10.

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Nunca fueron cercanos y parecía una tarea imposible de cumplir a los ojos de Suji. Min Yoongi era intocable e inalcanzable para ella, mucho antes de serlo para el resto de la clase.
Era una joven tímida e insegura de sí misma, de quien era, de como actuaba, de que decía; así la fue moldeando la sociedad y poco a poco lo fue asumiendo queriendo seguir los patrones de lo que consideraban bonito, estético y perfecto. Dejándose atrás, poco a poco, olvidando quién era antes de llegar allí y despedazando su esencia por buscar un poco de aprobación.

Esa falta de amor propio la convirtió en un ser manipulable y temeroso que se escondía y huía de todo aquello que la hacia sentir pequeña y patética. Pero en Yoongi encontraba paz, no sabía porque pero verle la calmaba, su simple existencia era su zona segura y constantemente lo observaba, para sentirse tranquila y acompañada y que de alguna manera él sintiera lo mismo cuando los golpes eran visibles en su manera de caminar. Suji quería sentir que hacia algo con solo mirarle. Pero a medida en que avanzaba el tiempo quería hacer más que eso, quería hablarle, quería ser cercana, quería pronunciar siquiera un "hola" cuando pasaba a su lado o cuando sus miradas se encontraban por casualidad. Pero su timidez la retraía, y su cobardía la encerraba.

Deseaba ayudarle, pero estaba asustada, sola y no era nadie. Tampoco quería tomar su lugar y le aterraba solo el hecho de pensar que podía ser expulsada, porque los ideales reprimidos de su madre tenían que reflejarse en ella y para eso, necesitaba culminar sus estudios por encima de todo.

Im So Woon estaba siendo lo que siempre quiso ser para Yoongi; una amiga, un refugio.

Y sintió celos.

Y quiso ser ella.

El esqueleto de la manzana fue arrojado al canasto de basura en una impecable cesta, siendo Sowoon la autora y Suji la única espectadora de la jugada. Sowoon quiso celebrarlo chocando los cinco con su compañera, pero la encontró cabizbaja con sus manos aferradas a la banqueta, escondiéndose como si hubiese confesado un hecho atroz.

—No es un crimen que te guste alguien, así que no tienes porque avergonzarte.

Suji cerró sus ojos y con fuerza sacudió su melena.

—No me gusta...— Musitó para sí.

—Es normal a nuestra edad, ¿sabes?— Sowoon siguió sin percatarse— Estamos en una etapa de crecimiento, donde descubrimos y experimentamos nuevos senti-

—¡No me gusta Yoongi!— le gritó de repente y después, al darse cuenta de que pudieron haberle escuchado, suavizó su voz— No he...afirmado nada y no puedes hacerlo por mí, no...me conoces bien todavía.

Su evasiva actitud fue suficiente para que Sowoon lo confirmara, pero al notarla ansiosa prefirió dejar el tema a un lado y traer uno que fuese conveniente y agradable para ambas partes.

—¿Tienes más manzanas?

Suji levantó su cabeza volviendo a traer esa sonrisa a sus labios y lo negó. Solo quedaba la de ella, y estaba por hacerle compañía a la de Sowoon en el cesto de basura. Cuando obtuvo el esqueleto quiso imitar la maniobra de su amiga, pero falló por unos centímetros.

—¡Oh! Estuviste cerca.

Se lamentó Sowoon con un tierno puchero.

—Parecía fácil— se rio y encogió sus hombros— ¿Sabes? Ahora que lo pienso, haces que todo se vea realmente fácil cuando no siempre lo es.

Pero no importaba cuánto se esforzaran por encontrar un tema que fuese grato de escuchar, en esa secundaria abundaban los comentarios y las historias malintencionadas, y en una conversación de dos, como lo era esta, un par de oídos no se podían beneficiar. Sowoon soltó un gran suspiro y masajeó su cuello. 

For 365. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora