Hee hubiese llegado un poco antes, dichosa le habría aceptado una taza de café. Pero ahora debía ser precavida y mantener un bajo perfil, cualquier cosa que hiciere llegaría a oídos de Heeyoon fuere por Suji, o por cualquiera que vistiera su uniforme.

Parecía una prisionera que gozaba de ciertas libertades por tomar de la cola al caballo, y se odió por ello. Le echó un vistazo a Suji, que entrando por la puerta lució su cansancio al ser el maletero de sus compañeras, el profesor Gong al igual que ella se percató, y acercándose le preguntó por algo que era obvio a simple vista. Desde su puesto le fue imposible escuchar su respuesta, pero a juzgar por la sonrisa de Suji y la pasividad de Ahjun, parecía un juego inocente nada más.

Sowoon desvío la vista hacia la ventana, sin nadie a su lado el paisaje era más tentador. Pero no podía evitar pensar en él y tampoco lo quería, su mente era el único lugar exento de Heeyoon y sus porquerías. No quería acostumbrarse a la intermitente presencia de Yoongi, quería...por lo menos que estuviese allí, siendo el respaldo, el uno del otro.

—Sowoon, ¿sabes algo de tu compañero? El joven que se sienta a tu lado.

Al terminar la clase, el maestro Gong se le acercó.

—¿El joven? Min Yoongi.— le dijo firmemente— Ese es su nombre.

—Exacto. Yoongi, ¿sabes por qué ha estado faltando a mis clases? Ayer lo vi, quise hablar con él pero lastimosamente no tuve tiempo.

For 365. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora