11.

489 66 18
                                    

Por primera vez Yoongi se creaba una lista en su teléfono, siendo Sowoon la única que la encabezaba. Ni siquiera sabia porque tenia un teléfono, no lo usaba sino para ver la hora, colocar la alarma o para observar constantemente el calendario. No había en su nombre ninguna red social, y las que hubo fueron cerradas a consecuencia del duro acoso cibernético. No existía ninguna razón para que siguiera con ese aparato hasta esa noche, y a esa razón podría darle un nombre, quizás,... llamarle amigo.

Cuando recibió la llamada de Sowoon se quedó unos segundos observando la pantalla de su celular, ¿qué sentía al ver esa imagen? ¿Qué sentía al ver algo que desconocía pero que no le era impertinente? Al deslizar el botón verde y escuchar su voz sufrió una alteración en sus sentidos, algo inusual sucedía en su mundo imperturbable, algo bueno, algo que recibía de Sowoon. ¿Qué le transmitía aquella jovencita, y por qué se asemejaba a la calma, a la serenidad? Tal vez eso que no podía ser explicado con palabras, fue su motivación silenciosa para que siguiera aceptando su cercanía.

Sowoon no tenía idea de cuál era la conexión que tenía con el que ella consideraba un simple mendigo, y a raíz de esto deseó que olvidara completamente el tema de su bicicleta. Pero también pensó que si lo hacia, de alguna manera no tendría más razones para acercarse a él. Sin embargo sus palabras fueron como un estigma, que no era impuesto en la piel, si no en la mente; "quiero conocerte por ti " Por ti. Esa simplicidad que a oídos ajenos era insignificante, para Yoongi delimitaba una gran diferencia. Y entonces dejó, dejó que su plan se mantuviera hasta el fin que le había dado a sus días, sin adelantarse. Le dejó su vida, en esos 365 días, al destino. 

Al llegar a casa dos cosas que consideró buenas lo recibieron; una casa vacía y un mensaje de Sowoon. Este último le preguntaba, como si se hubieren mensajeado en los últimos días, si una de sus golosinas favoritas era el chocolate. Con unos dedos pulgares bailarines, que nerviosos encima de la pantalla no supieron ni qué escribir, contestó un corto "sí" que le tomó más de media hora. A los pocos segundos recibió una pegatina, de un osito que abrazaba un gran "OK". Sonrió de manera inconsciente y bloqueó su pantalla. Se acercó a la nevera para cenar algo, pero frente a él se hacia palpable la escasez. Yoonjae había arrasado con lo poco que tenía para comer y lo había abandonado a su suerte. Pero con un simple vaso de agua se conformó, porque el problema principal se había ido y esta vez esperaba que para siempre.

La mañana llegó apresurada, como si los días fueran jalados para su conveniencia. Contó con unas cuantas monedas que por fortuna encontró en su habitación y con estas logró comprarse algo para desayunar. En el autobús descubrió una manera de relajarse al observar el cielo, las aves, los arboles y algunos inoportunos cables de luz, algo que en su bicicleta jamás hubiese podido contemplar. Se bajo junto con algunos que vestían su mismo uniforme y estos rápidamente se encontraron con sus amigos. Los amigos de Yoongi en cambio, fueron sus bolsillos. Y así caminó retraído, escondiéndose de lo que ya conocía como un completo desconocido.

Se aproximó a su salón de clase y allí encontró al peculiar punto, sonriente cómo si el mundo a su alrededor le contara algún chiste. Relajada como si el ambiente en el que estaba fuera así de permisivo y radiante, como si el cielo le hubiese dicho; "bájate a ese lugar, que allí necesitan de tu luz".

Caminó hasta su escritorio con la intención de saludarle, pero fue interrumpido por una zancadilla que lo hizo caer de cara al piso.

—Discúlpate con mi pie, pedazo de basura.

El comentario desató las estruendosas risas que hace días no escuchaba. Jungseok, el otro adulón de Heeyoon, posicionó con fuerza bruta su pie encima de su mochila, reprimiendo la respiración de Yoongi e impidiendo que se pusiera de pie.

For 365. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora