Capítulo 23

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Pasaron un par de días más. Nos habíamos quedado en la misma casita en la que estaba Elek. Las ninfas nos trataban bastante bien, algo que no pensé que harían. Habían hecho unas pequeñas camas de paja tejida, que resultaron cómodas. También nos hicieron ropa, que para nosotras eran unos hermosos vestidos iguales a los que traían ellas. Para los chicos confeccionaron unos conjuntos increíbles, que por supuesto a ellos no les gustó.

—Esto es muy afeminado —se quejó Fobos.

—Solo nos faltan las coronas de flores — Deimos tenía cara de repulsión — mi masculinidad se siente ofendida.

—Los apoyo — dice mi mejor amigo riéndose de sí mismo —¿no podemos devolverlo?

—No —contestó Sabah mirándolos de arriba a abajo con una sonrisa divertida.

Nosotras estábamos enfrente de ellos tratando de evitar que se quitaran la ropa que las ninfas se habían esforzado en hacer.

—No está tan mal — les digo aguantando una carcajada.

La verdad era que se veían ridículos. Tenían puesto un pantalón marrón oscuro y una camisa blanca de tela delgada y holgada que dejaba ver sus cuerpos tonificados. Los hacía ver como hombres relajados.

—Creí que a ustedes les gustaba llamar la atención —dice Minkabh alzando una ceja, parecía disfrutar verlos incomodos.

—No me malinterpreten, a mí me encanta mostrar mi glorioso cuerpo —habla el engreído de Deimos y hace una pose mostrando sus músculos —pero este atuendo es algo que usaría un maldito elfo afeminado.

Es cierto. Esos pantalones son horribles. Quizás un poco ajustados.

—Es eso o andar desnudos.

—No me importaría.

—Háganlo entonces, nadie los detiene — Minkabh va a sentarse a una de las sillas de mimbre, observándolos.

Deimos sonríe ante sus palabras y hace el ademan de bajarse los pantalones con lentitud.

—¡Oh no, Aquí no! —Sabah chilla y se tapa los ojos.

Pero él no hizo nada. Fobos mostró una media sonrisa al ver la reacción de la rubia. Yo me quedé quieta sin mover un musculo, sabía que ninguno de ellos sería capaza de hacerlo. Primero porque Teo lo miró con asco y eso quiere decir que no dejaría que se bajara los pantalones enfrente mío. Porque sí, él cuida mi supuesta inocencia.

Esa es la parte interesante de mi mejor amigo. A pesar de ser un mujeriego, él jamás ha sido del tipo que debe mostrar lo que tiene para llamar la atención y si yo estoy involucrada en un situación como esta, haría lo que fuera para evitarme un trauma. Así que digamos que estoy bastante tranquila en cuanto a chicos, porque sé que lo tengo a él como mi respaldo.

—Tranquilas, nadie se desvestirá —nos dice Teo y Sabah se destapa los ojos.

—Que mal, todo aquí es tan aburrido —la morena miró sus guantes.

—¿Por qué no te buscas un centauro, gatita?

Ella finge gracia y luego lo mira mal.

—Chicos, tendrán que ir a quejarse con las ninfas — les guiño un ojo sabiendo lo que eso significa.

—Lo haremos cuantas veces sean necesarias —Fobos estaba decidido, como si tener esos pantalones fuera un tormento.

Las tres reímos. Por nuestra parte estábamos complacidas con nuestros nuevos atuendos. A Sabah le tocó un vestido verde aqua, a Minkabh uno naranja y a mi uno celeste. Lo único a lo que no estoy acostumbrada es a la transparencia, pero a decir verdad no es tanto lo que se ve. A diferencia de las ninfas, yo si uso ropa interior.

El misterio de los elegidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora