1.

635 76 6
                                    

El invierno arrasó con las pocas hojas del árbol frente a la casa de Sowoon, dejando a un tronco fuerte con sus ramas puntiagudas, sirviendo únicamente como base para las aves.

Habían pasado tres largas semanas y celebró una solitaria navidad y un íntimo año nuevo en la tumba de su madre, allí dónde el clima siempre era imperturbable, Sowoon le abrió paso a la calidez. Por un breve momento en la gélida y tenebrosa noche, le dio vida a los muertos con su apacible sonrisa.

Naeun la invitó cordialmente a la cena navideña preparada por su madre, le dijo que allí se encontraría toda la familia pero de las únicas personas que era cercana eran de ella, de Hoshi y a regañadientes de Hyena, así que se negó rotundamente a participar como un gran cero a la izquierda, y eligió su verdadera familia.

Llevo su abrigo y mantas para cobijarse, llevo café y alimentos que calmaran el frío para recibir un año más. Trató de imitar la última cena navideña que tuvo con su madre pero lo único que quiso probar fue el postre, para lo dulce y las chucherías era una experta. Esa noche habló con ella, quizá la única que sabría sobre su plan, le dio detalles pero de alguna manera sintió que estaba en desacuerdo. Igual que Naeun, igual que cualquiera que le escuchara, ¿como es que seguía aguantando? ¿Por qué no terminaba con esto denunciándolo? ¿Por qué el plan parecía beneficiarle más a él que a su propia autora?  

Si, las contradicciones eran su dolor de cabeza, un lado tenia todo fríamente calculado mas el otro se debatía constantemente. Pero cada vez que volvía a verle, cada vez que las campanas de viento anunciaban su llegada, su idea principal iba escalando, tomando más ventaja.

Denunciarlo la enlazaba y Sowoon no quería tener más que ver con ese bastardo, con aquel infeliz que eligió la perdición desde que su esposa le dejo.

Al hacerlo tomaban sus datos, su parentesco. Así que prefirió darle el suficiente dinero para que le dejase tiempo a ella, tiempo de ahorrar, tiempo de planificar su huida, tiempo de terminar, por lo menos, su secundaria. Porque el estudio seria su mejor arma y lo sabía. 

Quería deshacerse de todo el odio acumulado dejándolo a merced de la soledad, el abandono, la miseria y el dolor. 

Quería perderse de esa vida, llevando a su madre en el corazón, lejos, donde nadie nunca pudiese localizarla, y ser feliz.

Ese era su gran plan

Se cruzaron 30 días que enlazaban la última semana de diciembre con las primeras semanas de enero, 30 sin saber nada de su padre, días en los que sintió que el cielo bajaba y se hospedaba en su casa por primera vez en mil años. Le dio todo lo que ganó en dos semanas y eso le basto para que desapareciese por un mes y esperaba que más. Pero eso la acabo, sus pies hinchados le pedían un respiro y sus pequeños ojos ya ardían por la falta de sueño. 

Sowoon era fuerte, mas eso no implicaba que pudiera soportarlo todo. Pero ella insistía, porque tenía sus razones y estaba segura de que en un futuro cercano, la tranquilidad tocaría su puerta y la paz sería su mejor aliada, estaba segura de que pronto se desharía de su armadura solo para liberarse.

Rendirse ahora no era una opción para Sowoon.

Buscó escuelas cercanas a su barrio, una que quedase lejos de su antiguo instituto, que tuviese  distintos colores en su uniforme, distintos compañeros, distintos maestros, distinto ambiente. Por lo menos, distintas cosas con las que pudiese lidiar durante todo un ciclo escolar.

Pero sobre todo buscaba que el camino hacia su casa fuese lo suficientemente largo como para tomar un autobús o una bicicleta. Su búsqueda resumió tres secundarias, y la única que cumplía con todos los requisitos fue la secundaria Jeongdae.

Bingo.

Ese lugar sería el elegido.

Pero su hallazgo angelical no era más que el infierno para uno de sus estudiantes.

Yoongi siguió el consejo de la abuela, sabiendo que cualquier instante sería perfecto para arruinarse porque, ¿a quién engañaba? Su presencia pasaba tan desapercibida que hasta los maestros de vez en cuando olvidaban llamarle cuando tomaban lista de asistencia.

Así que no encontrar una razón y reafirmar su convicción de suicidarse, era más viable que encontrar una razón para que no lo hiciera. Mas la abuela le hizo prometer que la visitaría los sábados de cada mes, sólo para asegurarse de que aún vivía. Y optó por hacerlo, simplemente porque se veía feliz con él celebrando la entrada de un año nuevo, pero no pensaba ejercer el más mínimo esfuerzo para buscar alguna razón. La vida y el Dios en quién vagamente creía le debían muchísimo, que tenían que recompensarlo por cada una de sus desgracias.

Desempolvo el pantalón del uniforme y trató de planchar las arrugas de su chaqueta. Al tiempo en que Sowoon maravillada observaba en su celular, la tela y el color del uniforme que portaría.

Para ella era bonito y elegante, hasta le resultaba un poco familiar.

Para él solo era una recatada y barata copia del uniforme de un reo.

Con el dinero que guardó por pasear a su amado Hoshi, se compró nuevos útiles. Y ahorró lo poco que le sobró mientras seguía con su disponibilidad abierta para lograr comprarse el uniforme completo, habló con su jefe y llegó al acuerdo de trabajar un solo turno y salir temprano para poder asistir a sus clases. Así funcionaría hasta que fuera necesario, incluso le pidió un permiso para no trabajar en su primer día.

Y cuando ese día llegó quiso probarse una gama de colores que imitaran el estilo del uniforme, y asistió con su falda gris y su abrigo carmesí. Pero como era de esperarse, no pasó desapercibida una vez piso su salón de clase.

—Por favor, preséntate ante tus compañeros.

Su nueva maestra la introdujo al grupo, Sowoon suspiro profundamente y dejó de apretar sus manos. Se relajó y actuó como si los nervios no estuviesen abrazándola con fuerza.

—Hola, mi nombre es Im So Woon. Seré su compañera durante lo que queda de este ciclo y el siguiente. Espero aprender de ustedes y con ustedes.

Sonrió mientras su público aplaudía fingiendo interés. La maestra buscó donde ubicarla y halló el único puesto que permaneció vacío durante más de un año.

Yoongi, por favor ponte de pie.

El llamado despegó la vista de la ventana y con desgano le obedeció.

—Puedes hacerte junto a él.

Sowoon caminó hasta su nuevo pupitre y desplegó una de sus mejores sonrisas, lo conocía, ¿acaso no era el mismo muchacho que se encontraba esa mañana en el parque? Yoongi volvió a sentarse sin inmutarse ante su amigable gesto y separó su silla.

—¡Por fin tendrás un compañero de escritorio!

La maestra comentó en un intento por aludirle, pero lo que hizo fue despertar las burlas en murmullos.

—Hola, me da gusto volver a verte.

Cuándo Sowoon le susurro aquello, giró para verla con su ceño fruncido. No reconoció su rostro así que no supo de dónde lo conocía.

La muchacha se acomodó en su silla, sacando sus libros y sus pertenencias, tenía mucho que adelantar y era mejor no perder su tiempo.

—¡Hey, Sowoon!

Esa voz simpática y extrovertida, que a principios sonaba amistosa y cordial, alarmó a Yoongi.

—¿Qué tal compañera? Mi nombre es Byun Heeyoon, puedes preguntarme lo que gustes, yo seré tu guía.

Yoongi le observó por unos segundos. El bastardo sonreía maliciosamente y conoció sus intenciones, porque así mismo, le sonrió a él. 

...

Nota/: El periodo escolar (en Corea del Sur) comienza en el mes de marzo y concluye en el mes de febrero del año siguiente. Se estructura en dos semestres. El semestre de primavera de marzo a junio y el semestre de otoño de septiembre a febrero. Entre ambos periodos existen unas semanas de vacaciones que comprende desde la última semana de junio hasta finales de julio.

Cr: //universia.es

Gracias por leer, me hacen muy muy feliz ❤️

For 365. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora